Este viejo edificio cuando yo era una niña se llamaba "El Comerción". Era una cantina de la época donde ademas vendían toda clase de artilugios .Lo mismo podías encontrar un martillo, como el pan, o el escabeche en lata.
Recuerdo alguna tarde ir con una tartera a comprar una ración de escabeche para merendar. Desde el mostrador se podían ver los productos más variados.
Apenas llegaba al mostrador pero el agradable olor se metía por mi naricilla y lo empezaba a disfrutar solo con olerlo ...
Siempre en ese viejo mostrador había vasos de vino tinto que los mineros después de su duro trabajo compartían con sus compañeros y amigos.
Los observaba con curiosidad, me parecían unos hombres enormes, y el olor a vino me repelía un poco.
Tenia en el exterior un escaparate, o quizá dos. Me encantaba cuando pasaba cerca pararme a observar con detenimiento las cosas que allí se exponían.
Una tarde me encontré mirando embobada una figura de escayola. Representaba un león.
Fue como un "flechazo"
Se acercaba el día de la madre y yo adoraba a la mía. Pensé regalarle aquella figura para que pudiera lucirla en la mesa del comedor.
Con timidez infantil le pregunte al tendero cual era el precio de la figura que me había enamorado.
¡Horror, no estaba al alcance de mi bolsillo!
Bajé la cuesta del "Comerción" dándole al coco para indagar de que manera podría conseguir dinero para comprarla.
Siempre la decisión y el liderazgo ha formado parte de mi carácter.
Aprovechando que era la hermana mayor y lo que eso conlleva, reuní a mis hermanas pequeñas y les hable de mi descubrimiento.
Ya, pero vale muy caro decía una" ¿de donde vamos a sacar tanto dinero? terciaba la otra ...
De naturaleza "mandona"les propuse guardar nuestra propina de los domingos y no ir al cine que nos encantaba a las tres.
Con el paso de los años he pensado que las coaccione al máximo ...¡ criaturitas !
Pero yo era la que " mandaba "
Guardamos nuestro secreto varias semanas para reunir el dinero
Nadie se entero. Ni mi padre...
Los domingos era la encargada de llevarlas al cine en la sesión infantil. Engañábamos a nuestros padres diciendo lo que nos había gustado la película. En realidad paseábamos comiendo "pipas"lo mas barato y adecuado a nuestra economía.
Por fin, reunimos el dinero.
Lo apreté fuertemente en mi pañuelo y me dirigí al "Comercion". Mi corazón latía de felicidad ...
Subí las escaleras con verdadera emoción. Asome mi nariz por aquel enorme mostrador y le pedí al tendero la figura, señalando el escaparate.
Me la envolvió con un papel de periódico .Pagué y salí con mi tesoro apretujado contra mi.
Lo escondí cuidadosamente en mi habitación no sin antes habérselo enseñado con mucho misterio a mis hermanas.
Con ojos expresivos y llenos de admiración contemplaron el león y les pareció la obra de arte mas maravillosa del mundo.
¡ Les había costado tanto esfuerzo conseguirlo !
Recuerdo la cara de agradecimiento de mi madre y su emoción al verlo. Nos besó con infinita ternura y nos sentimos felices junto a ella.
El león formó muchos años parte de la decoración de nuestro hogar. Era fruto del cariño y estaba en un sitio de honor.
Mi madre con el paso del tiempo ( tiene vena de artista ) le dio una capa de purpurina color oro, convirtiéndose así en una verdadera joya...
No recuerdo como termino sus días. Quizá se rompió...
En honor a la verdad, era una figura "espantosa"que junto con mi imaginación infantil y el cariño de mis hermanas habíamos convertido en un tesoro para mi madre
Cuando paso por delante del viejo edificio, solo, desangelado, vacío ...me doy cuenta que han pasado los años. No así nuestro cariño por nuestra madre
6 comentarios:
Ese león, como dices, no tenía precio para tu madre.
El comerción, con el tiempo que ha pasado, seguro que tampoco olvida entre sus paredes el sonido de tus pasos, ni el de tus manos desenvolviendo el dinero del pañuelo.
Laura, tienes razon ...Si las paredes de los edificios pudieran hablar, nos contarian historias de seres humanos ,que amaron que ,rieron, que lloraron ...
Quiero imaginar que "El Comercion, me recuerda al pasar y le hago un guiño complice ...
Gracias Laura
Un recuerdo precioso... hay cosas dificiles de olvidar... has demostrado tener un corazón de oro de esos de 24 quilates... sino se quiere a una madre o un padre... a quien coño vamos a querer...¿y a los hijos... lo que se quieren...? no queremos que les de... ni el aire... para que no lo molesten...
... esto me recuerda los primeros Reyes que nosotras hijas pusimos a nuestros padres... el esfuerzo de ir guardando propinillas para comprarles cosas...
... FUE REALMENTE EMOCIONANTE!!
Vivir, que razon tienes ...los recuerdos que llenaron nuestra infancia de ilusion y alegria, no se borran jamas ...
Ana, veo que tienes recuerdos parecidos ...
Lo escribiste cuando no te conocía, luego he sabido que tu comentario sobre la determinación y el liderazgo te definen muy bien, y otras cosas que comités por humildad, la dulzura y la tenacidad. Me gusta mucho que lo cuelgues ahora porque lo escribiste con tu madre viva y ahora se ha convertido en el mejor homenaje que una buena hija puede hacer a su madre. Del comerción ¿que te puedo decir? Era el castillo de mis sueños, por su puerta pasaba todos los días para asistir a la escuela de D. Domingo. Un relato digno de enmarcar y que demuestra la gran escritora que ya eras hace ocho años.No has mejorado tanto como los admiradores te decimos en nuestros halagos. Eras y eres excelsa.
Publicar un comentario