Me lo encontré llorando a mares. Era un niño muy pequeño de enormes ojos azules. Unas lágrimas enormes resbalaban por su preciosa carita y temí que inundara el mercadillo del viernes.
Me acerqué a consolarle de su pena. A su lado, su papá intentaba cogerlo de la mano porque temía perderlo entre la muchedumbre. En plena rabieta nada le importaba, solo llorar y llorar...
Me agaché para ponerme a su altura y tratar de llamar su atención. Era una monada de crío. Sus ojos claros tan bellos, tan puros, tan inocentes, me cautivaron. Su llanto era como si todo el dolor del universo se hubiera concentrado en aquel instante en que yo me atreví a mirarle.
-¿Que te ocurre? le dije bajito, intentando consolarle.
- Me miró con escaso interés, él seguía con su tremendo dolor tratando de abrirse camino.
- Su padre me dijo sonriendo: "llora porque quiere su chupete".
-Sonreí intentado acariciarlo, pero no había manera.
De repente, mi amigo "Suco", me reconoció y se acercó cariñoso a saludarme.
Suco es un perrito chiguagua que desde que me vio por vez primera tuvo claro que quería ser mi amigo .
Desde entonces cuando me ve me reconoce y acude a mis brazos llenándome de lametones para demostrarme su cariño.
Aproveché aquel encuentro fortuito para llamar la atención de aquel desconsolado angelito y presentarle a Suco.
Poco a poco fue cambiando de actitud y su llanto se fue serenando.
No se atrevió a acariciar a Suco, pero por un instante se olvido de su pena y se alejó con grandes suspiros .
Al poco rato lo encontré sonriente en brazos de su mamá que le ofrecía como premio un palote de gusanito.
Me volví a acercar a interesarme que tal iba su problema. La mamá que no había visto la escena de nuestro encuentro me miraba sorprendida.
Una vez que le conté de qué nos conocíamos, me decía aliviada que habían conseguido una nueva batalla en su particular guerra.
El pequeño en brazos de su madre había olvidado su pena y un poco su chupete, y es que los brazos de las madres lo curan todo.
Me aleje pensando en la importancia del "Chupete", "Chupeta" ,"Tete"," Bobo","Pipo," o como queramos llamarlo.
El chupete es el primer amigo que tenemos en nuestro reducido mundo de bebés. Con él intentamos descubrir el universo a través del gusto, es nuestro compañero de mimos y afectos. Además tiene un efecto pacificador, nos tranquiliza y calma cuando notamos los primeros encontronazos con la vida dura que nos espera.
Es el compañero que da seguridad al mundo de nuestros sueños.
Sobre él hay distintas opiniones de abuelas, madres, tías, amigas, y conocidas que a veces son verdaderos tratados.
Es lógico que nos cueste tanto dejarlo perdido en una rama, como el de la foto, y seguir nuestro propio camino en la vida. Nos unen demasiadas vivencias en los primeros años de nuestra vida, hemos aprendido al calor de sus chupetones a superar nuestros primeros dolores infantiles.
Quizá en nuestro caminar de adultos quisiéramos muchas veces quedarnos de nuevo dormidos y refugiarnos bajo sus inocentes besos.
5 comentarios:
El de la rama parece el chupete de un político: ya no le queda nada por chupar.
En el fondo siempre somos niños y un chupete para poder consolarnos a veces no nos viene mal. Besicos.
Muy buen Relato, personificado en ese Chupete que tantas veces nos ha consolado y evadido de nuestros pesares.
De adultos necesitaríamos algo con igual consistencia a la hora de relajar nuestros temores y ansiedades.
Abrazos y besos.
Claro que queremos. Cuánto refugio y abrazo necesitamos, a pesar de nuestra presunta madurez. Un abrazo.
Muy bien visto. Se me ocurre que por algo triunfan otras cosas, una vez abandonamos el chupete. Todos lo teníamos al alcance de la mano,pero solo a uno se le ocurrió inventar el chupa-chups. Un abrazo
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