28 de septiembre de 2009

El reloj

Aquel reloj con aires de antiguedad, apareció una mañana en las manos ilusionadas de alguien , que lo habia comprado muy barato en el tederete de un mercadillo. Traia con él, la ilusión de los niños, que aún conservan algunos adultos, que les hacen entrañables.

Desde ese mismo instante, el reloj, tuvo vida propia cuando muy ceremoniosamente, su dueño, le dió cuerda. Un pitído ensordecedor, llenó la estancía , como anunciando algo festivo. Las demás personas que observaban la escena, reian sin recato... era un niño con su jugete y le miraban con ternura y quizá con un ligero mosquéo . Tendrian que aguantar, durante algún tiempo, el ruido ensordecedor de aquel simpatico artefacto .

Era un reloj, que tendria yá, su propia historia, habia sido presentado al resto de la familia y habia sido testigo de esos encuentros entre seres que se aman , y que hacen grande , cualquier acontecimiento por sencillo que sea, que les lleva a compartir, la alegria sencilla de la vida.

Sus agujas, se movian con armonia , como saboreando cada minuto. A veces, la felicidad, son instantes, apenas perceptibles a nuestro corazón y si no se se está aténto, se dejan pasar de largo.

El reloj, impasible, pero constante, va dando las horas. La mayoria de las veces, apenas nos damos cuenta, solo cuando el ruido de la alarma, atrapa nuestra atención, somos conscientes de la fugacidaz del tiempo.

En un rincón de la casa de su dueño, servirá de reclamo para atrapar la belleza de la vida, y saborearla intansamente.
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