Atardecía, y deambulando por las calles de un pequeño pueblo saboreando rincones, de repente, allí estaba ella. Al final de la calleja, meditabunda, acariciando los últimos rayos del sol, como en contemplación. Me conmovió su imagen allá abajo, me pareció de una belleza serena. Uno de esos instantes que hay que saber observar porque encierra la poesía hecha imagen en el atardecer de la vida.
Muy despacio como para no enturbiar la magia del momento, el objetivo captó sin ningún pudor aquel minuto singular dejando constancia para siempre de haberlo vivido.
Ni siquiera escuchó mis pasos, no hizo ningún ademán de movimiento. Permaneció estática, absorta en sus propios pensamientos. Quizá nunca llegue a saber que le robé su imagen en un intento de mostrar a los demás lo que mis ojos captaron en ese atardecer,el atardecer de la vida...
10 comentarios:
UN microrrelato precioso, muy bonito.
Bicos
Una imagen que lo dice todo, felicidades por la captura.
Besos Maripaz.
Precioso, Maripaz.
Por eso entramos en tu blog, porque de repente, una mirada se convierte en algo más. Tienes la sensibilidad suficiente para hacerlo, y hacerlo además con tanta gracia. Un abrazo.
Sencillez y sensibilidad a partes iguales. Biquiños Maripaz
Me gusta esa tranquilidad, esa parsimonia. La vida como un río nada revuelto.
La musas te han visitado... Un saludo.
De alguna manera has hecho inmortal ese momento, porque aquí está y seguirá estando gracias a ti.
Un abrazo.
Es bonito y a la vez triste, quisiéramos que la vida siempre fuera un amanecer, muy logrado ese instante, enhorabuena
Bsss
Excelente foto y relato.
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