11 de diciembre de 2025

HISTORÍAS MINÍMAS

 


Ha cesado la lluvia.

Hay una calma serena en el ambiente.

Un petirrojo me sale al encuentro y me mira con curiosidad.

Un cartel en una farola anuncia la desaparición de un gato.

Una empleada de Eroski termina su jornada de trabajo. Está haciendo su propia compra. Al salir la veo cargada de bolsas. Su cara denota cansancio y se lo hago notar. Me sonríe. Le sonrío. Desde mi llegada a Zizur nos hemos hecho amigas como consecuencia de ir a comprar casi a diario.

Me gusta agradecerles su trabajo siempre que puedo y preguntarles por sus cosas.

Además de las horas cara al público, les espera al llegar a casa un sinfín de cosas por hacer.

Vivimos para trabajar.

La gente se arremolina alrededor de las cajas automáticas para pagar. Lío total para la gente de edad. Se bloquean a cada momento, con el consiguiente trabajo para las cajeras que tienen que atender a ambas.

Todo por ahorrarse los sueldos y ganar más.

¡Como si no hubiesen subido bastante los alimentos y las ganancias!

Gente impaciente, que resopla en la fila, al ver los movimientos con parsimonia de la gente mayor al meter en el carro la compra.

Una vez que han logrado meterlo, no encuentran el monedero, ni la tarjeta, ni recuerdan el pin.

Miradas inquisitivas, incluso se adivina un reproche cargado de falta de empatía.

¡Como si ellos no fueran nunca a envejecer!

Dos perros se encuentran. Mueven la cola, se huelen, se saludan a su manera. Los dueños, charlan animadamente.

Una pequeña niña se ha quedado dormida con una galleta en la mano. Va en la silleta. Sonreímos su madre y yo.

Un chaval sentado en un banco muerde con fruición un trozo de empanadilla. En una mano lleva una bebida energética. Auriculares en sus oídos. En su mundo. 

¿Necesita una bebida de ese calibre para seguir viviendo?

Si es un niño...

Publicidad engañosa. 

Las pizzerías a rebosar.

Y el Popeyes, comida rápida de Luisiana, también a rebosar con su famoso pollo frito.

Comida basura a montones.

Se va perdiendo la comida tradicional y casera.

No hay tiempo de cocinar.

¡Benditas abuelas y madres y sus pucheros!

Dos enamorados pasan cerca. Ella, con un gorro blanco y bufanda a juego. Él, con un abrigo azul marino.

Desafiando al frío.

Tampoco hace tanto frío.

¡Si fuera en León o Guardo!

Historias mínimas bajo mi curiosa mirada.



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