31 de enero de 2016

TARDE DE COMPRAS


Magnífica tarde en León acompañada de  Ursula y Cristina.
Ellas acuden a una reunión de trabajo, yo voy de compras.
Salimos a la 1,30, después de cerrar la tienda.
Han tenido el detalle de invitarme a ir con ellas pues saben de mis ganas de ir a las rebajas.
Un viaje muy agradable que me da pie para conocerlas un poquito más. Apenas hemos cruzado unos cuantos ratos de conversación en la tienda cuando voy a preguntarles algo sobre mi móvil o simplemente paso a saludarles.
La aventura del conocimiento me fascina. Yo charlo sin parar a lo largo del trayecto, pero también escucho.
Es ahí donde surge la magia del encuentro. Cada uno tiene su propia historia, su pasado y su presente y compartirlo con los demás, enriquece.
Pasamos por infinidad de pueblos pequeños por los que me gustaría perderme con mi cámara al hombro.
Al llegar, apenas tenemos tiempo de comer, por lo que entramos en un Burger y echamos mano de la llamada "comida basura" -tengo que confesaros que es la primera vez que la tomo- y me dejo aconsejar por una de ellas. Me pido una hamburguesa con bacon, patatas y café con helado.
Bueno, para un día, o de vez en cuando, no esta mal...
Pero personalmente prefiero tapear por el Barrio Húmedo.



Nos despedimos. Ellas se van a trabajar y yo al Corte Inglés. Como todavía es temprano, apenas hay gente.
Comienzo a mirar de acá para allá con enorme interés y me pierdo por un laberinto de colores que llaman poderosamente mi atención.
Me gustan los colores alegres y no dudo en entrar al probador con tres vestidos coloristas de varios precios.
Buff, temo a los probadores...
Allí, rodeada de espejos que me devuelven la imagen multiplicada, se acentúan mis defectos por mil.
Comienzo la ardua tarea de probarme mientras pierdo las gafas en el intento...
Uno me queda estrecho- no cabe duda de que he engordado, pues es mi talla de siempre-, otro no me acaba de gustar y el otro no le va a mi tipo. Así termino el primer tramo de mi tarde de compras.
Tampoco me importa demasiado. Hace tiempo que me acepto tal cual soy y no le doy más importancia al asunto. Tengo otras prioridades en la vida.
Después, miro un abrigo azul marino. Me lo pruebo, pero le falta un cuello de piel que lleva superpuesto- tiene unos diminutos botones en el cuello y por eso lo deduzco- que alguien se ha llevado. La dependienta muy amable me dice que puede pedirme otro y venir a recogerlo el lunes, pero le digo desde donde vengo y que no tengo fácil poder volver.
De repente, veo a Raúl con su mama. Raúl es el niño más dulce del universo. Es mi amigo desde su más tierna infancia. Les saludo, y me cuentan que han ido de compras como yo.
Compruebo emocionada como ha crecido el niño, pues hacía mucho que no le veía. Tiene unos preciosos ojos que te escudriñan las entretelas del alma.
Ya desde muy chiquitín me llamaba por mi nombre al verme pasar cuando su abuela le llevaba en el cochecito.
Les despido con un mimo acariciando unos de los rizos que resbalan por su frente.
Al cabo de un rato de probarme y probarme, termino exhausta.
Miro el reloj y son casi las siete de la tarde.
Me despido de los grandes almacenes, tal y como he venido.
Tan solo me he comprado un poncho por valor de 20 euros.
No soy de comprar por comprar...
Si me gusta darme algún capricho de vez en cuando. Intento no sumergirme en la vorágine de las compras compulsivas.
Si no encuentro lo que busco, o no acabo de estar conforme con lo que veo, me retiro sencillamente sin ningún problema.


Fuera, se oculta el sol en el horizonte.
Le voy viendo en las calles que cruzo, intentado jugar conmigo al escondite.
Es de una belleza espectacular.


