El árbol protestaba lanzando al viento mil improperios que salían atropelladamente de su garganta. Un niño le observaba temeroso procurando no cruzarse con su mirada severa y enfurecida mientras se agarraba fuertemente a la mano de su madre.
Los transeúntes le miraban con curiosidad preguntándose el por qué de su enfado y hasta se atrevían a pararse cerca y escuchar sus alocadas voces.
Un anciano que apoyado en su bastón pasaba por allí, se atrevió a decirle bajito: "!como te entiendo amigo¡"...
Una joven mujer, se acercó despacito para no asustarle y se le puso delante. Su belleza juvenil logró acallar los gritos y voces de aquel árbol y hasta se le escapó una mueca que bien podía tratarse de una sonrisa.
La joven mirándole a los ojos con ternura le espetó una pregunta ¿que es lo que te ocurre?
El árbol intentó guardar su compostura controlando sus impulsos y emociones, pero un suspiro de alivio se escuchó en el silencio de la tarde mientras se disponía a contar en confidencia a su joven amiga la causa de su enfado.
Mi vida dijo, ha sido un cúmulo de vivencias mejores y peores, así es el caminar de cualquier humano. He gozado, he reído, he llorado...muchas veces toqué la felicidad con mis manos y mientras el viento sopló a mi favor la retuve con todas mis fuerzas sabiendo que un día se marcharía de mi lado.
El dolor me ha visitado con frecuencia porque según dicen algunos, forma parte de la vida...un adiós, una traición, la muerte de un ser querido, la derrota, la calumnia.
Miles de atardeceres y mañanas soleadas me acompañaron mientras los días y los años pasaban inexorablemente. Días también en que las nubes cercanas no dejan ver la belleza del sol.
Inviernos, primaveras, otoños, veranos, fueron protagonistas de mi vivir, mientras yo procuraba mantener despierta la mente, activo el intelecto, sereno el corazón.
Muchas personas compartieron conmigo risas y llantos, momentos buenos y malos. Conocí la amistad en toda su belleza, el amor mas intenso y desinteresado, la pasión en todos sus matices.
En fin, querida niña, para que voy a seguir...
Ah! pero desde hace tiempo me corroe una idea que apenas puedo quitar de mi cabeza. Cada vez escucho y me entero de amigos y conocidos que padecen una enfermedad terminal. ¿ De que se trata ese fenómeno con ese nombre tan rimbombante ?
Cuando menos te lo esperas aparece ella sin avisar, silenciosamente, sibilinamente...y la vida cambia de una manera especial.
De repente cae sobre uno todo el peso de la desgracia llegando a preguntarse ¿por qué a mi?
Una vez que se recompone uno de la primera impresión, las pocas fuerzas las emplea para intentar atajar su avance, visitas al médico,soluciones transitorias, esperanzas en el aire...
Pero nada vuelve a ser igual.
El deterioro físico es evidente, la mirada se vuelve opaca, la sonrisa forzada, los ánimos en decadencia, la piel se torna pálida, a veces cetrina.
Al lado del enfermo, miradas amorosas, ternura en las manos, llantos escondidos, despedidas silenciosas.
Mientras, los demás, sin apenas atreverse a mirar la enfermedad por si se acerca demasiado, se van encerrando en su torre de marfil para no ser descubiertos.
No nos educan para afrontar la muerte, el dolor, la enfermedad...y sin embargo nos acompañan en el camino de la vida, como si de viejos amigos se tratara.
Mi enfado, mis voces, son una manera de rebelarme ante lo inesperado, ante lo que es efímero, ante lo mas tarde o mas temprano llega con toda su violencia.
El árbol se acurrucó en el hombro de la joven niña, y sollozó. Ella, le acarició suavemente, tratando de calmar su dolor y agradeciéndole que lo hubiera compartido Así estaba segura de que sería mas llevadero.
Los transeúntes le miraban con curiosidad preguntándose el por qué de su enfado y hasta se atrevían a pararse cerca y escuchar sus alocadas voces.
Un anciano que apoyado en su bastón pasaba por allí, se atrevió a decirle bajito: "!como te entiendo amigo¡"...
Una joven mujer, se acercó despacito para no asustarle y se le puso delante. Su belleza juvenil logró acallar los gritos y voces de aquel árbol y hasta se le escapó una mueca que bien podía tratarse de una sonrisa.
La joven mirándole a los ojos con ternura le espetó una pregunta ¿que es lo que te ocurre?
El árbol intentó guardar su compostura controlando sus impulsos y emociones, pero un suspiro de alivio se escuchó en el silencio de la tarde mientras se disponía a contar en confidencia a su joven amiga la causa de su enfado.
Mi vida dijo, ha sido un cúmulo de vivencias mejores y peores, así es el caminar de cualquier humano. He gozado, he reído, he llorado...muchas veces toqué la felicidad con mis manos y mientras el viento sopló a mi favor la retuve con todas mis fuerzas sabiendo que un día se marcharía de mi lado.
El dolor me ha visitado con frecuencia porque según dicen algunos, forma parte de la vida...un adiós, una traición, la muerte de un ser querido, la derrota, la calumnia.
Miles de atardeceres y mañanas soleadas me acompañaron mientras los días y los años pasaban inexorablemente. Días también en que las nubes cercanas no dejan ver la belleza del sol.
Inviernos, primaveras, otoños, veranos, fueron protagonistas de mi vivir, mientras yo procuraba mantener despierta la mente, activo el intelecto, sereno el corazón.
Muchas personas compartieron conmigo risas y llantos, momentos buenos y malos. Conocí la amistad en toda su belleza, el amor mas intenso y desinteresado, la pasión en todos sus matices.
En fin, querida niña, para que voy a seguir...
Ah! pero desde hace tiempo me corroe una idea que apenas puedo quitar de mi cabeza. Cada vez escucho y me entero de amigos y conocidos que padecen una enfermedad terminal. ¿ De que se trata ese fenómeno con ese nombre tan rimbombante ?
Cuando menos te lo esperas aparece ella sin avisar, silenciosamente, sibilinamente...y la vida cambia de una manera especial.
De repente cae sobre uno todo el peso de la desgracia llegando a preguntarse ¿por qué a mi?
Una vez que se recompone uno de la primera impresión, las pocas fuerzas las emplea para intentar atajar su avance, visitas al médico,soluciones transitorias, esperanzas en el aire...
Pero nada vuelve a ser igual.
El deterioro físico es evidente, la mirada se vuelve opaca, la sonrisa forzada, los ánimos en decadencia, la piel se torna pálida, a veces cetrina.
Al lado del enfermo, miradas amorosas, ternura en las manos, llantos escondidos, despedidas silenciosas.
Mientras, los demás, sin apenas atreverse a mirar la enfermedad por si se acerca demasiado, se van encerrando en su torre de marfil para no ser descubiertos.
No nos educan para afrontar la muerte, el dolor, la enfermedad...y sin embargo nos acompañan en el camino de la vida, como si de viejos amigos se tratara.
Mi enfado, mis voces, son una manera de rebelarme ante lo inesperado, ante lo que es efímero, ante lo mas tarde o mas temprano llega con toda su violencia.
El árbol se acurrucó en el hombro de la joven niña, y sollozó. Ella, le acarició suavemente, tratando de calmar su dolor y agradeciéndole que lo hubiera compartido Así estaba segura de que sería mas llevadero.