20 de febrero de 2019

DÍA MUNDIAL DEL GATO


Hoy Día Mundial del Gato, os voy a contar la historia de mi gata Leticia.
A Leticia la recogí una tarde de Otoño cuando comenzaba a hacer frío. Salí a pasear con mi perra, Laika y de repente me la encontré en unos jardines cerca del Hogar del Pensionista.


Era pequeña, suave, peluda...como Platero. Estaba sola y perdida y la gente la miraba con asombro y  pena, pero sin ánimo de hacer nada por ella.
Tan solo una chica hizo ademán de llevársela a casa, pero su madre se lo impidió.


Al final, después de un largo rato tan solo quedamos, mi perra, ella y yo.
Maullaba con insistencia y no pude hacer oídos sordos ante su desamparo. La tomé en mis brazos, y aunque al principio se resistía, su pequeño cuerpo se acurrucó en mi pecho hasta llegar a casa. Latía su corazón al unísono del mío desatando en mi un sentimiento de compasión que percibí como algo muy especial.
Pedí una caja de zapatos para que hiciera de cuna para pasar la noche, pero ella con mucha determinación se fue a la cama de Laika buscando su calor y su amparo. Tenía hambre, mucha hambre... Una vez que hubiera saciado su apetito se quedó dormida, pues estaba exhausta.


A la mañana siguiente comenzó a ir de acá para allá recorriendo la casa con esa curiosidad innata de los felinos. Laika la observaba con enorme recelo .
No pensaba yo tener un gato en mi vida. Desconocía a esos enigmáticos seres y no me llamaban la atención para nada. Por eso pensé dejarla al cuidado de Petra, una gata callejera que acababa de parir y amamantaba a sus gatitos. Pero ella  la rechazó y no tuve corazón para dejarla en la calle de nuevo.


Tenía muy claro que no me iba a quedar con ella, por lo que decidí darla en adopción.
Pero pasaron los días y aquel simpático ser se metió en mi vida sin apenas darme cuenta.
Laika empezó a jugar con ella y se llenó la casa con sus travesuras.




Por entonces mi madre pasaba largos ratos en la cama y en la silla de ruedas. Al principio no dijo nada, pero al ver que arañaba los muebles y era un torbellino, no le hacía gracia alguna. Nunca llegaron a conectar. Su predilecta era Laika sin duda alguna. Juntas las tres recorríamos las calles y plazas. Me hubiera gustado llevarme también a Leticia, pero era imposible. Nada más ve a alguien se esconde y lógicamente en la calle se hubiera escapado lejos.


Leticia y Laika se convirtieron en grandes amigas.


Compartían la mesa camilla de la terraza aprovechando los primeros rayos de sol de la mañana.


Laika con una paciencia enorme, pues ya tenía una edad, se acopló a su nueva compañera y a sus juegos y travesuras.


Laika ejerció de hermana mayor con Leticia.  Para nada se cumplió que eso de que "se llevan como el perro y el gato..."


Los bellos ojos azules de Leticia nos habían hechizado para siempre. Ella, sabiendo que era muy guapa no paraba una y otra vez de mirarse al espejo.


Les encantaba asomarse a la terraza y cotillear lo que ocurría en el barrio.


Leticia tuvo su minuto de gloria en Twitter, porque Roberto Brasero retwiteo un Tweet donde se la veía atenta a sus explicaciones del tiempo. Le hizo mucha gracia.





Han pasado trece años y han ocurrido muchas cosas. Mi madre falleció hace unos años y Laika también.
Leticia es mi fiel compañera desde entonces con la que tengo una enorme complicidad y alegra mis días.