13 de enero de 2012

TRASTO




Hace unos días que "Trasto" no se encuentra muy bien. Se pasea con languidez por los rincones de la casa, apenas come,tiene la mirada triste, vomita de vez en cuando y se nota que está sufriendo. Se acurruca al lado de su dueña con mirada suplicante y sin apenas fuerzas para ronronear como es su costumbre, se deja caer abatido.
Su dueña, se le acerca con ternura y trata de calmarle acariciándole. Inmediatamente llama a un taxi y lo lleva al veterinario. Allí lo examinan, le hacen pruebas, y se dan cuenta de que lo que tiene es muy grave.


Trasto está muy nervioso e inquieto.Parece que se da cuenta de su mal. Con un pienso especial, y alguna pastilla para tomar, regresan a casa tratando de aferrarse a la vida y luchar contra esa enfermedad maldita que trata de ganar la batalla.
Durante el trayecto de vuelta, su dueña se percata de que algo no va bien, que la gravedad ha vuelto con insistencia. Sin pensárselo dos veces, le dice al taxista que regrese a la clínica de nuevo. El veterinario la tranquiliza, son los efectos secundarios de una prueba que le han hecho.

De nuevo en casa,los días transcurren con incertidumbre, la mejoría deseada no llega, y Trasto sufre muchísimo.
De nuevo tienen que acudir al veterinario, pero no encuentran solución. En unos días el gato mas guapo del barrio, vuela al paraíso de los gatos dejando a su dueña desconsolada.


Conocí a Trasto el verano pasado. Era guapo, altivo, curioso...Cuando llegue invitada por su dueña a comer a su casa, me observó con indiferencia y se fue a su rincón como para demostrarme que no le hacia ni pizca de gracia mi presencia.
Pero yo estaba dispuesta a ganarme su cariño, porque después de tener en casa a Leticia, mi gata, me encantan los gatos.
Trate de ganármelo, poco a poco, con insistencia. Era como un cortejo entre él y yo, y a pesar de su reticencia en acercarse a mí, en un momento determinado pasó a mi lado y tocó mi brazo con su rabo, como dándome el visto bueno.


Al cabo de un rato se fue a sentar en la silla donde descansaba mi bolso como para darme a entender que nuestra amistad había subido un grado mas.
Y es que los animales saben perfectamente quien les quiere.


La última foto que le hice fue esta como presentador del telediario, pensando en hacer algún día una entrada en el baúl divertida.

Su dueña está muy triste y yo también. Solo quien ha compartido su vida con una mascota puede entender el vacío que deja su marcha, la tristeza que produce su ausencia.
Trasto, este pequeño homenaje que quiero brindarte como despedida, sirva de recuerdo y alivio para el dolor que tu dueña siente porque te has ido para siempre.


Quiero recordarte entre los alegres geranios que tu dueña tiene en la terraza, y cuando vuelva a ese rincón nuestro, los oleré presintiendo tu presencia.




Descansa feliz y gracias por el afecto y los años compartidos con mi querida amiga.