8 de enero de 2011

DESAYUNO CON DIAMANTES



Se desperezó como pudo y abrió la persiana para que entrara la luz del sol.  Llovía torrencialmente y parecía que todavía la noche rondaba por las esquinas.
Miró el despertador y una exclamación acudió a su garganta.¡¡uf, que tarde es!!
El olor a café comenzó a llenar la estancia y con él un cúmulo de sensaciones le invadieron. Se tomó el zumo de naranja recién exprimido que es cuando contiene todas las vitaminas según había escuchado una y mil veces. La tostadora anunciaba que el pan estaba en su punto, y sacó el aceite de oliva virgen que guardaba primorosamente y regó por entero la tostada de pan, después la cubrió con mermelada de arándanos, su preferida.
Comió muy despacio la fruta pelada de antemano, saboreando las vitaminas una a una, era como un rito que se repetía cada mañana como queriendo coger toda la fuerza del mundo para comenzar un nuevo día.
Acabadas las fiestas Navideñas, la rutina, su rutina, empezaba de nuevo.
Creyó adivinar al salir a la calle que todo volvía a ser como antes, incluso escuchó a alguna ama de casa comentar en la esquina, que menos mal que habían acabado todos los festejos.
Había escuchado en las noticias que no corrían tiempos buenos para la sociedad y los ciudadanos. Las fiestas pasadas habían dado una tregua a los problemas reales, y de nuevo había que plantarles cara. ¡Menos mal que había desayunado estupendamente!