Desde este rinconcito virtual desde donde nos comunicamos a lo largo del año, os deseo una ¡Feliz Navidad!
Gracias por estar ahí siempre.
Os abrazo en la distancia.
Maripaz.
Desde este rinconcito virtual desde donde nos comunicamos a lo largo del año, os deseo una ¡Feliz Navidad!
Gracias por estar ahí siempre.
Os abrazo en la distancia.
Maripaz.
Vivimos en la era de las nuevas tecnologías, metidos en la vorágine de la rapidez a las que nos llevan por sus cambios constantes.
Es una lucha entre el hombre y la máquina y cada cual lucha por sobrevivir a su modo.
Para la gente que tenemos ya una edad, nos produce vértigo esta nueva manera de comunicarnos, donde se prioriza a las máquinas en detrimento de la atención personalizada de un ser humano a otro ser humano.
Y ocurre en cada una de las actuaciones que como ciudadanos de a pie, estamos obligados a cumplir.
Por ejemplo: sacar dinero del cajero, dar cuenta del contador del gas, estar al día con la revisión de los cinco años por ley, de las calderas del gas, solucionar cualquier problema con Hacienda, obtener una cita con el médico...
Y así hasta el infinito.
Dependemos de las máquinas para casi todo.
Es deprimente observar a un anciano, delante de un objeto inanimado, como es un cajero automático, un móvil, una máquina cualquiera, mantener una charla donde ambos no están en igualdad de condiciones. Por no hablar de la frialdad que muestran esos interlocutores de acero o cualquiera otra materia de la que están compuestas las depredadoras maquinitas.
Sobre todo cuando acudo al banco, es cuando me fijo en esas personas, que por su edad, no son capaces de asimilar semejante salto a las nuevas tecnologías, un mundo desconocido para ellos y que les supone no saber como solucionar sus problemas.
Personalmente, me manejo bastante bien en este mundillo, donde a un golpe de clip puedes hacer infinidad de cosas.
Eso si, soy muy precavida.
A diario, me llegan al correo infinidad de correos spam de todo pelaje: regalos, problemas con mi cuenta corriente de bancos donde no tengo un duro, remedios para enfermedades varias, regalos en sorteos donde no has participado, hasta herencias de países lejanos...jejeje.
¡Tened mucho cuidadito!
Lo único que pretenden los hackers, es hacerse con tus datos bancarios para dejarte la cuenta a cero.
Hoy, por ejemplo, han venido a la revisión del gas de cada cinco años que dicta la ley.
Bien, pues desde hace unos días me han venido avisando de que iban a venir por el messenger.
Respecto a estos avisos, también hay que andar con ojo.
No hace mucho, por el mismo medio, se ponía en contacto conmigo, un empleado del banco donde tengo mis ahorros. Me llamaba insistentemente al móvil, pero yo no lo cogía. Solo cojo si lo tengo en la lista de contactos.
Al final, harta, le cogí y pude hablar con él.
Resulta, que me avisaba de que la cuenta de la comunidad tenía algún problema que había que subsanar. Como yo había sido presidenta de la misma, tenían mis datos.
Pero claro, en esos momentos yo no ejercía como tal, y le animé a contactar con el nuevo presidente, sin darle más explicaciones.
Al mismo tiempo, pude hablar con un vecino, que se puso en contacto con el presidente y no había problema ninguno.
Había suplantado la identidad del empleado del banco, por si colaba...
Pretendía, que le diera datos para dejarnos la cuenta a cero.
Por supuesto le bloqueé al instante, y a otros que llevaban días dándome la turra.
Y esta mañana ha venido un empleado a hacerme la revisión del gas, efectivamente.
Lo primero que me choca, es que no se identifica.
¿Cómo sé yo si es el auténtico?
¿Dejo entrar en mi casa a una persona desconocida, sin más?
Ha realizado la operación muy rápida, con apenas revisar la caldera, simplemente los conductos del gas y la salida de humo.
Me ha parecido algo muy simple.
O quizá sea normal y yo esté confundida.
Como tengo un seguro que me revisa la caldera anualmente, eso me da seguridad.
Al final, me da a firmar en el móvil con mi dedo gordo, y me dice me va a enviar por correo el documento que acredite que la revisión ha sido efectuada.
Se despide de mí hasta dentro de cinco años.
¡Madre mía, donde estaré yo para esas fechas!
Sonríe el joven muchacho ante mi respuesta.
Cómo me he vuelto muy desconfiada, he buscado el número de la empresa y he contactado con ellos.
Me sale un asistente automático ( una máquina, vamos...)
Y comienza un diálogo de besugos que no sé muy bien donde va a terminar.
Harta de hablar con semejante interlocutor, me sale un exabrupto malhumorado, y la máquina parece darse por enterada, de que lo que quiero es hablar con un ser humano.
