Caminaban hablando de sus cosas. Al fondo se divisaba la montaña adornada con unos bellos copos de nieve. Había sido una tarde intensa de compartir risas y cariño.
Terminaba el día pero ya formaba parte de los recuerdos entrañables. Un fotógrafo genial les fotografió para dejar constancia de los momentos vividos.
Las huellas en el camino de regreso a casa quedaron allí para siempre, como símbolo de una amistad duradera.
La montaña y aquel lugar testigos mudos de aquel día.