Cerca de la Plaza de Toros puedo verlo en todo su esplendor.
Mira que pensé en  traer la cámara de fotos, pero pesa tanto...
Hago unas instantáneas con el móvil mientras cruzo la avenida.
Anochece, y un intenso frío se cuela entre mis huesos. Llamo a mis amigas para saber cuanto tiempo les queda y decirles en el lugar que me encuentro esperándolas.
Me siento en un banco cercano y, a los pocos minutos se pone a mi lado una chica joven. Yo, comienzo a hablar con ella como si la conociera de siempre. Al principio la noto un poco reservada. Quizá con sorpresa de su parte al ver como una desconocida le habla con toda la naturalidad del mundo, pero al cabo de unos instantes es como si fuéramos amigas de toda la vida.
Al final se despide con un beso.
Mientras se aleja, porque han venido a recogerla, pienso en la fama que tenemos los castellanos de secos y serios, y compruebo que no siempre se cumplen los prototipos de personas que habitan en cada región de nuestro querido país con cada una de sus características peculiares.
Ni todos los castellanos somos serios, ni todos los andaluces muy simpáticos ni los catalanes peseteros...
La reunión de mis amigas es lejos de la capital y como he llegado un poco pronto, se me hace larga la espera.
Es noche cerrada, y tan solo se escucha el ruido de los coches que circulan sin parar por la carretera y algún transeunte de vez en cuando que pasa presuroso.
Un aire frío me azota la cara mientras me acurruco en el cuello de mi abrigo intentando protegerme.
En eso si se ha cumplido lo esperado.  Las noches de León en invierno, son muy frías...
Sola, desvalida, acurrucada en mi banco, espero pacientemente. Pienso en esas pobres gentes sin hogar, que viven esa situación a diario y sin posibilidad de dormir en una cama.
Agradezco a la vida tener una casa donde mi gata me espera impaciente.
Veo llegar un coche blanco que me pita.
¡Son ellas!
Me piden disculpas. Les sonrío, sin darle importancia mientras me subo al coche con rapidez.
El viaje de vuelta a casa, tan placentero como a la venida.
Ha sido una tarde diferente, donde mi amistad con Ursula y Cristina se ha afianzado.
¡Ahora si que puedo presumir de que son amigas mías!
Gracias, chicas, por pensar en mi y llevarme con vosotras.

