Ariadna, cada verano disfrutaba ayudando en las faenas agrícolas
Era una niña despierta, con la curiosidad propia de la edad .Le encantaba a la hora del almuerzo, acompañar a la era, a su tia con la comida de los que llevaban toda la mañana faenando
En la época de la "trilla" le encantaba montarse en el "trillo" que ejercía en ella un poder seductor que nunca pudo desbancar ni los coches eléctricos , ni los caballitos , ni las barcas, que disfrutaba en la ciudad cuando celebraban sus fiestas
Era el "trillo" una gran plataforma con la base llena de piedras , que se encargaban de moler el trigo, cuando las vacas uncidas a él, daban vueltas una y otra vez bajo el sol castellano. Un círculo lleno de magia, donde sus sueños infantiles le llevaban a pensar que viajaba por el universo en un maravilloso artefacto ...
Su cara risueña, se iba llenando de un color moreno que ni en las mas maravillosas playas pudo conseguir jamás
Era el color moreno de las gentes del campo ...gente de mirar profundo, con la serenidad que da el contacto con la naturaleza.
Allí aprendió a compartir una estupenda y sana comida a la sombra del viejo carro de las vacas y el arrullo de los chopos
Después de la mañana intensa de duro trabajo, venia la hora del descanso.
Todo el mundo suspiraba aliviado al ver llegar a la tía Leonor con un típico capazo de la zona lleno a rebosar de humeante comida.
Cada uno iba dejando la faena y poco a poco se formaba un círculo de gente hambrienta alrededor
Un rato antes mandaban a los niños con el botijo a una fuente cercana a por agua.
Nunca olvidaría con el paso de los años aquel rito. Un agua cristalina saliendo de las entrañas de la tierra como gritando que el agua es fuente de vida. Aquel sabor era único y bebía con pasión, con la misma pasión con que empezaba a vivir su vida.
La comida nunca fue para ella, algo esencial. Se había criado delgaducha , hasta el extremo de preocupar en exceso a sus padres que aceptaban de buena gana que pasara la mayor parte de las vacaciones veraniegas saboreando la libertad del aire y el sol en la vida sana del pueblo.
Una vez degustados los maravillosos manjares y con el sol de la tarde cayendo con fuerza, se iban quedando adormilados a la bendita sombra.
Cuando ya el silencio, solo interrumpido por algún que otro ronquido reinaba en el lugar, los niños , aprovechaban para escaparse de las miradas de padres y demás parientes y salir huyendo a escondidas.
Entonces se producía el más alto grado de libertad que Ariadna hubiera podido soñar en su corta vida
Corrian por los prados, saltaban y gritaban oyendo su propia voz repetida mil veces por el eco .
Descalzos, pisaban la hierba , tiraban piedras para ver quien llegaba mas lejos en la orilla del río.
No se libraban los pobres pajarillos de aquellos seres un poco brutos, que intentaban meter mano en sus nidos
Agotados por el esfuerzo, volvian a beber del agua cristalina de la fuente.
Con sigilo, volvían a arremolinarse por entre la sombra como si nada hubiera pasado.
A la caída de la tarde se uncían las vacas al carro y junto a los enseres se llenaba de niños chillando, por ver quien era el primero en subir arriba.
Tenia el carro casi el mismo encanto que el trillo, solo que en el carro, paseaban por los caminos sin asfaltar del pueblo viendo la gente al pasar y contestando a coro a sus saludos
Ese bullicio infantil, esas risas sin preocupaciones de futuro, suelen ser las mas puras a lo largo de la vida
Luego el tiempo, se encarga de desdibujarlas... pero siempre están en nuestros recuerdos ...
Era una niña despierta, con la curiosidad propia de la edad .Le encantaba a la hora del almuerzo, acompañar a la era, a su tia con la comida de los que llevaban toda la mañana faenando
En la época de la "trilla" le encantaba montarse en el "trillo" que ejercía en ella un poder seductor que nunca pudo desbancar ni los coches eléctricos , ni los caballitos , ni las barcas, que disfrutaba en la ciudad cuando celebraban sus fiestas
Era el "trillo" una gran plataforma con la base llena de piedras , que se encargaban de moler el trigo, cuando las vacas uncidas a él, daban vueltas una y otra vez bajo el sol castellano. Un círculo lleno de magia, donde sus sueños infantiles le llevaban a pensar que viajaba por el universo en un maravilloso artefacto ...
Su cara risueña, se iba llenando de un color moreno que ni en las mas maravillosas playas pudo conseguir jamás
Era el color moreno de las gentes del campo ...gente de mirar profundo, con la serenidad que da el contacto con la naturaleza.
Allí aprendió a compartir una estupenda y sana comida a la sombra del viejo carro de las vacas y el arrullo de los chopos
Después de la mañana intensa de duro trabajo, venia la hora del descanso.
Todo el mundo suspiraba aliviado al ver llegar a la tía Leonor con un típico capazo de la zona lleno a rebosar de humeante comida.
