22 de octubre de 2013

OTOÑO


Aquel otoño se quedaría grabado para siempre en el alma de aquella niña. Su abuela, su adorada e idolatrada abuela se había ido para siempre casi sin despedirse.
Era difícil conciliar desde entonces el sueño, porque se le venían imágenes de los años pasados en su compañía constantemente. Quizá no estaba aún preparada para su marcha ¡Tenia tantos sueños por vivir con ella!
Siempre le gustaba presumir de las bufandas tan preciosas que le hacia cada invierno. Cuando alguna vez había invitado a alguna amiga a casa comer, sus ojos se iluminaban al ver la cara de asombro y placer que ponía cuando degustaba los macarrones de su abuela. ¡Nadie los hacía mejor!


Con ella de la mano aprendió a amar a los animales y la naturaleza, dando grandes paseos por el campo. Las abuelas -pensaba ella- poseen toda la sabiduría del mundo encerrada en su corazón y la van desparramando a manos llenas en el camino de  aquellos que aman.


Jamás podrá olvidar aquella niña herida por la ausencia de su abuela querida, la primera vez que viajó con ella a la capital en aquel sencillo tren que todas las mañanas cruzaba el puente de hierro. Apenas pudo dormir de la emoción. Sus ganas de aventuras se hacían realidad con aquel viaje, y mientras lentamente observaba el paisaje asomada a la ventanilla, sus sueños bailaban a su alrededor mientras los prados, las nubes y las montañas le sonreían.


El río estuvo siempre muy presente en la vida de su abuela y en la suya, de tal manera que siempre pensaba que allá en el fondo de sus aguas guardaba todos los secretos de ambas.
Mas de una vez sus pies descalzos, jugaron a atardecer con la corriente, como pretendiendo escaparse con él por esos mundos caminando al unísono. Y es que al lado de su abuela, aprendió a amar la vida apasionadamente.



Aquel otoño se quedará grabado para siempre y nada volverá a ser igual. Dicen que las personas que se van para siempre, siguen vivas en la memoria de los seres amados. Esa querida niña, guardará como el mejor tesoro los momentos vividos a su lado, mientras pasea su pena por los lugares amados de las dos.

P.D. Este relato, me lo ha inspirado la mirada inocente de una niña amiga mía, que acaba de perder a su querida abuela, y he querido traerlo aquí, como homenaje a su abuela y a todas las abuelas del mundo que cualquier otoño de la vida nos dejan.