23 de enero de 2016

CUMPLEAÑOS FELIZ





Hoy cumplo 68 años.
La emoción me embarga, porque desde las doce de la madrugada no han dejado de llegar mensajes por el Facebook, por correo, por el chat y hasta por el móvil. Mi sobrino Héctor no ha podido esperar a mañana y me acaba de llamar.
Cada año me conmueve más vuestro afecto y quiero con estas letras daros las gracias a cada uno de vosotros por estar siempre ahí.
Es verdad que muchos me habéis conocido a través del Baúl de Laika y leéis mis escritos, disfrutáis de mis fotos y vídeos- sobre todo los que estáis lejos del pueblo y os gusta regresar a él a través de mi blog-  pero también en Facebook somos muchos los que compartís conmigo muchas cosas y yo con vosotros.
Esto da lugar a que se forme una amistad virtual muy profunda.
 Por un lado estáis los que vivís en el pueblo y nos conocemos personalmente. A vosotros puedo abrazaros, interesarme por vuestras pequeñas cosas, miraros a los ojos,  ayudar si fuera necesario, tomar un café, disfrutar de una fiesta, saborear una cena...
Por otro lado están mis amigos blogueros desde que comencé a escribir en el blog y los que últimamente he conocido .
A los primeros, les tengo un cariño muy especial, porque son muchos los años que llevamos compartiendo tantas cosas...
A alguno también les he podido conocer personalmente y con varios hablo por teléfono.
Con vosotros he aprendido, he compartido, he experimentado,  he llorado, he reído, he amado...
En la red, se abre un blog y más tarde se cierra, o incluso se vuelve a abrir y se vuelve a cerrar, pero las vivencias y la amistad siempre quedan.
Muchas gracias por vuestra valiosa compañía. Me gustaría nombraros uno a uno, pero temo olvidarme de alguno, pues ya la memoria me falla un poco.
Os quiero a cada uno.
A los segundos, que casi acabo de conocer, deciros que ya formáis parte de este grupo maravilloso de internautas amigos, y que ha sido una enorme alegría haberos encontrado. Espero que el paso del tiempo vaya afianzando nuestra amistad y con mi curiosidad innata seguir aprendiendo de cada uno.
Os dejo una preciosa fotografía  y un vídeo, que me hizo mi amiga Ángeles, fotógrafa mexicana que se atrevió a robarme el alma con sus instantáneas.
En la foto sonrío con todas mis fuerzas. Siempre me gusta sonreír a la vida, a la gente...incluso alguna vez siento la necesidad de ir cantando por la calle.
¿Inconsciencia? ¿Infantilísmo? ¿Locura?...
Simplemente un don. A cada uno le ha sido dado el suyo. Puede ser la belleza, la sabiduría, la honradez....
El mío es la alegría y el buen humor junto al don de gentes.
Yo nací siendo muy alegre y así espero morirme: siempre con una sonrisa.
Os dejo un vídeo con una canción con la que me identifico en muchas cosas.
Siempre he vivido a mi manera, aun en los momentos que pudiera parecer lo contrario, porque soy un espíritu libre .
Reí, también llore, gane, perdí...
Pero siempre rescaté lo mejor de cada instante y eso espero seguir haciendo por muchos años más.

¡GRACIAS!  

20 de enero de 2016

COLOR Y VIDA



Después de la última entrada donde las paredes eran grises y el olor a humedad, quiero traeros hoy este montaje de fotografías coloristas con una música que alegra los sentidos.
Suelo ir a León cuando se despierta la llamada "urbanita" que hay dentro de mi y necesito ir a la ciudad.
Para ello tengo que madrugar un poco porque no conduzco y eso me limita mucho. Además con los famosos recortes hemos visto mermados los servicios públicos de transporte y es difícil trasladarse.
A Palencia hay más opciones.
Aprovecho para comprar ropa y darme algún capricho. Luego, me pierdo por los rincones buscando un lugar para comer cercano a la catedral y así poder disfrutar de la belleza de su arte una vez más.
Acostumbrada a vivir en un pueblo, saboreo esas horas intensamente por aquello de no tenerlo a mano habitualmente.
Escaparates, avenidas, edificios, paseos, jardines...todo me fascina. Pero una vez satisfecha mi necesidad estoy deseando volver de nuevo a mi rincón porque es donde he encontrado mi lugar y he decidido vivir.
Para el viaje de ida, suelo utilizar el tren Feve, de vía estrecha, que más de una vez han pretendido quitar y que al final quizá lo consigan.
Cuando el tren se pone en marcha es noche cerrada, pero al cabo de un rato comienza a vislumbrarse el sol entre las montañas. Es entonces cuando aparece la magia mientras me dejo llevar por ella.  Este tren esta ligado a mis recuerdos infantiles y de adolescencia. Entonces funcionaba con carbón y eran otros tiempos.
Recuerdo a mis padres acudir a despedirme a la estación cuando comenzaba el curso y me iba a León a estudiar interna en el Colegio de la Asunción. Mi padre me subía la maleta y me buscaba el mejor sitio con ventanilla sabiendo de mi curiosidad. Y recuerdo esos besos cálidos y afectuosos de los dos al despedirme.
Las estaciones, sobre todo la de mi época era como el centro de la vida del pueblo por la repercusión económica que tenía para la zona. Pero además era un lugar de encuentro.
En ella nos concentrábamos compartiendo la vida social. El tren, testigo mudo de llegadas y despedidas nos unía.
¡Si pudieran hablar las vías o las viejas máquinas!
Aprovecho en estos viajes a llevar mi cámara y robar a través de la ventanilla la vida de los pueblos que me voy cruzando, sobre todo a la vuelta que la tengo que hacer en autobús.
Lógicamente, con el cristal, las fotos son de mala calidad y además las tengo que hacer al vuelo. Una instantánea rápida en movimiento es muy difícil de conseguir, ahí esta mi reto.
Con ello me distraigo durante el viaje y de alguna manera doy vida a esas zonas rurales desprovistas de casi todo- incluso de habitantes- pero que conservan la belleza de lo genuino.
Prados, montañas, casas, rincones...parecen recobrar vida...
Con mi cámara pretendo mostrar la vida de esas gentes, pilladas al azar, en ese instante en que yo las vi.
Espero que os guste.