Se pone una mujer de voz cálida, de algún país lejano.
¡Menuda cambio!
Le cuento mi problema, me hago la víctima, poniendo mi edad por delante, como garante de que no entiendo ni papa de estos artilugios modernos.
Me calma, me pide datos, me da seguridad...
Al rato, comprueba, qué efectivamente mi revisión ha sido ejecutada y ha pasado la prueba.
¡Qué bien!
Le agradezco enormemente su atención.
Me despide, diciéndome, que me enviarán un correo donde puedo calificar la atención recibida.
No te preocupes, será alta ( le digo)
Y la paz regresa de nuevo a mi alma inquieta.
¡Madre mía, que día!
Pero el otro día, me ocurrió también, que la compañía de gas me pedía le diese por correo los datos del contador de lo que había gastado durante el mes.
Mujer inquieta, respecto a mis derechos, me puse en contacto con el administrador para pedirle la llave de la sala de contadores para poder realizar esta operación.
Me acerqué a recogerla, y una vez que la tuve en mi mano fui preguntado a los vecinos si sabían donde se encontraba la dichosa sala u armario.
Por fin, dimos con él, gracias a un matrimonio que me ayudó a buscarlo.
Estaba en un armario sin luz. El señor que me acompañaba encendió la linterna de su móvil para poder hacer la foto.
Agradecí la atención prestada, y envié los números de la foto.
Al instante, me respondió la "máquina" que no era posible, pues excedía en mucho lo gastado, relacionado con otros meses.
¡Puff...si apenas he puesto la calefacción, pues hemos tenido una temperatura excelente!
Claro, por ley, creo que vienen solo dos veces a leer el contador.
Resulta, que te cobran una lectura estimada, que la mayoría de las veces no coincide con lo gastado, pues depende de la temperatura, sobre todo de la calefacción. Si puedo evitar encenderla, no voy a pagar por algo que no consumo.
Pero visto, lo visto, y qué no sé si al estar oscuro, no hice bien la lectura, me dan ganas de no volver a bajar al sótano y leer de nuevo el aparatejo.
Estamos vendidos al mejor postor.
Muchas veces nos cansamos de luchar por nuestros derechos, porque son muchas las trabas que nos ponen para poder hacerlo.
Luchamos contra gigantes.
En la madrugada, cuando me acosa el insomnio, se despiertan las letras y con ellas mi pasión por la escritura y las más bellas pasiones que aletean en mi alma inquieta.
Van pasando por mi mente las cosas que hace tiempo me ocurrieron y las que próximamente estoy deseando realizar.
En una lucha feroz por robarle tiempo al tiempo, como dice una canción de mis paisanos del grupo Café Quijano.
Ese tiempo que se escurre entre los dedos de mis manos.
Y consigo ganar alguna pequeña batalla, aunque pueda parecer pueril mi actitud, pues el tiempo no se detiene, sigue su marcha.
Todo, menos dejarme morir por dentro.
Empeño y pasión, no me faltan.
He aprendido con el paso de los días, que las cosas importantes son las más simples.
Y procuro ir a la raíz de las relaciones humanas para intentar salvar algún pequeño resquicio de bondad que cada ser conserva dentro. Buscar un punto de unión donde encontrarnos y entendernos.
Parecemos tan variados, tan distintos, con diferencias insalvables, imposible de reconciliarnos entre nosotros, pero en el fondo, somos todos muy parecidos. Hasta los que se creen mejores que el resto.
Pobre parias, en un mundo lleno de conflictos a todos los niveles.
Manipulables, una vez amparados en la masa del grupo, proclives a ser imbuidos en las ideologías más variopintas, fanatizados por unas u otras ideas que se nos antojan son la panacea para nuestra felicidad.
Luchamos, o eso nos parece, por cambiar el mundo, la sociedad, el ambiente y, hasta pretendemos cambiar al otro; al familiar, al amigo, al vecino...
Misión más que imposible, pues cada uno es cada uno y tiene sus cadaunadas.
Necesitamos sentirnos aceptados, y por ello, procuramos no salirnos del guion establecido. Manda la opinión de lo que se considera políticamente correcto, lo que nos imponen, lo que hace de nosotros mansos corderos de un rebaño que campa a su antojo en la sociedad.
¡Y pobre de aquel, que se atreva a levantar la voz!.
Caerán sobre él como hienas hambrientas de sangre, aquellos que dicen poseer a verdad.
¡La verdad!
¡Tengo la verdad!
¡Soy dueño de la verdad!
Gritamos contra la injusticia, pero agarramos con fuerza las pobres monedas de nuestros bolsillos mugrientos de podredumbre, no vaya a ser que tengamos que repartir nuestras ganancias.
