23 de diciembre de 2021

¡FELIZ NAVIDAD!

 


Con mi afecto, para cada uno de vosotros que me acompañáis en la distancia, os deseos unas felices fiestas en familia.

Que el Año Nuevo venga repleto de cosas buenas.

17 de diciembre de 2021

JUVENTUD

 


Regreso a casa después de compartir la tarde con unos amigos. 

La niebla lo envuelve todo.

Y también un frío húmedo que me cala los huesos.

Hay un halo de misterio en las calles y plazas cercanas.

Como si la noche guardara secretos terroríficos inconfesables, donde el miedo se atreve a cruzarse con los transeúntes y darles un buen susto al volver la esquina.

Suenan unos pasos ligeros tras de mi. Voy hacía el autobús. 

Miro a mi alrededor, temerosa, creyendo ver figuras fantasmagóricas que me acechan y me siguen de cerca. 

Mi respiración se acelera y mis pies parecen volar.

Comienzo a sentir un sudor frío.  Puedo ver el vaho que sale de mi boca intentando aliviar mi miedo.

Me tropiezo al subir a la acera y casi doy de bruces en el suelo.

A punto estoy de gritar y pedir auxilio.

Agarro mi bolso con fuerza temiendo que alguien me lo arrebate.



Luego, me cobijo al amparo de mi bufanda de colores para sentir seguridad.

Todo ha sido fruto de mi imaginación calenturienta. 

En la parada del autobús, tan solo hay dos enamorados que se besan en medio de la niebla.

Para ellos no importa el frío, la lluvia, la humedad...

Simplemente se aman. Y el amor envuelve sus cuerpos en una coraza que les aísla de cualquier elemento de la naturaleza.

Llega el autobús.

Una vez dentro, noto un calor de humanidad, aunque nuestros rostros con las mascarillas sean incapaces de mostrar sensación alguna.

Hasta llegar a casa, se me va el recuerdo a la conversación que he tenido con mis amigos acerca del miedo.

Esos miedos e inseguridades que a todos nos acechan. Miedo al dolor físico o moral, a la enfermedad, a la muerte, a que no nos quieran, a que se olviden de nosotros, a que nos juzguen con demasiada dureza, a que nos hagan daño...

Además, un miedo añadido cuando ya se tiene una edad.

Al observar el paso del tiempo, se despierta en cada uno, con enorme fuerza, ese peso del bagaje de lo que hemos vivido.

Todo.

Lo bueno y lo malo.

Y quizás nos invade una nostalgia que nos paraliza largo tiempo.

Se arremolinan pensamientos y deseos que vagan a nuestro alrededor con la fuerza de un volcán en erupción y que no podemos controlar.

Nos sobreviene entonces la idea de que ya es demasiado tarde para casi todo. Apenas nos queda tiempo.



¡Vaya, ya estoy otra vez con pensamientos trascendentales!

¡Cosas de señora mayor con mucha imaginación!

Bueno, respecto a esto; lo de ser ancianos, hay muchas teorías al respecto.

Hay ancianos tremendamente jóvenes, que vuelan en libertad, sin tener que demostrar nada a nadie, porque se han reconocido y aceptado y, eso es muy liberador.

Cuando escucho en la tele o la radio una noticia acerca de un "anciano" de 73 años, no me siento identificada para nada.

Yo, y solamente yo, tengo el poder de ser y sentirme joven, porque soy dueña y señora de mi juventud interior.

Y entonces, no me importa la apariencia que demuestra mi verdadera edad.

En honor a la verdad, jamás he sentido el rechazo por parte de la gente joven hacía mi. Siempre he visto en sus ojos admiración.

Y eso me rejuvenece un poquito más si cabe.

Conecto con ellos, porque no he perdido la curiosidad y estoy dispuesta a escucharles y aprender de cada uno.

¡Me niego a estar de vuelta de la vida!

La vida es hermosa y en ella me refugio.

¡¿Quien me podrá arrebatar mi juventud?!

¡Que se atreva alguien...!

Ese es mi poder.

Mío, y solo mío.

Si...ya se...que vendrán a visitarme de nuevo los miedos, y los dolores físicos y morales.

Pero entonces me acordaré de los jóvenes enamorados que se besaban en la noche de niebla y mi alma rejuvenecerá porque yo también amé y fui amada.

P.D. Perdón por si no están correctos los signos de puntuación. No los domino con fluidez.



9 de diciembre de 2021

RETAZOS DE LA VIDA DE CELIA. (Octavo capítulo)

 


La madre de Celia era una mujer muy alegre y divertida.

Amaba la vida con pasión.

 Le gustaba mucho el cine, y le solía cantar las canciones de las películas que había visto, que hablaban de amores prohibidos, no correspondidos, o el amor mismo en todas sus expresiones y, es que de si algo sabía su madre, era de saber amar.