P.D. En el vídeo también hay algunas fotos de rincones del pueblo donde vivo. Guardo- Palencia.


16 de enero de 2016

PAREDES GRISES


Era una casa oscura, de grises paredes. Tan grises como la vida de las mujeres que la habitaban.
Olía a humedad, que es el olor de la desolación más absoluta.
Aquellas mujeres habían sido educadas con un severo rigor procedente de la religión que profesaban sus padres.
Un fanatismo manipulador había formado parte de su educación desde la infancia, de tal manera, que habían reprimido en ellas toda la naturalidad de la belleza.
Su mundo era cerrado, plano y oculto sin tener acceso a las cosas más elementales con que los humanos hacemos más llevadero este valle de lágrimas.
Los dogmas y las tradiciones culturales de hace siglos, coartaban su propia manera de ser y querer, mientras el miedo se había adueñado de ellas pensando en los grandes castigos por su desobediencia a aquellas leyes impuestas.
Cuando un día, él las descubrió, sintió una enorme lástima por ellas y se prometió a si mismo cambiar sus vidas poco a poco.
Bien es verdad, que al principio un enorme rechazo se instalo en su alma alegre, e intento olvidarse y no complicarse la vida.
Pero de sobra sabía que había sido dotado de un singular don que no debía guardar tan solo para si mismo.
Aquellas pobres mujeres- jóvenes todavía- le recibieron con enorme recelo. Los hombres no eran bienvenidos en aquella casa desde hacía un par de décadas.
Bien les había insistido su padre antes de morir, que se tenían que comportar conforme a la moral sobre la mujer que mandaban los cánones, y había que salvaguardar su honor por encima de todo. Dejándolas muy claro, que las manifestaciones de amor carnal o afectivo, solo debían darse dentro del matrimonio.
Después de su muerte, habían quedado junto con su madre, sin apenas color en sus mejillas desprovistas de la ilusión y la esperanza que todo lo alcanza.
Muchas tardes se acercaba a la casa llamando a la puerta,  y con insistencia lograba que le abrieran.
Fue una labor lenta, pausada, casi ceremoniosa...
Volvía a veces un poco desanimado, mientras cabizbajo llegaba de nuevo a su casa con aquel olor a humedad metido hasta el tuetano.
Era tal el grado de adoctrinamiento que tenían, que quiso desde el principio sembrar en ellas la duda. Porque era como romper una grieta en aquella masa de ideas tan compacta.
Pero su meta era muy clara, y una se las primeras cosas que hizo, fue abrir las ventanas para que entrara la luz.
Aquellas vidas habían sido manipuladas, vejadas, ninguneadas y relegadas a la más absoluta oscuridad de las cosas bellas de la vida.
Por eso, cuando la luz penetró en el interior, todas las telarañas y espantajos de sus paredes grises, se vinieron abajo.
Después, se empleo a fondo para limpiar rincones donde habitaban los miedos más ancestrales, mientras la sonrisa se instalaba en aquellas caras femeninas desvelando sus preciosos rasgos y la belleza de la liberación.
Con el paso de los días llegaba a su casa exhausto, pero el olor a humedad era menos penetrante.
Comenzó a llevarlas de paseo por el campo, donde el sol, la lluvia, el frío y el calor se hicieron inseparables de sus correrías saboreando todo ese mundo de sensaciones que les habían sido vetadas durante largos años.
Al principio tímidamente y al final sin ningún reparo.
Saltaban con los pies descalzos por los prados, se bañaban en el río mientras jugaban con el agua cantarina. Gritaban al viento empeñándose en largas carreras para ver quien era la primera en llegar.
A lo lejos, las montañas las observaban divertidas viendo su cambio e invitándolas a subir.
Y efectivamente subieron...
Una vez allí, a voces se fueron llamando, mientras el eco burlón les devolvía los nombres y su propia esencia.
Un día les llevo a conocer la ciudad. Para ello tuvieron que coger el tren muy temprano.
Cuando comenzó a deslizarse por la vía, sintieron como se alejaban para siempre de su anterior vida.
Con enorme asombro miraban el paisaje por la ventanilla como quien ha descubierto el mundo por vez primera.
Muy bulliciosas daban las gracias a su salvador queriendo abrazarle.
Cuentan las crónicas que no volvieron nunca más a aquel lugar.
Tan solo queda de aquella época, un ligerísimo olor a humedad y una fobia al color gris, porque el pasado de alguna manera siempre nos acompaña...

