La noche empezaba a hacer su aparición, y a lo lejos se dibujaban las siluetas de los árboles como figuras siniestras que se contorneaban maliciosamente haciéndole creer que allí se encontraba el mundo donde habitan los malos espíritus.
Todavía se podía observar una tenue luz en el horizonte que aliviaba un poco el negro de la noche. Apresuró el paso al notar la ausencia tras de sí de otros transeúntes. Siempre había tenido miedo de la oscuridad y amaba la luz del día donde sus inseguridades eran mas livianas por los efectos de la luz del sol.
Se caló la visera con fuerza dejando apenas ver sus menudos ojos oscuros como queriendo evitar encontrarse con las sombras nocturnas.
Aún así no pudo evitar sentir un escalofrío cuando escuchó tras de si un gemido lastimero . Su corazón latía fuertemente y apresuro de nuevo el paso . De repente, su pie tropezó con una piedra dando de bruces en el suelo.
Sentía la lengua pegada al paladar sin poder despegarla para gritar. Sus piernas no le respondían. Con la cara mordiendo el polvo y con una angustia que oprimía su pecho cerró los ojos y dejo de forcejear consigo mismo.
En su interior pensaba siempre lo mismo, soy prisionero de mis miedos...
Todavía se podía observar una tenue luz en el horizonte que aliviaba un poco el negro de la noche. Apresuró el paso al notar la ausencia tras de sí de otros transeúntes. Siempre había tenido miedo de la oscuridad y amaba la luz del día donde sus inseguridades eran mas livianas por los efectos de la luz del sol.
Se caló la visera con fuerza dejando apenas ver sus menudos ojos oscuros como queriendo evitar encontrarse con las sombras nocturnas.
Aún así no pudo evitar sentir un escalofrío cuando escuchó tras de si un gemido lastimero . Su corazón latía fuertemente y apresuro de nuevo el paso . De repente, su pie tropezó con una piedra dando de bruces en el suelo.
Sentía la lengua pegada al paladar sin poder despegarla para gritar. Sus piernas no le respondían. Con la cara mordiendo el polvo y con una angustia que oprimía su pecho cerró los ojos y dejo de forcejear consigo mismo.
En su interior pensaba siempre lo mismo, soy prisionero de mis miedos...
15 comentarios:
¿Y quién no es prisionero de sus miedos? Hay ocasiones en que nos invaden y es imposible librarse.
Un fuerte abrazo.
el miedo es una cosa seria, nunca se termina de vencer
un besote
Una cosa es el miedo y otra más seria el terror, creo que tu personaje fue paralizado por este último.
Excelente relato Paz, estos días ando iniciandome en los micro relatos, pero nada que ver con los excelentes escritores que abundan por la blgosfera.
Abrazos
Todos somos prisioneros de nuestros...unos más que otros
Bésix
De nuestros miedos,, de nuestros sueños, de nuestras creencias, de nuuestras terquedades, de nuestra infancia...somos prisioneros. Todos.
Nuestra cabeza es nuestra prisión. También nuestra libertad.
Maripaz, que buen texto. Las descripciones del lugar y el ambiente oscuro del atardecer logran que quien te está leyendo se sienta identificado con el protagonista de la historia. Y edemas tocas un tema que a mí me apasiona. El miedo. Los miedos internos que cada uno lleva escondidos y que le amarran impidiendo un sentimiento de libertad total.
Perdona que no haya estado contigo estos días pero una circunstancia familiar (falleció mi suegra) me lo ha impedido.
Un saldo
Buen texto Maripaz, y es que el miedo es incontrolable.
Dicen algunos que también es libre.
Yo soy como el personaje de tu relato, jeje.
Un beso.
Es increíble cómo nos puede llegar a paralizar nuestro propio miedo, tan perfecto descrito por tí, Paz. Cada vez más disfruto con tus relatos.
A mí me gusta la noche con sus sombras, con sus cuerpos indefinidos, me atrae; es como una sobredosis de adrenalina.
El miedo no me paraliza, me transforma; pasado el miedo viene mi parálisis, eso sí.
Un beso, amiga
El miedo vive dentro de nosotros.
Fuerte.
Besos
El miedo nos hace vivir a medias.
Vivir sin miedo es vivir libre.
un beso
El miedo interior, tantos miedos desde pequeños a tantas cosas que nos perduran ya en la madurez, pero vamos, vencerlos es cosa de inspirar con fuerza y decirte, el hombre del saco no existe, y ya está, con lo bella que es la noche, y más si es blanca y de luna llena.
Un abrazo.
Los miedos... si nos paralizan es que han conseguido vencernos. Pero sólo durante un día... al día siguiente volvemos a comenzar...
... tú eso lo sabes bien.
Un abrazo.
Yo creo que todos somos prisioneros de nuestro miedo interior, bonito y reflexivo texto,
un placer pasar por tu casa
que tengas una feliz semana
besos
Genial!!!! Esos terribles miedos que hay que vencer.
Muy bueno. Te felicito.
Un placer leerte.
Hola, nuestros miedos e inseguridades, nos acompañan siempre...quizá en la madurez, logramos ir enterrandólos, porque nos aceptamos tal como somos.Pero es una lucha titanica.
No nos queda mas remedio que convivír con ellos. Eso sí, intentandoles ganar la partida en cuanto aparecen...
Gracias a todos por vuestros comentarios
Mil besos
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