5 de abril de 2010

EL TIEMPO


Mi amigo coleccionaba relojes en el rincón de un viejo taller de coches. Parecia con ello que atesoraba el tiempo en aquel minusculo habitáculo. Quizá el tiempo que se le escapaba de las manos porque rondaba los cuarenta y se le iban los días casi sin darse cuenta.

En su ir y venir descubría nuevas piezas con las que enriquecer su colección y con su poder de persuadir a los demás hacia lo imposible por conseguir un nuevo reloj, ya fuera de pared, de pulsera o un viejo despertador.

No miraba el valor material de aquellas maquinarias, algunas ya inservibles . Se le antojaba, que detrás de cada uno, había una vieja historia que el paso de los años desdibujó y que se hizo realidad día a día cuando las manillas de cada uno de ellos marcaba inexorablemente cada hora y cada minuto.

Cada vez ponía mas empeño en atesorar tiempo, aunque fuera una ingenuidad por su parte pensar que en aquella habitación podría guardar todo el tiempo del mundo para cuando tuviese necesidad de el.

No le importaba que los demás rieran de buena gana, cuando les hacia notar que podia acumular como con un poder mágico el tiempo que marcaban cada uno de aquellos viejos relojes, y retenerlo.

Atesoraba más y más tiempo...

Hasta que un dia, su tiempo se acabó...

No le valió de nada, todo lo el tiempo que habia atesorado con tanta pasión. Sus relojes llenos de polvo, se quedaron inertes esperando su mirada, que de alguna manera les habia devuelto a la vida.

Cuentan que en aquellas viejas estanterias, se oyen, risas, voces, lamentos...es el tiempo acumulado que se rie del ser humano...
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