P.D. Dedicado, a Carmen, Elisa, Violeta, Pamela, María, Inma, Isabel, Rosa....


12 de enero de 2016

PASEOS AL ATARDECER


Hoy, en mi paseo habitual hace un aire frío que intenta besarme la cara, mientras yo hago lo que puedo por evitarlo...
Hay una luz especial, como un halo mágico que ilumina la tarde.
Camino deprisa, con sombrero en la cabeza, manos en los bolsillos y bien arropada. Vamos charlando de nuestras cosas, mientras saludamos a las personas con las que nos vamos encontrando.



Intento robarle la intimidad al atardecer con algunas instantáneas.


Un enorme mastín nos sale al encuentro. Titubeo un rato al ver su imponente figura en mitad del camino. Él, se acerca cariñoso y me atrevo a acariciarle la cabeza mientras observo su extremada delgadez. Cerca, se oyen los cencerros de unas vacas pastando, por eso intuyo que es su guardián.


Poco a poco, el aire se va calmando y es mas agradable el paseo. Son muchos los viandantes que se han atrevido a salir como yo.



Cerca, se escucha el cantar del agua, mientras corre con fuerza por una pequeña cascada.


El cielo se tiñe de rojo y va muriendo el día.
 El río, le hace un guiño de complicidad, y la belleza se adueña del lugar.



Los árboles desnudos parecen figuras fantasmagóricas que intentan asustarme, pero yo no les hago caso y sigo mi camino.


Hay enormes charcos por los prados debido a las lluvias de estos últimos días. Me dan ganas de chapotear dentro sin ningún recato.


Un manto blanco de nieve arropa la montaña, intentando cobijarla con enorme ternura.
 Ha llegado el invierno.


Muere la tarde y con ella un poquito de mi misma...

7 de enero de 2016

GUARDO ESTA DE SUERTE



Guardo despertaba ayer con una buena noticia. El tercer premio de la lotería del Niño había caído íntegro en la localidad.
Me llegaron rumores a media mañana por boca de un pariente, que me llamó por teléfono muy entusiasmado, excelente pintor y mejor persona.
 Después, las redes sociales comenzaron a compartir la noticia a lo largo de la mañana.
Si que me dieron ganas de subir al Mesón el Portalón que es donde se jugaba el número desde hace tiempo, pero tenía un poco liada la mañana y además me he tomado unas vacaciones respecto a mis reportajes de la vida del pueblo y no lo hice.



