Ventanucos, testigos mudos del paso del tiempo, de amores en las callejas escondidas, de te quieros a la luz de la luna.
Ojos abiertos que escudriñan el ser humano y lo que le rodea.
En su interior esconden retazos de vidas, confidencias a media noche, lagrimas en la almohada, sonrisas con sabor a felicidad...
Su presencia llena de poso los días vividos, los atardeceres de citas furtivas, de esperanzas y sueños, los minutos en que nos atrevemos a soñar.
Prisioneros del tiempo, envejecidos por las inclemencias de los días, pero siempre presentes en cada rincón.
Ojos abiertos que escudriñan el ser humano y lo que le rodea.
En su interior esconden retazos de vidas, confidencias a media noche, lagrimas en la almohada, sonrisas con sabor a felicidad...
Su presencia llena de poso los días vividos, los atardeceres de citas furtivas, de esperanzas y sueños, los minutos en que nos atrevemos a soñar.
Prisioneros del tiempo, envejecidos por las inclemencias de los días, pero siempre presentes en cada rincón.