22 de febrero de 2015

OLIVIA Y SUS SOMBREROS


A Olivia le gustaban los sombreros no solo porque había estudiado en el colegio que tienen sus orígenes en el antiguo Egipto.   La mayoría de las veces le servían para camuflar su poderosa timidez que le impedía mostrarse al mundo tal y como era.
Le gustaban de todas las maneras posibles: de paja, de tela, de lana, de terciopelo, de fieltro...
Aquel complemento de su vestuario formaba parte de su personalidad. Desde muy pequeñita se sintió muy cómoda con esa prenda,aun cuando la mayoría de los niños no son partidarios de ella.
De alguna manera buscaba un refugio por muy liviano que fuera a la hora de descubrir el mundo con sus ojos infantiles.
Y es que Olivia siempre fue muy particular.
De carácter introvertido, poseía un interior muy rico al que era muchas veces imposible acceder porque se cerraba en banda cuando sentía cerca peligrar su intimidad.
Se refugiaba en su mundo sin necesidad de inspeccionar el que la vida le brindaba.
Era de esas personas que carecen de importancia a los ojos de los demás que las juzgan cerradas y primitivas.
Pero ella con sus sombreros era capaz de plantarle cara a cualquiera, porque se sentía fuerte escondiendo bajo una falsa apariencia su verdadera personalidad. Y es los sombreros son capaces hasta de marcar el estatus social del que lo lleva.
Cuando se calaba uno de sus sombreros era como un rito ancestral delante del espejo. Sacaba muy despacio el que quería y se lo colocaba con verdadera devoción. Luego, se miraba una y otra vez de frente, de lado, de perfil...hasta dar con el punto perfecto.
 De alguna manera era su coraza, como la del soldado que se prepara para una guerra.
Con sus sombreros además de protegerse del frío, de la lluvia y del sol, intentaba protegerse de miradas curiosas e inquisitivas.
¿Pero por qué Olivia se comportaba así?
¿Que misterio escondía detrás de sus sombreros?
¿Por qué intentaba ocultarse con ellos?

A pesar de intentar pasar desapercibida, no lo consiguió. Siempre hay un alma que conecta con la tuya. Alguien que se atreve a cruzar el infinito espacio que le aleja de ti. Gente que intenta bucear en tu interior tratando de hacerlo suyo. Sin la aventura del conocimiento del otro, la vida carecería de valor, porque cada uno iríamos en solitario con la pobreza que eso encierra.
Olívia guardaba mucho dolor dentro que le impedía vivir, soñar, amar...
Y es que el dolor si no se le da cauce, puede ahogarnos.
Un día Olivia conoció a David de manera accidental. Al ir a cruzar la calle no calculo bien estando a punto de ser arrollada por una moto. Precisamente la conducía David que se acercó inmediatamente a preguntar como se encontraba.
Aquél día el sombrero de Olivia rodó por el suelo y tuvo que enfrentarse a su destino cara a cara...
Después, todo sucedió muy deprisa, como queriendo recobrar el tiempo perdido...
Olivia se casó con David.
En su memoria apenas queda el recuerdo de aquella mañana en que siendo un bebé de dos años su madre la abandonó a las puertas de un horfanato cubierta su cabeza con un sombrerito rosa de terciopelo.