Era una mujer buena, vital, fuerte, generosa.

Era muy limpia y tenía la casa como los chorros del oro. 

De vez en cuando le daba por hacer limpieza general. Comenzaba por la mañana temprano, y al volver del colegio a la hora de comer, seguía metida en su mundo de polvo y telarañas.

Al verla llegar y darse cuenta de que no tenía la comida hecha, improvisaba en pocos minutos un plato combinado que consistía en patatas fritas, huevos y salsa de tomate. 

En sus ojos infantiles, las manos de su madre, entonces, eran como las de una maga. Aquel plato era su favorito y un auténtico majar para ella. 

El sabor de aquel plato elemental, hecho con el cariño de su madre hacía ella, estaría ligado a sus recuerdos de infancia respecto a los sabores y olores gastronómicos.

Y recuerda, como estaba deseando, que su madre se enfrascara de nuevo otro día en el arte de la limpieza, para degustar una vez más exquisito plato.



Celia era la mayor de las chicas. Tenía un fuerte carácter que comenzaba a afianzarse con sus quince años.

Por eso, fueron muchas las veces que chocaban sus caracteres, ya que su madre se apoyaba en ella para las tareas de la casa y el cuidado de sus hermanas más pequeñas.

Su rebeldía juvenil se veía reflejada en pequeños gestos ante la autoridad materna.

Pero no conserva de aquellos encontronazos trauma alguno, ya que eran pequeñas anécdotas a la hora de ir adquiriendo su propia personalidad como ser humano único.

Su madre le enseñó a amar el cine, la música, el arte, la naturaleza, la vida...

Se quedó para siempre en su corazón, esa humanidad que desprendía su madre por los cuatro costados, y que le sirvió de ejemplo en su vida de adulta a lo largo de su vida.

Las grandes gestas y heroísmos se aprenden al calor del hogar en los primeros años de vida.

Y de ella aprendió a amar los libros y las letras. Cuando estaba interna en un colegio, las cartas de su madre le llegaban repletas de prosa poética contándole de manera muy bella los acontecimientos familiares.

Y ríe al recordar, cuando muy niña, que no quería asistir a la escuela. Quizá por el miedo a lo desconocido.

Una prima de su madre que vivió una temporada en su casa, era la encargada de cogerla en brazos y llevarla por todo el pueblo, a pesar de sus gritos y pataleos hasta la escuela.

Hasta que un día, un barrendero le preguntó con mucha ternura que era lo que le ocurría para llorar de esa manera. 

Ella, con la voz entrecortada, le contó como pudo el porqué de su llanto.

Entonces, él le fue explicando muy despacio todo lo que iba a aprender allí y que seguro lo pasaría muy bien.

Desde aquel día, nunca más la tuvieron que llevar a rastras. 

Iba caminando y saludando a su amigo el barrendero cuando se lo encontraba en su camino hacía la escuela.

Los primeros encuentros con la letras, a pesar de no querer nada con ellas, dieron su fruto años más tarde.

Los recuerdos vienen y van, pero de alguna manera siempre están presentes.

P.D. El resto  de los capítulos los podéis leer en la barra lateral del blog donde pone: "Etiquetas"

 

6 de diciembre de 2021

DUNA

 


Me llegaba la noticia por medio de una amiga, del terrible suceso del que ha sido víctima, Duna, una perrita galga.

Os cuento: Duna, estaba con sus dueños, Laura y Juanma en la sierra de Tajonar realizando unos ejercicios de adiestramiento.

Tenía cuatro años y había sido adoptada por la pareja hace dos.

En un momento determinado, perdieron el contacto visual con ella, dado que era parte del adiestramiento.


Al ver que no regresaba, llamaron insistentemente a la perra, sin ella dar señales de vida.
Pero gracias al dispositivo GPS que llevaba en el collar, pudieron rastrear sus movimientos desde el teléfono móvil.
Siguieron el geolocalizador durante un kilómetro hasta el pueblo de Tajonar.

Una vez allí se desplazaron a una finca donde llamaron a Duna con insistencia, sin que ella respondiera con ladridos.
Extrañados y muy preocupados accedieron a a un cobertizo donde se encontraron a la perra ahorcada y sin vida.


Un ser malvado y ruin, la había raptado en una furgoneta y la había matado.
¡Pobre Duna!
Perrita dulce, confiada, amada...
Se fue a topar con la muerte de la manera más cruel.

Puedo imaginar, sus bellos ojitos pidiendo clemencia a una escoria humana que se atrevió a quitarle la vida, así, sin más...
Sus ladrillos de angustia no pudieron llegar a oídos de aquellos que la amaban.
Sin entender que ocurría, fue arrastrada sin piedad alguna hasta el potro de castigo. 




