15 de diciembre de 2018

OFELIA


Ofelia salió a mi encuentro una tarde de primavera. Paseaba yo con mi cámara fotográfica tratando de plasmar la belleza genuina de la naturaleza sin más pretensión que la de disfrutar de la vida, cuando de repente la vi salir de entre unos matorrales.
Muy despacio, para no romper el hechizo de ese instante, disparé el objetivo una y otra vez.


Ofelia, ajena a mi presencia iba de acá para allá luciendo el colorido de sus alas. Libando de flor en flor me ignoraba, mientras yo vivía intensamente aquellos momentos.
Alguna vez pasó muy cerca de mi, e incluso temí que se asustara. Pero no.
Ofelia, seguía ofreciéndome un maravilloso espectáculo para mi solita.


Extasiada pude hacer todas las fotografías que quise. Era como si Ofelia estuviera posando para mi.
Algunos transeúntes me observaban de lejos con enorme curiosidad, pero yo solo tenía ojos para Ofelia.


Entre ella y yo había una conexión especial. Pues llegó un momento en que parecía mirarme a los ojos. Era un diálogo entre ambas, a nuestra manera...
Pura poesía para los sentidos.
Me sentí un poco loca, un poco niña, un poco poeta, porque solo ellos son capaces de rescatar la belleza que se encierra en un instante.


Después, la grabé en vídeo para dejar más constancia de lo vivido.
Ahí os lo dejo. Se que vosotros lo vais a entender mejor que nadie.