24 de julio de 2024

VERANO

 


Arde el asfalto.

El monte se quema.

Los corazones temerosos auguran un futuro incierto.

La gente alivia sue penas en playas y piscinas.

Algunos prefieren no ver los telediarios.

Esconden la cabeza bajo el ala hasta la llegada del fin de los tiempos.

¡Vamos a morir todos!

¿¡Esto es el infierno! 

Escucho una y otra vez.

Mientras tanto, los políticos a lo suyo...

Luchas y peleas por el poder.

A río revuelto, ganancias de pescadores.

Aunque ya es difícil creer en sus engaños.

La gente protesta y abuchea a los que gobiernan y a los que no.

¡Fuera, fuera...!

No se libra nadie. 

Gritos, descontento, pobreza...

Ya no se conforman con migajas.

Muertos, abrasados por las voraces llamas.

Culpas y más culpas.

La realidad es tan cruel, que es casi imposible evadirse de ella.

Aún así, la gente se aferra a la vida, intentando llenar la el carro de la compra como buenamente puede.

Supervivencia pura y dura.

Y al mismo tiempo, intentamos tomarnos un respiro, unas vacaciones, aunque sean más cortitas, con menos caprichos.

¡Esto se nos va de las manos!

Este invierno no vamos a poder poner la calefacción. 

No llego a fin de mes.

No puedo poner el aíre acondicionado por el alto precio de la electricidad!

¡Ah, nuestros padres y abuelos...!

Ellos, ellos, si que lo pasaron mal...

Voces que escucho en mi andar pregrino.

Como siempre, a unos les va mejor que a otros.

Simpre ha habido diferencias.

Y las seguirá habiendo.

Quejas, gritos, descontento...

Y un calor que derrite las ideas.

¡Por Dios, que venga la lluvia!

Que limpie, que empape, que cauterice y sane heridas.

P.D. Esto lo escribí el 21 de Julio de 2022. Facebook me lo ha recordado. 

Bien podía ser la actualidad.

Como me han abandonado las letras y apenas entro en los blogs amigos, suelo tirar de relatos ya publicados.

Estoy veraneando en Guardo.

Lugar maravilloso para pasar el verano. Fresquito, a orilla del Carrión.

¡Feliz Verano!


4 de julio de 2024

TARDE DE TOROS


 Bullía de gente la Plaza el Castillo hoy.

Una Feria de Artesanía formaba parte de su paisaje, donde se podían ver expuestos al público trabajos artesanos muy variados hechos por artistas con verdadero ingenio.

Ya se adivina la fiesta por la capital navarra.

Por la calle Estafeta, una txaranga hacía su recorrido llenando con sus compases alegres y bullangeros los rincones.

Preludio de lo que se avecina y como para ir abriendo boca...


De repente, aparece en la plaza una furgoneta donde se puede leer: "Traslado de animales"

Aparca delante de mi, y rápidamente saco el móvil para inmortalizar la escena.

Veo por el enrejado de un ventanuco los cuernos de un toro.

Me acerco con curiosidad y con temor.

¡No puede ser que vaya a salir un toro en este mismo instante! (pienso para mis adentros)

El corazón me late con fuerza.

Me pongo lo más cerca posible con la intención de hacer una buena instantánea.

Se arremolina la gente con enorme curiosidad y expectación.

Es tal mi emoción, que hasta me parece escuchar el jadeo del pobre animal muy cerca de mi.


Por fin, se abre la puerta y puedo ver de cerca sus pitones.

Es manso, muy manso...

Estático, me mira de frente con cara de bonachón.


A mi lado, un crío muy pequeño, se siente valiente al ver tan cerca el enorme morlaco y le pregunta a su madre con ingenuidad infantil: ¿Pero es de verdad?

Esa misma pregunta me la hice yo cuando vi aparecer la furgoneta y divisé sus pitones.

Cada vez son más los viandantes que se paran curiosos contemplando la escena.

El pequeño niño, hasta se atreve a tocarlo, cuando pasa a su lado, ayudado por dos hombres que lo llevan calle abajo con sus ruedas hechas para la ocasión.

También, yo, me vengo arriba, y me lanzo a grabarlo en su camino, no sé muy bien hacia donde, con una valentía taurina y amor al arte con mi cámara como capote.

La tarde se ilumina en aquel coso improvisado y  mi faena, mientras el público allí congregado rompe en aplausos.


El animal, disecado, con cara de bueno, de estirpe valiente y enormes pitones, se pierde por una calle cercana, bajo la atenta mirada de los transeúntes, que una vez repuestos de su sorpresa y temor, sonríen aliviados.

Quizá vaya rumbo a la Calle Estafeta a una tienda de souvenir , donde por el módico precio de tres euros, puedes fotografiarte con él, como si estuvieras corriendo en el encierro.

El próximo día 6 de Julio, en la misma calle, serán sus compañeros de carne y hueso, los que correrán despavoridos y atemorizados en el asfalto, ante una muchedumbre que les grita y vapulea sin cesar.

Dicen que es la tradición, que hay que conservar, y tal, y tal...

Allá, a lo lejos, diviso hasta que se pierde por una esquina, aquel torito, casi de paja, que apareció una calurosa tarde de verano, en la que me atreví a torear con mi cámara, inventado una nueva manera menos cruenta de crear arte.


Este es el vídeo que te puedes hacer con las fotografías.

P.D. El vídeo que grabé, fue en directo y lo he perdido. El otro día apareció en mi Facebook.