1 de octubre de 2018

LOS INVISIBLES


Ella camina despacio, sin prisa alguna.
Hace tiempo que vive sus días lentamente, como saboreando cada instante.
Ha sabido encontrar el equilibrio necesario entre el sentimiento y la razón y ahí se mueve con soltura.
No teme a nada y está abierta a todo lo que la vida le ofrece.
Él, es un pobre hombre de mente poco despierta al que la sociedad ignora y considera un pobre diablo. Muchas veces es objeto de burlas e incluso de bromas pesadas.
Perdido en su pequeño mundo mendiga una mirada, un poco de afecto, un gesto que le haga percibir que no es invisible.
Ella hace tiempo que se ha dado cuenta de sus miradas mientras le escudriña el alma.
Pero ayer se atrevió a abordarla, mientras sentada en un banco del parque deja que el sol le bese la cara.
-¡Que guapa estabas esta mañana vestida de rojo! (le dice con timidez a lo lejos)
Como ella no se da por aludida, insiste una y otra vez hasta obtener una respuesta.
- ¡Que bonito peinado te has hecho hoy!, le susurra (mientras se acerca un poquito más)
-Que precioso está el río, que bien canta ese pájaro desde la rama, que bonito color van tomando los árboles! ( intenta una vez más hacerse oír)
Ella por fin levanta sus ojos, le mira con inmensa ternura y le da las gracias despacio, muy despacio...
Como con miedo a romper la magia de aquel instante en que su admirador ha dejado  de ser invisible.