11 de abril de 2022

CARTA A DANI.

 


Querido Dani:

No tuve el privilegio de conocerte de cerca. Tan solo alguna vez, mis ojos se tropezaron con tu sonrisa, pero no recuerdo haber hablado contigo nunca.

No supe como era el tono de tu voz, la inflexión verbal a la hora de referirte a tus familiares y amigos.

Y me hubiera gustado, no creas...

Según los que te conocieron bien, eras un hombre bueno, y eso ya dice mucho de ti.




Un gran amigo de sus amigos, generoso, divertido, servicial, alegre compañero.





Todo lo que he leído acerca de ti estos días, se centra en esos adjetivos que hacen tu figura grande, muy grande.



Amabas la naturaleza y las preciosas montañas palentinas, testigos mudos de tu presencia y de tantos amaneceres y atardeceres que tan bien has plasmado en la belleza de tus magníficas fotografías.

Muchas veces te manifesté mi admiración al darle al like en tu muro de Facebook.

Y amabas la nieve en la montaña y el placer de deslizarte por las pistas saboreando la vida.

Precisamente, la blanca nieve te acunó rumbo a lo desconocido.

Me gusta pensar, que como una buena amiga te cobijó en tu último suspiro.

Ya le hubiera gustado a tu querida madre acogerte en sus brazos en esos dolorosos momentos y hacer más suave tu caída.

Esa madre buena, que se ha quedado rota de dolor sin saber cómo va a seguir viviendo.

No es la primera vez que pasa por ello.

Tu padre, también falleció de manera inesperada en un trágico accidente, y la herida, aunque cicatrizada, aún duele.

Entre todos los que la queremos trataremos de ayudarla a sobrellevar su pena.

Y además, están tu mujer y tu joven niña.

No puedo imaginar el dolor tan intenso que su corazón albergará en estos momentos.

Para tu mujer, el tiempo se ha detenido, porque el destino le ha arrebatado su amor y no encuentra consuelo.

Tu niña, ya no podrá llamarte papá, ni abrazarte, ni acudir a las montañas contigo.

También, tu hermano, tendrá el corazón destrozado. Me consta que estabais muy unidos.


Como reza una sevillana: "Algo se muere en el alma, cuando un amigo se va, y va dejando una huella que nadie puede borrar".

Con esta misma letra me quiero despedir de ti: Algo se muere en el alma, cuando un hijo, un hermano, un marido, un padre, un amigo se va, y va dejando una huella que nadie puede borrar.

La huella que tú dejas es imperecedera, porque tu ejemplo es el mejor legado que hemos recibido aquellos que tuvimos la suerte de conocerte.

In Memoriam.

P.D. Hace unos días nos dejaba Dani en un trágico accidente que llenó los titulares de los periódicos. Era hijo de una amiga mía, y aunque nuestra amistad es reciente, tiene un poso que se ha ido forjando día a día. Con este texto quiero abrazarla en la distancia y enviarla mi cariño.