Cuando el frío del invierno azota la cara y se avecinan tormentas, sopesamos si vale la pena embarcarnos en nuevas aventuras o nos dejamos morir con nuestros miedos llenos de inseguridades en el acomodo de los días placenteros al calor del hogar.
Se compran amores sin estrenar, se venden miradas tristes y vacías. Se reparten amaneceres y poesías en las aceras de nuestras calles y miramos al sol para sentir la luz que puede sanar nuestro corazón herido.
Comerciamos con sentimientos humanos aún corriendo el riesgo de maltratar a los demás seres que conviven con nosotros. Pasamos de largo y evitamos la mirada del que sufre, porque nos sentimos sin fuerzas ante tanto desatino y miseria.
Vamos andando con ligereza, a lo nuestro,a nuestros asuntos, como queriendo arrebatarle a la vida un minuto más.
Al final del dia, comparamos las ganancias, hacemos ostentación de nuestra riqueza para mostrarsela al mundo.
Las monedas brillan en nuestras manos y engañan nuestro loco y pequeño corazón vacío al caer la tarde.
Nos preguntamos mil veces si existe la esperanza, si nuestras ansias de eternidad pueden hacerse realidad.
Cada noche reposa nuestra cabeza en la blanca almohada, soñando con los días de la infancia en que no conocíamos el mercado del mundo.
11 comentarios:
Una magnífica reflexión sobre la vida, sobre algunos aspectos de la vida. Un saludo.
que lindo, se pesan amores y desamores eso me gusto, saludos, besos
Me he sentido así en algunas ocasiones. Calderón, que es uno de mis poetas preferidos, escribió una obra fantástica: El gran mercado del mundo (luego tiene también El gran teatro...). O sea que la cosa debe venir de lejos. Pero que sintetiza que la vida no es fácil ni buena siempre. Un beso.
Aunque en la balanza de la vida pesen más los desengaños, siempre hay que apostar como si no los hubiéramos sufrido, como si el mundo fuera puro y la vida un escenario sin mercado material.
Un texto reflexivo que hace meditar. Muy profundo su mensaje.
Un abrazo fuerte, querida Maripaz.
De una sola entrada, podrías hacer cinco , al menos.
Es demasiado profundo lo que dices, para asimilarlo en un momento.
Como siempre, Maripaz, me dejas boquiabierta.
Me pregunto qué siente aquel que hace tanta ostentación de sus bienes sabiendo que inexorablemente la muerte termina con todo, que nada de lo material trasciende...te juro que eso me pregunto siempre.
Un abrazo.
Qué bonito escribes, Paz! Cada día me sorprendes más.
Qué malo es el comerciar sobre todo cuando hablamos de sentimientos, ¿verdad?.
Un beso, bonita.
Bueno dependiendo de las circunstancias y el momento a veces pesa más un plato que el otro, pero, al final lo que importa es lo vivido.
Comparto tanto contigo en lo que dices. En la ignorancia está la felicidad. No me importaría morir diez años antes, o morirme mañana, si sólo pudiera estar un sólo minuto como cuando pequeño, con mi madre y mi hermana.
sí, en la infancia todo es utopía, luego al crecer nos olvidamos el niño que fuimos y nos volvemos materialistas y deshumanizados.
una sabia reflexión.
bicos,
Pesan demasiado las ilusiones rotas...
Bésix
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