4 de octubre de 2019

OTOÑO


Cada año por esta época, los chopos y los demás árboles de la orilla del río Carrión se llenan de colores.  El Otoño por esta zona suele ser cálidos y son muy apetecibles los paseos saboreando el sol de media tarde.



El sol se va filtrando por la ramas y las hojas amarillas y brillan como el oro. Desde siempre me han fascinado esos altivos y majestuosos chopos que forman parte del paisaje de mi infancia.


También aprovecho para hacer alguna ruta en la Montaña Palentina y disfrutar de un entorno sin igual rodeado de bellos paisajes.


Hace unos días estuve en la Senda de la Tejeda de Tosande, donde pude entrar en un bosque que se me antojaba encantado por la magia que me iba encontrando al adentrarme en él.


La Tejeda de Tosande, pertenece al Parque de Fuentes Carrionas y Fuente Cobre.  Una ruta de enorme riqueza botánica. Durante el recorrido se pueden ver encinares, robledales, y hayedos, hasta llegar a una de las tejedas más importantes de la Península Ibérica. Existen cerca de 800 ejemplares , algunos milenarios, un árbol cada vez más escaso.




La belleza asoma a lo largo del camino de manera natural. Tan solo uno se tiene que dejar llevar...


Y con mi calenturienta imaginación, hasta me pareció ver en un recodo del camino a la serpiente tentadora de la madre, Eva...




Aunque hay que subir una zona escarpada antes de llegar a un mirador, desde donde se contempla el Pico las Cruces, Peña Celada y la Cumbre de Peña Redonda, el esfuerzo vale la pena.
Todos los datos los he recopilado de un blog que se titula: "Excursiones y Rutas por Castilla y León".


Al mismo tiempo que llegamos mi amigo y yo, un grupo venido desde Madrid disfrutaba al igual que nosotros del magnífico día. Y a lo largo del camino, nos fuimos encontrando con gentes muy variadas haciendo la ruta. Unos de edad madura, y gente joven con sus chiquillos a la espalda y los más mayores caminando. Y no una, sino varias familias. Cosa que me encantó, pues es muy socorrido llevar a los peques a un centro comercial a pasar las horas de asueto, algo que no les beneficia tanto como disfrutar de la naturaleza.




Eso si, a lo largo del trayecto no faltó el buen humor...




Las vacas pastaban en el prado, dueñas y señoras del lugar.


Pero con el Otoño llega también la hora de mi marcha.
Regreso a Navarra con un halo de nostalgia, pero feliz de haber podido disfrutar de un nuevo verano en Guardo y sus maravillosas gentes.
En mi recuerdos más entrañables, estarán estos días ya para siempre, junto con el deseo de volver cada año.