Luchas fraticidas nos separan y nos enfrentan.
La cobardía anida en los corazones y campa a sus anchas por calles y plazas, por pueblos y ciudades.
Los héroes han pasado de moda. Se han quedado obsoletos.
Cada cual se refugia en una vana palabrería que no conduce a nada.
Y sonreímos satisfechos.
¡Mientras no me toquen lo mío...!
Lo mío, lo tuyo, lo de todos...
Fanatizados, hemos olvidado la esencia de la vida.
Es como si me acechara su negrura y que tan solo unas luces lejanas mantienen mi alma con un poquito de luz.
Y es que, a veces, las tinieblas nos embargan de manera particular, por acontecimientos inesperados, malos entendidos, , circunstancias adversas y mil cosas más que nos acechan.
Y uno, da vueltas y vueltas en la cama con aquel pensamiento negativo que nos impide dormir en paz.
Me gusta pensar, que vivimos rodeados de familiares, amigos, vecinos, conocidos...pero que la realidad es que estamos solos con nosotros mismos.
Llevo como bagaje la experiencia de mis setenta y cinco años, con todas sus vivencias, buenas y malas.
Sé de qué hablo.
Solo nosotros podemos tomar el timón de nuestra vida para llegar a buen puerto. Solo nosotros, personalmente, con nuestra fuerza interior seremos capaces de de dirigir nuestros pasos a la meta deseada.
Los demás, pueden ayudarnos o entorpecernos.
Pero la fuerza solo la tenemos cada uno.
Es primordial la madurez que da el paso de los años, para poder reconocerse con lo bueno y malo, y aceptarse y vivir en paz.
La vida puede ser muy complicada a veces, pero ante la realidad, uno tiene que tener la capacidad de darle la vuelta.
¡Bailar a la vida!
Yo lo hago con frecuencia.
Comienzo poniendo una bella melodía y voy deslizando mis pies al compás.
Así, sin más...
Algo tan simple, tan lleno de poesía, es capaz de calmar mi alma.
Y también la voy bailando de otra manera, sin mover los pies y sin melodía. Intentando engañarla, llevándola a mi terreno, como se dice vulgarmente.
Tratando de seducirla, para que sus golpes no sean demasiado fuertes.
Unas veces lo consigo, y otras no.
Y el golpe es certero, (como el que me pegué el otro día en la cara) doloroso, incluso se pueden saltar las lágrimas a chorro.
Ah, pero tengo mi fuerza interior. Soy dueña y señora de ella.
Con ella, a buen recaudo, voy bandeando el temporal de la vida.
Llámalo, temporal, tormenta, dana, huracán, fuego, inundación...
Como cualquier elemento natural que nos sorprende y que con su presencia sentimos nuestra propia vulnerabilidad.
No hay que olvidar, que estamos solos con nosotros mismos.
En la madrugada se dejan ver las muy tunantas...
Pero no puedo dejarlas de lado. Se acurrucan junto a mi, deseosas de tomar vida.
Y aunque mis ojos sienten la tentación de cerrarse y desear buenas noches a la vida, hago esfuerzos por abrirlos a la idea de componer algo bello.
¡Ah, las letras y yo...!
Viejas amigas, cómplices de mil aventuras e historias que mi imaginación calenturienta se atreve a inventar.
La vida misma que aletea en una mirada, en la sensación de un roce al pasar, en esos pasos que se cruzan con los míos y me recuerdan mi propia fragilidad y también mi grandeza.
En el otro, me encuentro, en sus afanes, me identifico.
Porque al final, no somos más que pobres seres necesitados, paupérrimos, vulnerables, que caminamos al unísono.
Hay un punto, en el que, queramos o no, todos nos encontraremos.
Y ahí, poco importan las ideas de cada cual, el linaje, las riquezas o pobreza de cada uno.
Creo imagináis por donde van los tiros...
Entonces, ¿A que vienen esos aires de grandeza, esa mirada por encima el hombro, esa ridícula sonrisa bobalicona de diosecillo del universo?
¡Pero, caramba!
A estas horas que la lluvia golpea insolente mi ventana, vengo yo con estos pensamientos tan subidos de tono.
Moralinas de vieja, podéis pensar.
O alucinaciones nocturnas.
Todo, porque las revoltosas letras han despertado de su letargo.
¡Ya lo podían haber hecho antes!
Mira que han tenido tiempo a lo largo del día, Pero son así: caprichosas, melosas, mimosas, cautivadoras...y no puedo resistirme a sus encantos.
Os confieso un secreto. No tengo otro afán de mayor responsabilidad que el de atenderlas sea a la hora que sea.
Hace tiempo que las elegí como compañeras de vida, ye en cuestión de elección, cada cual es muy libre.