Por eso os traigo aquí los vídeos de los verdaderos profesionales que no faltaron a la cita. Los reporteros de la televisión autonómica.
Desde aquí felicitarles.
He leído que incluso un cámara no pudo estar hasta la noche con sus pequeños para celebrar la fiesta de los Reyes con ellos y ver los regalos.
 Es dura la profesión de reportero, pero apasionante.      



Los dueños, Celia y Luis, jugaban ese número desde hace muchos años y han visto premiada su fidelidad haciendo muy felices a los parroquianos que frecuentan su mesón y que son la mayoría de los premiados.


Desde aquí felicitarles y enviarles un abrazo.





También yo he podido ser uno de los agraciados con la suerte. Solía cenar por estas fechas allí con amigas y comprábamos un décimo, incluso los dueños nos obsequiaban con alguna participación.
Aunque las fotos son de mala calidad, quiero dejar constancia de que es verdad lo que digo, mostrándolas.



Además os dejo este montaje de fotografías de nuestras cenas.


Ofertaban una carta muy variada de exquisitos platos típicos del lugar.


Siempre quise hacerles un reportaje, por ser un lugar mítico de Guardo, pero nunca me decidí a hacerlo de verdad.





 No acudí a la cita, pero tengo muy buenos contactos en los medios, y mi amigo Rubén Abad, del "Diario Palentino" ha tenido la gentileza de prestarme sus propias fotos con enorme generosidad por su parte.
¡Gracias, Rubén!

Muchos blogeros del mundo entero, amigos, me han felicitado porque han visto la noticia en los telediarios. Conocen Guardo gracias al Baúl de Laika y los vídeos que comparto con ellos.
La mayoría de ellos cuando comencé mi andadura en el mundo blogger, no les sonaba la zona, pero ahora son casi como uno más de nosotros. Conocen nuestras montañas, nuestras tradiciones, nuestro folclore, nuestras fiestas y nuestras gentes.
Gracias a la magia de internet, nos vamos abriendo camino por el mundo.
Muchas personas del lugar, al igual que yo, colaboran en ello dando a conocer la Montaña Palentina con sus fotos y vídeos.
¡Felicidades!

3 de enero de 2016

LLUVIA


Llueve hoy en este primer domingo del nuevo año.
Escucho el tintineo de las gotas de lluvia al caer, mientras observo la vida desde dentro.
Adoro las mañanas de lluvia somnolientas de deseos, dejándome llevar sin más, por la caricia de mis manos inertes en el regazo.
 Sin prisa alguna, saboreo con fuerza los instantes. Sin apenas moverme, ensimismada en mis propios pensamientos como una retrospección de mi mundo interior pasado y presente.
En esos momentos, tan solo se escucha una melodía. Unas veces de violín, otras de un piano, incluso del llanto desgarrado de una trompeta.
Vivimos demasiado deprisa. Sin lugar para la reflexión que nos hace más libres.
Puedo observar a las gentes en su ir y venir cobijando sus amores y desamores debajo de un paraguas de colores. Porque es preciso poner a la vida un poco de color, para poder renacer cuando sea  necesario, escondiendo nuestra propia indigencia.
Se llenan los caminos y las calles de charcos, que no me queda más remedio que saltar, mientras la lluvia atrevida me besa la cara sin ningún recato.
De alguna manera el agua redime mis culpas y lava mis  imperfecciones mientras hace que me sienta mejor.
Otras veces el barro me impide caminar con soltura, aferrándose a mis pies y tratando de arrastarme al fango con enorme virulencia.
Todo ello acompasado con los sueños por cumplir en esta nueva etapa que se abre ante  mi pletórica de belleza incierta.
 En la aventura del vivir diario todo queda expuesto a los imprevistos que nos depara el destino. Ahí esta precisamente el incentivo para no dejarse morir en el intento.
Agua, redención, paraguas, charcos, amores, sueños, música, reflexión, regazo, gotas, besos, barro, culpas, indigencia, vida, destino...