21 de marzo de 2021

JULIETA

 


Julieta tenía los ojos más bellos del lugar. 

Cuando asomaba a los caminos, los pájaros salían a su encuentro y la acompañaban largo rato jugando a esconderse entre los arbustos.

Apenas tenía doce años, y su cuerpo grácil era bamboleado por el viento como una pluma, mientras sus pies y brazos componían una hermosa danza adoptando siluetas curvilíneas de una belleza singular.

El trigo mecido por el viento, trataba de imitarla llevando el compás al unísono, y el sol que estaba a punto de ocultarse se unió a la fiesta con unos rayos saltarines y coquetos.

Caía la tarde, y Julieta pasito a pasito comenzaba la aventura de su vida.

Se sabía poseedora de todos los sueños por cumplir, e iba acariciándoles uno a uno lentamente.

Julieta entonó una canción, bajito, como para sus adentros.

Era tal la alegría que sentía, que no podía reprimirla.

Caminó unos pasos más, hasta que de repente comenzó a dar saltitos de felicidad, porque con andar no le resultaba suficiente.

A lo lejos, vio llegar un hermoso perro blanco. Su pelo era como de algodón. Al llegar donde estaba la niña, se acercó muy despacio, como si presintiera la belleza de su alma.

Ambos se fundieron en un abrazo, ante la atenta mirada de su dueña.

Después, se perdió por la vereda dejando tras de si una estela de luz maravillosa.