Las necesito como algo importante en mis rutinas diarias, como se necesita al amigo, al hermano, al amor.
Mañana quizá vuelvan a esconderse y tendré que buscarlas de nuevo por los armarios y rincones de mi casa.
Al final. no sé si he compuesto algo bello, o simplemente he jugado a juntarlas cuando por fin han aparecido.
A las buenas noches, queridos amigos.
P.D. En las noches de insomnio, suelo escribir lo que se me ocurre a altas horas de la madrugada con la complicidad de las musas hasta que me vence el cansancio.
Suelo publicarlo en Instagram y Facebook.
Como las musas últimamente, no andan muy sueltas, he copiado estos tres textos que escribí en mis noches de insomnio.
Ahí os les dejo.
Pero a cambio, tuve la oportunidad de hacer un pequeño viaje a la Bahía de Arcachón en Francia gracias a la invitación de mi nueva amiga, Carmen.
El azar quiso que una mañana soleada nos conociéramos Carmen y yo. Pasaba por el parque cercano a casa, cuando la vi sentada a la sombra en un banco junto a Chula, su perrita. Ella se fijó en mi vestido con imágenes de Frida Kahlo y yo en la perrita Chula. Y comenzamos a charlar y a conocernos un poquito más.
Después, nos vimos un par de veces más y nació una bonita amistad. Y no dudé en aceptar, cuando me invitó a ir con ella a Francia.
Es una experta conductora, y el viaje se hizo muy agradable, pues intentamos realizarlo por las carreteras secundarias donde el paisaje de los pueblos por los que pasábamos era admirable de ver. Incluso, parábamos en alguno de ellos. No teníamos prisa alguna por llegar. Tan solo pisamos la autopista por pura necesidad.
La Bahía de Arcachón está situada en la costa occidental de Francia, abierta al océano Atlántico en el golfo de Vizcaya, en la región de Aquitania.
Conforma un verdadero pequeño mar interior con bancos de arena, playas y dunas.
La bahía ha podido enriquecer su patrimonio cultural gracias a su proximidad a la ciudad de Burdeos y a la región de las Landas.
Es un mundo fascinante con múltiples paisajes. Puertos de ostras, playas de arena, bosques de pinos, la célebre península y la famosa duna. Es encantador su entorno, sus diez ciudades y pueblos.
Regreso a mis rutinas después de los días estivales.
Las musas andan perezosas para salir a mi encuentro.
Por algún rincón de la casa, dormitan.
Intentaré despertarlas, venciendo mi propia pereza.
Además, un sol otoñal inunda las calles, por lo tanto, no soy capaz de quedarme en casa nada más que lo necesario.
La luz de la vida, me atrapa.
Las letras son mis compañeras en el frío invierno, donde me cobijo al calor de su belleza.
Pero siempre están ahí, al abrigo de mi curiosidad innata.
Tan solo tengo que hacer el esfuerzo de juntarlas una a una.
Ardua tarea, que a veces requiere el esfuerzo de pararse y pensar.
Y es que en el fondo, soy una lagartija hambrienta de sol y nuevas sensaciones.
Un espíritu inquieto que no puede parar ni un momento.
Tengo en mi contra, el paso inexorable del tiempo.
Me bebo sorbo a sorbo cada instante de vida.
Cada nuevo día, renazco. Y muero un poco también.
Siempre con la ilusión en bandolera, junto con mi cámara de fotos.
Intentando atrapar lo bello y lo bueno.
Lo malo y lo feo nos acosa por las esquinas.
Me niego a quedarme pegada a ras del suelo. Prefiero mirar a lo alto, donde puedo ver el mundo en perspectiva.
Por supuesto intentando mejorar la pequeña parcela que me atañe directamente, y a la que no quiero renunciar como ciudadana comprometida.
Con la llegada de Septiembre me dispongo a escribir de nuevo en este rincón, una vez pasado el periodo estival.
Este año no pude acudir a mi cita con Guardo, cosa que me apena enormemente. A cambio, pude vivir mis primeras fiestas en Zizur, este rinconcito bello para vivir, y que con tanto cariño me ha acogido desde hace cinco años.
En la foto que os muestro, se puede ver a la Corporación Municipal en el Pasacalle de la Banda de Música, acompañados de la Comparsa de Gigantes y Cabezudos.
Estuve invitada, e incluso pude encender la mecha de un cohete también, gracias a mi amigo, Jon, el alcalde de la localidad.
La verdad, es que un cámara de la Televisión Navarra, me había quitado mi sitio y estaba comentándole lo que había hecho. Con lo cual, me perdí lo mejor...jejeje.
Y después el pasacalle llenando de música y alegría cada rincón del pueblo. Yo, como una zizurtarra más, me uní a ellos con enorme emoción.