No puedo comprender a este tipejo desalmado que no tuvo compasión alguna de un ser tan bello e inocente.
Quien es capaz de hacer algo tan tremendo y vil, es capaz de cualquier cosa. Incluso con los seres humanos.
No me cabe la menor duda.
Es un peligro para la sociedad.

Allí se quedó la pequeña, Duna con sus ojitos sin vida, esperando que, Laura y Juanma vinieran a socorrerla. Pero no llegaron a tiempo. Tan solo pudieron cubrir su cuerpecillo de besos y acunarlo acompasado con su dolor.

¡Pobre Duna!

La preciosa galga que amaba la vida y era amada.


La maldad humana me desconcierta y me asusta.
¿Cómo somos capaces de tanto horror?

Descansa, pequeña. 
Nosotros nos encargaremos de hacer justicia. O de que se haga justicia, ya que en este país sale muy barato maltratar, causar daño, golpear y matar a los animalillos.

Mientras no se endurezcan las leyes, esto será lo más habitual.
Por supuesto que fui a la manifestación que había programada  delante del negocio familiar en protesta.
La rabia popular se había acumulado allí, de gentes de bien, mientras las fuerzas del orden cumplían su cometido. 
Los ánimos estaban caldeados y aquello se podía ir de las manos.

Tu muerte no será en vano. Poco a poco la sociedad se va concienciando de que una sociedad avanzada, es aquella que respeta a los animales y, al contario, el maltrato animal es la antesala de la violencia. 
Me viene a la memoria la letra de una canción, de la cual no conozco su autor.
Dice así: "No maten a ese animal, porque matan la escritura, la canción, la pintura, los poemas y el amor. Tienen derecho a la brisa, noche luna y sol".

Pequeña Duna, de ojos bellos, te imagino allá en las verdes praderas del cielo saltando y amando la vida.














Como colofón y en memoria de Duna, os dejo alguna fotografía de los que acudieron con sus perros a la protesta.

También hice muchos vídeos que he subido a las redes sociales. La noticia se hizo viral en pocas horas.

P.D. Las primeras fotografías de Duna, son de los dueños que me he permitido el atrevimiento de compartirlas.

¡Está tan guapa!

2 de diciembre de 2021

LAS LETRAS


 

Últimamente las letras me han abandonado. Me suele ocurrir con frecuencia. Entonces me siento cual huérfana perdida en la marea del cosmos.

Pero resulta que hoy han aparecido de nuevo cuando menos lo esperaba.

En la madrugada se dejan ver las muy tunantas.

Pero no puedo dejarlas de lado, pues se acurrucan junto a mi, deseosas de tomar vida.

Y aunque mis ojos sienten la tentación de cerrarse y dar las buenas noches a la vida, hago esfuerzos por abrirlos y componer algo bello.

¡Ah, las letras y yo...!

Viejas amigas, cómplices de mil aventuras que mi imaginación calenturienta se atreve a inventar.

La vida misma que aletea en una mirada al cruzar una calle, en la sensación de un roce al pasar, en esos pasos que se cruzan con los míos y me recuerdan mi propia fragilidad y grandeza.

En el "otro" me encuentro, en sus afanes y sueños me identifico. 

Porque al final, no somos más que pobres seres necesitados, paupérrimos, vulnerables, frágiles, que caminamos al unísono.

Hay un punto en el queramos, o no, todos nos encontraremos, y ahí poco importan las ideas, el linaje, el abolengo, la alcurnia, la riqueza o pobreza de cada cual.

Cuando menos lo esperamos, la vida nos pone en la realidad de lo efímera que es.

Entonces. ¿ A qué vienen esos aíres de grandeza, esa mirada por encima del hombro, esa ridícula sonrisa de diosecillo del universo?

¡Pero qué caramba!

A estas horas, en que la lluvia golpea insolente en mi ventana, me vienen estos pensamientos trascendentales de los que yo misma me sorprendo.

Moralinas de vieja, o alucinaciones nocturnas, podéis pensar...jejeje.

Todo porque las revoltosas letras se han despertado de su letargo.

¡Ya podían haberlo hecho antes!

Mira que he tenido tiempo libre para dedicarlas a lo largo del día..., pero son así: caprichosas, mimosas, impredecibles, antojadizas, inconstantes, cautivadoras...y no puedo resistirme a sus encantos.

Os confieso, en secreto, que no tengo otro afán de mayor responsabilidad, que el de atenderlas.

Hace tiempo las elegí como compañeras de vida, y en cuestión de elección, cada uno es muy libre.

Las necesito como algo importante en mis rutinas, como se necesita al amigo, al amor.

Mañana, quizá vuelvan a esconderse de nuevo y tendré que buscarlas por los armarios y rincones de mi casa.

Al final, no sé si he compuesto algo bello, o simplemente he jugado un rato con ellas juntándolas entre si. 

En fin...que mi cuerpo no aguanta más.

A las buenas noches queridos amigos.