Desde hace muchos años hasta el fallecimiento de Nati, les podía ver sentados en un banco de la plaza con alguna de sus hijas en el verano. Me encantaba acercarme a saludarles, pues su mirada cálida se posaba en mí y me hacia mucho bien.
Ahora Ponciano está deseando que llegue el buen tiempo para salir a la calle. Desde la muerte de su compañera se le nota un poco decaído, no en vano llevaban 71 años juntos, pero conserva esa mirada afectuosa signo de ser un hombre de bien.
Nati y Ponciano, nacieron en Vega de Doña Olimpa, provincia de Palencia. Allí se casaron y tuvieron a sus tres hijas, Maria Luisa, Elena, y Nati. Trabajaban la tierra y vivían de ella.
Ponciano llevado por el afan de tener una vida mejor se trasladó a Guardo, pueblo próspero en aquella época y con muchos puestos de trabajo .
En el hogar de Nati y Ponciano, bebieron como en un manantial de agua pura sus tres hijas la esencia de la verdadera dignidad. Por eso es la mejor herencia que conservaran siempre.
Todos los veranos volvían al pueblo que dejaron. Allí se reunían todos con enorme alegría disfrutando la temporada estival. Sobre todo los más pequeños que acudían con sus abuelos nada mas les daban las vacaciones de verano.
Alrededor de la buena mesa, grandes y pequeños se sentían felices y amados. Nati, era una experta en hacer punto y las vecinas acudían a ella para aprender las nuevas técnicas. Con una sonrisa y una generosidad a prueba de bomba, encontraban en ella una profesora muy cualificada.
Grandes meriendas a la caída de la tarde donde el tiempo se detenía y la complicidad tenia como fondo la tierra parda castellana.
De aquellos tiempos aún guardan recuerdos los que les conocieron porque dejaron una huella imborrable entre sus vecinos.
Ponciano, recuerda sus viejos tiempos cuando los mozos celebraban el Carnaval. Organizaban en la hornera una merienda y las mozas se encargaban de hacer las tortillas y demás. Muchas veces, mientras las mozas en la iglesia rezaban el rosario, los mozos robaban lo que podían con gran enfado de las féminas.
Me cuenta tradiciones de la época. Cuando había una boda, los mozos le cobraban los "derechos" al novio, pasando una bandeja donde tenia que depositar una generosa propina si no quería ser tachado de tacaño.
Las vidas que os presento aquí en esta nueva sección, son vidas corrientes pero valiosas, dignas de ser contadas para que lo sepa el mundo.
Ha sido una visita entrañable rodeada de Ponciano y sus hijas. Me despido de él con un beso y prometo visitarle de nuevo. Fuera, hace frío, pero yo me llevo el calor de esta maravillosa familia.