Aun así, ha sido un día alegre para esas familias que llevan largas semanas luchando por su trabajo y el sustento de sus hijos.
A las diez de la mañana han salido varios autobuses para Palencia con el motivo de acompañar a los mineros de la marcha negra a su llegada a la capital. He podido compartir ´muy emocionada el trayecto con varias familias acompañadas algunas de sus hijos muy pequeños. Conchi, ha querido leer un texto que ella misma había escrito para los mineros y que a más de uno le ha hecho saltar las lágrimas. La hemos aplaudido para agradecerle el detalle, y entre risas y buen humor hemos llegado al final del trayecto.
A la media hora, han hecho su entrada en la ciudad los mineros y eran aplaudidos a su paso por los viandantes que les mostraban así su solidaridad y su cariño.
Por unas horas, la capital de esta zona castellana, ha sido invadida por un ejercito de mineros que querían hacerse oír en la Delegación del Gobierno y por las demás autoridades.
El delegado no ha salido a recibirles demostrando así una vez mas la clase de políticos que tenemos. No así el alcalde de la ciudad D.Eliodoro Gallego que les ha recibido a las puertas del consistorio donde se ha leído un manifiesto agradeciendo a los presentes y a todos los que han apoyado de una u otra manera este conflicto a lo largo de estas semanas.
Una vez terminado el acto, los mineros de la marcha negra y los familiares de todos, acompañados de amigos, nos hemos desplazado hasta el pozo de las Cuevas para acompañar a los demás compañeros en su salida después de largos días de encierro.
He querido vivirlo con intensidad. Es más, he salido a su encuentro adentrándome en la boca de la mina. La emoción me invadía de manera especial...soy hija de minero, nieta de minero...
Una vez dentro y en la oscuridad del pozo, he empezado a escuchar sus cantos a Santa Bárbara,su patrona, y a lo lejos, en medio de la negrura del lugar, las luces encendidas de sus lámparas me hablaban de esperanza a pesar de todo.
Muchos niños no han querido esperar más el regreso de su papá y se han lanzado como yo, dentro, a buscarles y deseosos de besarles.
A la salida, abrazos emocionados de las mujeres a sus maridos, a sus madres, hermanas...
Esas mujeres que tanto saben del sufrimiento y que tan generosamente se han portado a lo largo de estos dolorosos días.
El semblante de los ojos rojos por el cansancio de los mineros encerrados, daba paso a la alegría del reencuentro con los suyos.
Ha sido un día intenso. Intenso y lleno de emociones sin límite, con un final feliz.
Desde aquí, desearles lo mejor y su pronta recuperación y que este pequeño escrito, sea un homenaje a mi padre, a mis tíos, a mis abuelos...y a todos los hombres buenos que trabajan en esta dura tarea.