Había comenzado el verano y un mundo de color y de sol inundaban los días. Después de los largos días invernales, Laura, despertaba de su letargo y recorría con pisadas fuertes y seguras sus rincones y lugares preferidos.
Atrás quedaban los madrugones al amanecer cuando parecía que las mantas se le habían pegado a su cuerpo y era imposible desprenderse de ellas. Ahora el sol penetraba por la ventana y le hacia guiños de complicidad invitándole a vivir. La sonrisa salia de sus labios mas fácilmente, su ánimo estaba como en la cumbre de una montaña. Cantaba y tarareaba canciones de amor, no le importaba hacerlo incluso por la calle, como queriendo compartir su alegría con el resto de la gente.
Le gustaba dar grandes paseos en soledad con la única compañía de su perro y unos auriculares en sus oídos con la música que le hacia soñar. A veces, acariciaba las pequeñas margaritas en el verde prado descubriendo en su belleza recién estrenada un misterio profundo de vida. Acercaba su rostro al ras de tierra y hablaba con las profundidades donde solo parece que hay oscuridad. Abrazaba a los árboles para contagiarse de su vigor y fortaleza y dejaba en su corteza todo aquello que la hacia sufrir.
Amaba los días y la vida misma y era feliz con las cosas sencillas. Tenia sueños y proyectos porque en su larga vida había aprendido que no conviene dejarse morir...
Al atardecer, cuando el sol se ocultaba, su capacidad de descubrir la belleza era su mejor distracción, y dejaba caer a su paso suspiros de cielo que subían alegremente a besar las estrellas. Recorría en silencio aquellos lugares que le habían hecho feliz en su infancia, y entonces el corazón le latía con una fuerza inusitada, como si le viniera de golpe toda la felicidad a borbotones apagando en un suspiro los malos momentos.
Se rodeaba de buenos amigos con los que compartir lo bueno y lo malo, la risa y el dolor. Guardaba en su corazón los instantes vividos en compañía y que se recuerdan siempre.
En las noches de luna llena, abría su balcón y conversaba de tú a tú con ella. Era como subir al infinito, donde el tiempo nunca muere, donde la eternidad se hace canción enamorada, donde de alguna manera, sentía la mirada de las personas amadas que se habían marchado para no volver.
Atrás quedaban los madrugones al amanecer cuando parecía que las mantas se le habían pegado a su cuerpo y era imposible desprenderse de ellas. Ahora el sol penetraba por la ventana y le hacia guiños de complicidad invitándole a vivir. La sonrisa salia de sus labios mas fácilmente, su ánimo estaba como en la cumbre de una montaña. Cantaba y tarareaba canciones de amor, no le importaba hacerlo incluso por la calle, como queriendo compartir su alegría con el resto de la gente.
Le gustaba dar grandes paseos en soledad con la única compañía de su perro y unos auriculares en sus oídos con la música que le hacia soñar. A veces, acariciaba las pequeñas margaritas en el verde prado descubriendo en su belleza recién estrenada un misterio profundo de vida. Acercaba su rostro al ras de tierra y hablaba con las profundidades donde solo parece que hay oscuridad. Abrazaba a los árboles para contagiarse de su vigor y fortaleza y dejaba en su corteza todo aquello que la hacia sufrir.
Amaba los días y la vida misma y era feliz con las cosas sencillas. Tenia sueños y proyectos porque en su larga vida había aprendido que no conviene dejarse morir...
Al atardecer, cuando el sol se ocultaba, su capacidad de descubrir la belleza era su mejor distracción, y dejaba caer a su paso suspiros de cielo que subían alegremente a besar las estrellas. Recorría en silencio aquellos lugares que le habían hecho feliz en su infancia, y entonces el corazón le latía con una fuerza inusitada, como si le viniera de golpe toda la felicidad a borbotones apagando en un suspiro los malos momentos.
Se rodeaba de buenos amigos con los que compartir lo bueno y lo malo, la risa y el dolor. Guardaba en su corazón los instantes vividos en compañía y que se recuerdan siempre.
En las noches de luna llena, abría su balcón y conversaba de tú a tú con ella. Era como subir al infinito, donde el tiempo nunca muere, donde la eternidad se hace canción enamorada, donde de alguna manera, sentía la mirada de las personas amadas que se habían marchado para no volver.
14 comentarios:
Adivino en Laura una jubilada contenta de vivir y aprovechar el tiempo que ahora es todo de ella, ese contacto con la naturaleza haciendo las cosas que nos gustan sin prisas ni agobios, que felicidad.......no hay nada como la tranquilidad de los pueblos
un besote, feliz fin de semana
Bueno, yo me la imagino como una mujer en edad laboral disfrutando del verano sin el agobio de los madrugones.
Nos has reflejado el verano con todos sus encantos.
Besos
Buen fin de semana
Hola amiga.
pasaba a saludarte y decirte que aqui tienes una nueva seguidora,disculpa por no aver pasao antes por tu bello blog,
y gracias a ti por bisitar mi blog.
UN BESO MIA.
MARIPAZ... ME PASUN RATO A VISITARTE Y ENTERARME DE TUS ESCRITOS... CUIDATE MUCHO... UN ABRAZO SINCERO Y LLENO DE ENERGIA POSITIVA PARA TI...
Creo que yo también conozco a Laura.
Y está de enhorabuena: luna llena.
precioso, de lo más bonito que has escrito...
Laura...siente el mundo que le rodea y disfruta de él. Que envidia!!
Bésix
Disculpa la falta de tiempo para
comentar tus bonitos post.
mis deseos que tengas un feliz
fin de semana.
un beso.
Eres una escritora maravilloso porque sabes hacernos disfrutar de tus historias hables de lo que hables. Un abrazo enorme
Qué hermoso y delicado lo que escribes, amiga.
Has dibujado con tus letras imágenes de mi vida.
Un beso, bonita.
vaya que lindo lo que escribes, saludos de mexico, te sigo y te invito a pasar por diariodeunageminis e historiasdelbus, besos
Muy bonito, mucho. Y el gato que duerme me encanta, es como para venir y llevárselo... Un abrazo.
Nos describes una situación envidiable. Una entrada muy bella. Saludos.
Cómo he disfrutado con Laura y con este relato lleno de alegría, de amor a la vida y de ganas de saber.
Precioso, querida Maripaz. Toda una declaración de principios de un alma puesta en pie.
Un beso.
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