El viejo banco al lado del río llevaba muchos años en el mismo lugar. Cerca los chopos se mecen con el viento y las montañas a lo lejos le hacen un guiño de complicidad. Son testigos mudos como él de vivencias humanas a lo largo del tiempo.
Era aquel un lugar donde se reunían desde siempre familias enteras para disfrutar de un día festivo o una tarde de paseo. Los niños llenaban con su alegría y sus juegos infantiles las horas llenas de un sabor especial que dedicamos al descanso.
El viejo banco había escuchado a lo largo de su vida miles de palabras lanzadas al viento donde muchos corazones compartían esperanzas nuevas y alegrías eternas.
Algún amor recién estrenado se sentó en él como queriendo coger fuerzas para el viaje .
Quizá una pareja de ancianos se susurraron una vez más su amor eterno.
Un perro levantó su pata marcando su terreno.
Las hojas yacían inertes a sus pies en soledad.
El ir y venir de los transeúntes por el camino cercano como símbolo de vida.
Mientras, su sabiduría se confunde con el agua del río, sin palabras, silenciosamente...
Era aquel un lugar donde se reunían desde siempre familias enteras para disfrutar de un día festivo o una tarde de paseo. Los niños llenaban con su alegría y sus juegos infantiles las horas llenas de un sabor especial que dedicamos al descanso.
El viejo banco había escuchado a lo largo de su vida miles de palabras lanzadas al viento donde muchos corazones compartían esperanzas nuevas y alegrías eternas.
Algún amor recién estrenado se sentó en él como queriendo coger fuerzas para el viaje .
Quizá una pareja de ancianos se susurraron una vez más su amor eterno.
Un perro levantó su pata marcando su terreno.
Las hojas yacían inertes a sus pies en soledad.
El ir y venir de los transeúntes por el camino cercano como símbolo de vida.
Mientras, su sabiduría se confunde con el agua del río, sin palabras, silenciosamente...