9 de enero de 2022

VACACIONES NAVIDEÑAS EN CÁDIZ.

 


Estas fiestas navideñas decidimos irnos al sur en familia.

Cansados de estar encerrados en casa y muy limitados en nuestra vida ordinaria por el covid, necesitábamos un poco de libertad.


Alquilamos una preciosa casa a orillas del mar, y como no era temporada alta, y la gente por la pandemia se ha movido menos, el pueblo de Conil de la Frontera fue por unos días nuestro pueblo.

Un pueblo tranquilo, muy bonito, y sin bulla en sus calles.


La temperatura era ideal. Todos los días veinte grados más o menos.

La luz maravillosa del sur se mete en el alma y el corazón y no puedes vivir sin ella.

Sé muy bien de lo que hablo. Desde los dieciocho años a los cincuenta, he vivido en Andalucía y me considero andaluza de adopción.

Siempre que vuelvo al sur, regreso a casa.


El primer día comimos en el pueblo, en un restaurante llamado: "El Escondite" un patio andaluz con encanto en el barrio pesquero. 


Comida innovadora llamada de autor.
Trato exquisito. Calidad precio muy bueno.


El segundo día pasamos la mañana en Barbate.
Lucía un sol maravilloso sin el aíre de levante tan típico de la zona.


A orilla del mar degustamos un exquisito arroz negro y pescado de la zona, regado con un fino bien frío.


El primer día del nuevo año, lo pasamos en la Playa de la Barrosa, en Chiclana de la Frontera, y comimos un exquisito arroz con bogavante a orilla del mar.



Y descubrimos este vino guerrero que nos cautivó.


Pero tenía yo pendiente una cita muy deseada hace tiempo.
Alfonso y Miguel Ángel querían conocerme en persona, pues somos amigos virtuales.
Quedamos una mañana para pasar el día juntos.
Venían desde Jerez de la Frontera.
La emoción me embargaba mientras les esperaba en la puerta de la casa, por si se perdían.
Les vi llegar y me acerqué corriendo hacia ellos.
Alfonso, grabó la escena con su móvil.
En mi Facebook se ve bien.
Aún con las mascarillas puestas nos reconocimos al instante.
Al cabo de unos momentos, era como si hubiéramos estado siempre juntos.
Pasamos la mañana en el pueblo, comimos juntos, reí con Miguel Ángel hasta llorar.
Paseamos por la playa, hicimos fotos y vídeos, charlamos...


Como regalo, me trajeron una botella de buen vino de Jerez y con el nombre de Alfonso incluido. Todo un detalle.



Otro día volvimos a Chiclana y visitamos el Cabo Roche.


Quise hacerme una foto al lado de la Torre del Puerco.
Estas torres vigías servían para proteger a la población de los piratas que se acercaban a la costa, al ver llegar al enemigo.


Comimos en : "El Cuartel del Mar". Situado al lado del mar en la Loma del Puerco, en la playa de la Barrosa, ha pasado de ser un cuartel de la Guardia Civil a un restaurante cotizado.
Lugar paradisiaco, con una terraza enorme en la azotea donde tomamos un aperitivo disfrutando una vez más de la Costa de la Luz.
Degustamos como es habitual en la gastronomía gaditana el atún rojo, donde destaca en este restaurante una sección entera de la carta, donde destaca el tartar de atún con garum de anchoa, de inspiración romana.




Pescados de la zona, lubina, pargo, calamares, a la brasa y las impresionantes vistas al mar, nos alegraron el día.


Han sido diez días maravillosos cargando las pilas y siempre cuidando las medidas sanitarias impuestas por las autoridades por el covid.


Una mañana el cielo se llenó de pájaros voladores enormes...Los parapentes de colores se hicieron dueños del cielo azul de Conil. Desde arriba, me saludaban los que practicaban este deporte a primera hora de la mañana en la Playa Fuente del Gallo, al lado de casa.


Pero la mayoría de los días eran los surfistas los dueños de la playa. En mis ratos libres les pude observar con detenimiento. 

Tengo miles de fotos en la cámara que todavía no he podido descargar en el ordenador, con lo cual os estoy poniendo las de mala calidad hechas con el móvil.


Me fascina el mar. Estuve largos ratos observándole y disfrutando de la playa.

Bien es verdad, que mis raíces son de un pueblo de la Montaña de León, y que me gusta el agua solo para verla.

Nunca aprendí a nadar, a causa de que una vez me tiraron a la piscina sin saber hacerlo, y lo pasé fatal.




Cádiz nos despidió con lluvia. Una ligera lluvia.


Las exquisitas hamburguesas en la barbacoa, estaban deliciosas.


Pero eso no impidió que al cesar la lluvia pudiéramos comer en el jardín como despedida.


El sur es mi casa, y a él regreso siempre que puedo.


Espero volver pronto, antes de que la vejez me lo vaya impidiendo.


Poder disfrutar de las puestas de sol al atardecer, pura poesía para mi alma inquieta.