9 de enero de 2020

REBAJAS


Acudí el otro día a las rebajas. No suelo ir el primer día, pero quería ver el ambiente personalmente y me decidí a ir.

El Corte Inglés estaba a rebosar.  Gente de todas las edades y condiciones subían y bajaban continuamente por las escaleras mecánicas.

Era un espectáculo curioso. 
Parecíamos hormigas atareadas en hurgar entre la ropa variopinta que se acumulaba en grandes montones desordenados, por más que las dependientas se afanaban en poner un poco de orden.

Cuando una multitud descontrolada se concentra en un lugar, es muy difícil que todo discurra con normalidad.
Todos en mayor o menor medida nos dejamos llevar amparados en el grupo y perdemos nuestra propia identidad.
El caos nos arrastra sin apenas percibirlo y nos hace perder la compostura y a veces hasta la dignidad.
Esto ocurre en las rebajas y en otras manifestaciones de nuestra convivencia como sociedad.

Largo rato estuve observando a la gente con mi mirada curiosa.
En su afán por coger primero la prenda que parecía estar más rebajada, los empujones de hacían notar.

Bien es verdad, que se ha rebajado ( valga la redundancia ) la tensión mucho, dado que ya el periodo de rebajas tiene otro competidor llegado de fuera. El Black Friday y que comienza un poco antes. 
Además están las compras online que es otra manera de comprar sin moverte de casa y que acapara muchos adeptos.

Yo prefiero acudir a las tiendas y probarme una y otra vez los modelos con el cansancio que ello comporta. Pero no lo puedo evitar. Soy capaz de pasarme la tarde o la mañana de acá para allá de tienda en tienda. 

Y no soy una compradora compulsiva. 

La mayoría de las veces vuelvo a casa sin haber comprado nada.

Sin embargo conozco personas que les horroriza mi postura y solo acuden a las tiendas cuando tienen verdadera necesidad de comprar algo urgente.

Yo lo veo como un placer.

Lo que si me divierte es ver a los maridos aburridos o cuidando de los peques.

Aunque no se puede generalizar. Hay hombres a los que les gusta las compras tanto o más que a las mujeres.



Observo esa lucha cuerpo a cuerpo por encontrar la prenda largo tiempo deseada, y no puedo por menos de sonreír.

Generalmente, los stand de las grandes marcas, poco asequibles para el ciudadano medio, suelen estar vacíos dados los precios desorbitados que llevan en la etiqueta.
Hablo de Carolina Herrera para arriba...
Suele haber una dependienta guapa, amable, educada, atenta, que nada más te ve acercarte, se brinda a ayudarte a buscar lo que deseas. 
Aunque la mayoría de las veces sea solo el deseo de deleitarse mirando esas obras de arte inasequibles para tu economía. 
Un vestido de 350 euros se llevaría la mitad de mi pensión.
Ocurre que tanta atención intimida, y optas por no pararte siquiera allí donde se encuentra el oscuro secreto de deseo de cualquier fémina que le guste vestir bien.

Pero todo cambia cuando llegan las rebajas precisamente por ese caos que se forma y donde uno se escabulle sin apenas hacerse notar.
Además, con las rebajas los precios son más asequibles y uno se puede permitir un capricho.

Estas últimas semanas se podía diferenciar la clase social a la que se pertenece con tan solo mirar a cada lado de los stand.
Pero llegada esta época, es muy divertido ver a la gente mezclada por las distintas plantas con la ilusión en la mirada tratando de hacer una buena compra por poco dinero.

Aún así, la mayoría de las veces tenemos más de lo que necesitamos. Vamos acumulando cosas materiales arrastrados por esta sociedad de consumo en la estamos inmersos.

Personalmente me gusta la ropa bonita, sea de marca o no. 
Me gustan las marcas porque me ofrecen calidad. 
 Prefiero invertir precisamente en calidad y precio.
No tengo muchos caprichos ni me los puedo permitir, pero no cabe duda de que los "trapos" son uno de ellos...

Contaros, que de momento no he encontrado nada que valga la pena. 
Me traje a casa un vestido rojo ( mi color fetiche ) y lo voy a devolver. 
Una manga tiene un pequeño defecto que le quita prestancia a la prenda. Y eso que es una marca famosa.

No cabe duda de que además de gustarme ir de tiendas, me apasiona observar a la gente y con mi fantasía poder construir un relato.

Espero os haya gustado este y os doy la bienvenida después de las vacaciones navideñas en las que he hecho un parón.

P.D. Las fotografías son cogidas de la red.