Mi amigo coleccionaba relojes en el rincón de un viejo taller de coches. Parecia con ello que atesoraba el tiempo en aquel minusculo habitáculo. Quizá el tiempo que se le escapaba de las manos porque rondaba los cuarenta y se le iban los días casi sin darse cuenta.
En su ir y venir descubría nuevas piezas con las que enriquecer su colección y con su poder de persuadir a los demás hacia lo imposible por conseguir un nuevo reloj, ya fuera de pared, de pulsera o un viejo despertador.
No miraba el valor material de aquellas maquinarias, algunas ya inservibles . Se le antojaba, que detrás de cada uno, había una vieja historia que el paso de los años desdibujó y que se hizo realidad día a día cuando las manillas de cada uno de ellos marcaba inexorablemente cada hora y cada minuto.
Cada vez ponía mas empeño en atesorar tiempo, aunque fuera una ingenuidad por su parte pensar que en aquella habitación podría guardar todo el tiempo del mundo para cuando tuviese necesidad de el.
No le importaba que los demás rieran de buena gana, cuando les hacia notar que podia acumular como con un poder mágico el tiempo que marcaban cada uno de aquellos viejos relojes, y retenerlo.
Atesoraba más y más tiempo...
Hasta que un dia, su tiempo se acabó...
No le valió de nada, todo lo el tiempo que habia atesorado con tanta pasión. Sus relojes llenos de polvo, se quedaron inertes esperando su mirada, que de alguna manera les habia devuelto a la vida.
Cuentan que en aquellas viejas estanterias, se oyen, risas, voces, lamentos...es el tiempo acumulado que se rie del ser humano...
20 comentarios:
De este modo ingenuo, simple, somos los humanos que nos pensamos que el tiempo es nuestro, que nosotros decidimos cuando y cuanto. Tu amigo jugó con relojes, otros lo hacemos con sentimientos, con naturalezas vivas, da lo mismo. Se trata de fantasear con el paso del tiempo. Un texto esplendido Maripaz. Gracias
El problema de tu amigo es que en realidad sólo atesoraba máquinas de medir el tiempo, no el tiempo en sí.
Porque el tiempo es abstracto e intangible.
Besos.
Los relojes son máquinas que matan el tiempo, me gustaría mucho que visitaras mi entrada del 17 de noviembre de 2009, llamada "1440" en ella hablo del tiempo, un saludo.
Me gustó,los humanos siempre nos empeñamos en acumular cosas,y por lo general poco nos detenemos en vivir y en aprovechar de verdad el tiempo,este señor quizás entendió esto y quiso intentarlo,pues no se puede atrapar algo tan intangible como el tiempo,y la unica manera de acumularlo es en nuestros recuerdos,se gana tiempo cuando cada día es bien vivido.un abrazo!
Parece que con el reloj controláramos el tiempo, cuando la verdad es que el tiempo nos controla siempre a nosotros. Sin reloj se es mucho más libre, pero el agobio de la responsabilidad nos atenza al reloj.
Un abrazo
un relato fantastico y con moraleja...
Un besazo
Que empeño tienen algunos seres humanos por atesorar cosas!
Me ha encantado.
Un abrazo
Pues si, el tiempo tiene una de las risas más tenebrosas...Manda en todo
Bésix
Sensible y emotivo relato.
El tiempo se nos va de las manos sin poderlo coleccionar como la maravillosa colección de tu amigo.
Un beso, Paz.
Ahí estuviste metafórica. Da pavor pensar en el tiempo que se ríe de nosotros.
¿De dónde sacaste tal cantidad de relojes?? Eso también da un poco de pavor.
Y un mechero de mecha. De mecha como el tiempo, que se consume al arder.
Y es que, no hay más tiempo, que el que marca nuestro reloj biológico.
Un bonito relato.
Besicos.
El tiempo carga su pasado todavía… y lo saca a pasear de vez en cuando…
Una historia sorprendente.
Un placer leerte.
Un relato, fruto de la realidad o de tu fantasía, fantástico.
Y ese final misterioso, le da un toque ya, de grande.
Un abrazo.
Qué bonita entrada, El tiempo se nos escapa de las manos. Hemos conseguido medirlo, pero no controlarlo.
Besos
"El tiempo se ríe del ser humano" y somos tan ilusos que atesoramos objetos con los que pensamos ganarles tiempo al tiempo.
Besitos
Maripaz, yo también conocí hace años, en Toledo, a un coleccionista de relojes. Todos los días les daba cuerda y, a tandas, los limpiaba con mimo y precisión artesana, los reparaba si se torcían en su exactiud y tenía para con ellos modos de enamorado.
Un objeto un tanto serio para coleccionarlo, siempre sonando, siempre avanzando, siempre recordándonos lo finitos que somos.
Me ha gustado mucho este relato.
Un gran abrazo.
Preciosa tu historia, profunda y llena de sentimiento. Es, quizás, la entrada que más me ha gustado de todas las que te he leído.
a mi me parece que un poco de vida dio a los relojes y estos le dieron un tiempo de felicidad. valió la pena el esfuerzo. un afectuoso saludo.
Hay que disfrutar con lo que tenemos, pero no de manera obsesiva, como si en ello nos fuera la vida, pues cuando muramos no nos lo podemos llevar con nosotros.
Un abrazo.
Juan Antonio
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