9 de abril de 2016

LA TARDE


Caminaba descalza sobre la hierba teniendo cuidado de no pisar los sueños recién estrenados de unas sencillas margaritas que acaban de nacer.
El prado rezumaba vida y sentía latir las entrañas de la tierra en sus pies.
Era una sensación muy peculiar aquella, que no dejaba de practicar siempre que podía.
Una ráfaga de viento paso rozándole la cara sin piedad. Era frío, muy frío...como la ausencia de caricias de los que ya no se aman.
Por el sendero, vio  a lo lejos a un personaje que caminaba lentamente. Apenas le conocía. Tan solo había oído hablar de él  algún comentario malicioso de esos que ensucian la conciencia de quien los hace.
Cuando estuvo a su altura, pudo escuchar que le dedicaba un saludo afectuoso mientras se paraba a su lado.
Tenía la mirada herida y un puntito de esperanza allá en el fondo del alma.
Ella le miro con atención, como queriendo descubrir su historia.
Fue un instante fugaz, donde pudo comprobar en su rostro la desolación que causan los juicios temerarios.
Una leve sonrisa ilumino el lugar.
Se despidió de él mientras pensaba que quizá tenía sueños que cumplir como cualquier mortal,porque estaba lleno de vida.


Un pájaro desde la rama de un árbol les dedico un trino mientras se alejaba.
Tenía la belleza de lo sublime y la ingenuidad de los niños.


Acaricio la tarde como pudo, mientras sus pensamientos se refugiaban en la corriente de río, libres...