30 de noviembre de 2018

EL PRÉSTAMO


Era a última hora de la tarde, cuando escuchó un golpe en la puerta de la calle.
- ¿Quien es? preguntó.
-Soy yo, la vecina.
María acaba de llegar de la calle y lucha por quitarse los zapatos en el pasillo. Es una mujer de edad avanzada llena de prejuicios y miedos. No hace mucho llegó del pueblo a vivir a la capital. Recelosa, abre un poquito la puerta. Ya sus hijos le han advertido seriamente no abra a cualquiera que llame.
Sus ojos se cruzan con los de Alena, una joven madre rusa con la que apenas ha cruzado algún saludo por la escalera.
-Hola, hace mucho que no te veo, le dice Alena, sonriente.
-Hola, es verdad. Veo más a tus hijos cuando regresan del colegio y también me los cruzo por el barrio, contesta, Maria.
Pero enseguida se da cuenta de que aquella conversación con meros formulismos no es la causa de la llamada de su vecina.
Alena, se acerca un poquito más a ella, y como en un susurro le dice bajito: "¡Tengo un problema!"
La cara de Maria adquiere un gesto de intriga y casi da un respingo cerrando la puerta de golpe.
Le han inculcado un temor al "diferente" desde su más tierna infancia y lo más práctico es huir.
Es una mujer buena, honrada, que provine de un pueblo de Toledo. Se quedó viuda hace unos cuantos años y desde entonces sus miedos se han acentuado.
Pero puede en ella una humanidad que le caracteriza desde siempre. Es bondadosa por naturaleza.
Sus ojos claros se posan con suavidad en los de su vecina poniendo atención en lo que le cuenta.
-Mira, hasta el día treinta no me pagan la nómina y necesito que me prestes un poco de dinero para poder terminar el mes y comprar cosas básicas de alimentación, le dice Alena bajando la mirada avergonzada.
Maria, abre la puerta de par en par a la vez que su corazón.
Entre estas dos mujeres tan distintas se crea una corriente de complicidad femenina. El matriarcado toma cuerpo y se une en el amor más puro y desinteresado.
Alena, abraza a Maria con todas las fuerzas de su corazón. Ha apurado todas las ayudas sociales y no sabía donde acudir.
Después, recoge el dinero que Maria pone en sus manos, compartiendo con ella su mísera pensión.
Un poco de los miedos de Maria, se han esfumado al calor de la amistad.

21 de noviembre de 2018

EL HOMBRE SERIO


Era un hombre serio, taciturno, de mirada huidiza. Caminaba siempre cabizbajo, como si temiera tropezar. Jamás saludaba a nadie al pasar. Era como una sombra sin voz ni nombre.
Su poco atractivo físico, tampoco ayudaba mucho. Tenía una vulgar cara llena de granos enrojecida y una incipiente calva. Nunca se le vio sonreír. Alguna vez se adivinaba en su rostro una mueca burlona, un rictus con un halo de misterio.
Al cruzarte con él, daba la sensación de que quería pasar desapercibido dando muestras de incomodarse cuando gentilmente intentabas ser próximo y cercano.
Bien podía pasar por tímido o antipático a la hora de definir su carácter.
Era uno de esos hombres que forman parte del paisaje urbano y con los que te relacionas en tus rutinas diarias.
Uno de tantos seres que vagan por las calles de ciudades y pueblos, con su particular manera de ser, con un pasado a sus espaldas, con sus miedos e inseguridades.



Pero una noche de fiesta, las notas de una guitarra fusionadas con el bajo y la batería, le vieron dando palmas al compás. Se había trasformado en otro ser. Su cara resplandecía a la luz de la la farola cercana , su boca reía de contento, sus ojos habían tomado vida y manifestaban su estado interior de una manera sorprendente. Incluso se atrevió a dar unos pasos de baile certeros, nada improvisados.
Y es que... las apariencias engañan y hay que atreverse a vivir la aventura del conocimiento del otro.
Hay que intentar rescatar del interior aquello que desconocemos y sin duda existe.

2 de noviembre de 2018

PASEOS EN OTOÑO


Estoy perezosa a la hora de poner al día el blog. Me han abandonado las musas y se ha secado de golpe mi creatividad.
Quizá se deba a que al regresar de nuevo a Pamplona, necesito unos días para habituarme. Y no es que no me encuentre bien aquí. De echo al llegar y ver de nuevo mi barrio grité con todas mis fuerzas. Eso es síntoma de que ya lo siento mio.



En mis paseo habituales ya voy saludando a unos y otros conocidos.  El paso del tiempo hará el resto...
Todo es cuestión de dejar pasar unos meses, unos años... También me ocurrió cuando llegué a Guardo después de vivir largos años en el sur.


Me fascinan los colores del Otoño.





 De un día para otro los árboles componen una sinfonía bellísima en sus hojas antes de morir.



Un canto a la vida que intento atrapar con mi cámara. Me pierdo en mis caminatas por caminos y veredas intentado captar la belleza de un instante.


Soy capaz de deleitarme sin prisa alguna cuando descubro algo me atrapa mi atención. A veces la gente me observa curiosa, pero yo voy a lo mío...


Allá donde la inocencia se esconde en una mirada, allá voy. Y fluye de manera natural una palabra, un susurro, una caricia.


A veces me salen al encuentro miradas divertidas que me observan desde su atalaya.  Personajes que atrapan mi alma de niña mientras emprendo la senda de los sueños por cumplir.


Y hasta me saludan los graffitis al pasar cerca. Arte de calle que atrapa mis sentidos despiertos y ávidos de nuevas sensaciones.


A la vera de un camino descubro unas sencillas flores que engalanadas iluminan ese mundo nuestro tan necesitado de amor. El sol a punto de despedirse las besa con ternura.


Una preciosa gata siamesa me mira con sus preciosos ojos azules desde lo alto de un muro. Me acerco cautelosa y se deja acariciar.


Dicen que los gatos te leen el aura y ese enigmático animal se acerca a mi con esa intención. No cabe duda...


En una rama se columpia una granada sin ningún temor. Apenas ha salido del cascarón y se asoma al mundo divertida y juguetona.


Un poco más allá descubro unas bolitas rojas que no se muy bien como se llaman. ¿Quizá, madroños?
Cuando me lo aprendo se me olvida de nuevo.
Anochece cuando doy por terminado mi paseo otoñal.
Así a través de mis fotografías he podido contaros lo que mis ojos ven y escribir de nuevo en el blog.
Poco a poco iré pasando por vuestros blogs, queridos amigos.