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29 de julio de 2010
MANUELA
En mi último viaje conocí a Manuela. Su nombre lo apunté pero no encuentro donde, he tenido que cambiarselo para poder escribir su historia.
Manuela es una liebre muy lista y cariñosa que viajaba metida en un trasportin. A su lado una chica muy guapa y joven la cariciaba de vez en cuando. Cuando la descubrí, puse mi mano cerca de su hocico y enseguida supe que habiamos empatizado.
Su dueña me contó que trabajaba para la Junta de Extremadura en Medioambiente y que un dia que realizaba un trabajo en equipo con varios compañeros la descubrió debajo de unas ramas cuando apenas era un bebé . Estaba herida y temblorosa y el destino hizo que la vieran de casualidad. Podia haberse muerto de hambre y frio.
Se la llevó a su casa y la curó, la alimentó, y le dió su cariño. Desde entonces, la está preparando para volverla a su hábitad y que pueda emprender una nueva vida propia de su especie corriendo y viviendo en libertad.
Para ámbas, quedaran unos lazos afectivos y unas vivencias para siempre. Sin duda les costará la separación.
Una bonita historia entre humanos y animales, nunca he tenido una mascota de ningún tipo, pero si tengo claro que nunca haría ni dejaría hacer daño a ningún animal, y ojalá fuera vegetariano, pero por ahora eso no es posible je je je.. un saludo.
ResponderEliminarQué linda Manuela! y qué ojazos tiene! Una historia con final feliz, lo celebro!!
ResponderEliminarUn abrazo!!
Sí, la iebre necesita volver a su habitat, por una cuestión de espacio: es uno de los animales más rápidos de la naturaleza.
ResponderEliminarEs la ley de la Naturaleza, la liebre debe volver a su habitat, da mucha pena, pero es lo que se debe hacer.
ResponderEliminarBesos Maripaz
Manuela a parte de liebre será libre... Una bella historia de amor a la naturaleza.
ResponderEliminarNo al maltrato animal...
Un abrazo.
que hermosa es manuela, esas historias que uno conoce en el camino aparentemente simples, siempre nos dejan un lindo aprendizaje, amo a los animales, creo que mi madre rezaba cuando yo regresaba a casa de la escuela para que no encontrara algun animalito desvalido en el camino, porque era seguro que lo llevaria a casa jaja,
ResponderEliminarsaludos y un beso
Manuela, siempre le estará agradecida de que le hayan devuelto la libertad a su habita natural, bonita historia...Un saludo...TONY
ResponderEliminarDebe ser muy difícil aclimatarse a un espacio reducido cuando as nacido para correr y correr; espero que pronto se mejore para que pueda volver a saltar por los campos.
ResponderEliminarBicos
los conejos son muy amorosos... pobrecillos los que acaban en el plato... a mí me encanta el conejo, qué le voy a hacer.
ResponderEliminarbicos,
Manuela, un nombre hispano para una raza hispana.
ResponderEliminarBonito trabajo, yo trabajo rodeado de conejos jeje, por cierto, que ahora con la mixomatosis están fatal.
ResponderEliminarBonita historia. Ojalá tengo suerte cuando regrese a su lugar. La libertad
ResponderEliminarBésix
Eso es ser generoso: reparar, ayudar, para después, a pesar de los lazos, otorgar de nuevo la libertad. Un abrazo, amiga.
ResponderEliminarNo sé si será mejor dejarla libre y que un día pueda caer bajo los balazos de unos cazadores sin escrúpulos ó permanecer a su lado, continuando con esas maravillosas caricias.
ResponderEliminarMe cautivó Manuela, es preciosa.
Un besito, amiga.
La empatía con los animales denota nobleza...
ResponderEliminarVolví del infierno. También hay de estos animalitos por ahí. Manuela es, especialmente bella. Un abrazo.
ResponderEliminarEs un bello animal, sobre todo viéndolo correr en el campo.
ResponderEliminarEs una bonita historia pero aunque lo más lógico sea devolverla a su habitat, creo que yo no podría porque su triste final será morir con el disparo de un cazador, no me gusta, que le vamos a hacer.........
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