Cada uno iba dejando la faena y poco a poco se formaba un círculo de gente hambrienta alrededor
Un rato antes mandaban a los niños con el botijo a una fuente cercana a por agua.
Nunca olvidaría con el paso de los años aquel rito. Un agua cristalina saliendo de las entrañas de la tierra como gritando que el agua es fuente de vida. Aquel sabor era único y bebía con pasión, con la misma pasión con que empezaba a vivir su vida.
La comida nunca fue para ella, algo esencial. Se había criado delgaducha , hasta el extremo de preocupar en exceso a sus padres que aceptaban de buena gana que pasara la mayor parte de las vacaciones veraniegas saboreando la libertad del aire y el sol en la vida sana del pueblo.
Una vez degustados los maravillosos manjares y con el sol de la tarde cayendo con fuerza, se iban quedando adormilados a la bendita sombra.
Cuando ya el silencio, solo interrumpido por algún que otro ronquido reinaba en el lugar, los niños , aprovechaban para escaparse de las miradas de padres y demás parientes y salir huyendo a escondidas.
Entonces se producía el más alto grado de libertad que Ariadna hubiera podido soñar en su corta vida
Corrian por los prados, saltaban y gritaban oyendo su propia voz repetida mil veces por el eco .
Descalzos, pisaban la hierba , tiraban piedras para ver quien llegaba mas lejos en la orilla del río.
No se libraban los pobres pajarillos de aquellos seres un poco brutos, que intentaban meter mano en sus nidos
Agotados por el esfuerzo, volvian a beber del agua cristalina de la fuente.
Con sigilo, volvían a arremolinarse por entre la sombra como si nada hubiera pasado.
A la caída de la tarde se uncían las vacas al carro y junto a los enseres se llenaba de niños chillando, por ver quien era el primero en subir arriba.
Tenia el carro casi el mismo encanto que el trillo, solo que en el carro, paseaban por los caminos sin asfaltar del pueblo viendo la gente al pasar y contestando a coro a sus saludos
Ese bullicio infantil, esas risas sin preocupaciones de futuro, suelen ser las mas puras a lo largo de la vida
Luego el tiempo, se encarga de desdibujarlas... pero siempre están en nuestros recuerdos ...
14 comentarios:
hermoso recuerdo has traído a tu memoria y compartido con tus amigos!!!!!!
la inocencia de la niñez, no se compara con ninguna otra etapa de la vida............
me encantó!!!!!!
un abrazo, reina
Los recuerdos de la infancia (los buenos y los malos) dejan su impronta indeleble en la memoria, condicionando nuestra vida de adultos. Hermosa entrada.
Te agradezco por tu visita a mi blog. Eres bienvenida cuando gustes.
Hasta cada rato!
Esto que recuerdas lo contaba mi madre que hacia cuando iba a llevar la comida a su padre que estaba trabajando el las labores del campo.
Precioso lo que describes que hacia tiempo que no recordaba.
Con cariño
Mari
Que hermoso relato, bellísmo!
Cuando empezamos a reconocernos, a re-descubrinos en un núcleo.
En nuestro proceso de individuación, la familia es fundamental.
Leo frescura e inocencia...
Un saluda y gracias por estar en mis seguires..
Ali
que buen cuento, de la niñez.
Ha sido adorable.
un beso amiga
¡Que bonitos recuerdos!, y que bonito lo cuentas. Da gusto leer un relato así. Un beso
Ese recuerdo que explicas, yo lo vivi en un pueblecito burgales al que fui un par de años de vacaciones, solo habia las tertulias después de trabajar en la era y pescar cangrejos en el rio. Como dices las personas tenian un moreno que en ninguna playa se cogia.
Un beso y gracias por los recuerdos que nos traes a la memoria. Olalla.
Ay, qué felices somos cuando somos críos, sin preocupaciones y sin mayores historias, eh?
Me ha encantado leer esos recuerdos de la infancia...
Besos, Maripaz
En mi blog "Cajón de sastre" hay una rosa blanca y un poema de José Martí para tí.
Un beso grande. Cuídate.
Feliz fin de semana, me alegra saber que coincidimos en pequeñas cosas de la vida. Un abrazo y gracias por tus palabras.
Adrisol, me gusta recordar los momentos entrañables de la vida ...
Neogeminis, gracias por tu visita
Mari, me alegra que te gusten mis recuerdos
Alimontero , un placer, tenerte en mi rincon
Goyo, tus escritos, si que son bonitos ...
Isabel, tú, tambien eres una buena escritora, disfruto mucho leyéndote
Olalla, ese moreno, ere especial ... se tomaba a cualquier hora ...
Lourdes, me alegra tenerte por aquí ...
Arantza, muchas gracias por el premio ...eres un sol ...
No sé como se pasa a mi blog ...soy novata ...
Si tienes un rato, escribeme a mi correo y me explicas
Gracias!!
Monica, te deseo tambien buen fin de semana ...
Me ha dado mucha alegria, tenerte en mi rincón
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