Sevilla tiene un color especial dice una popular canción. Cuando tenia 18 años lo comprobé por vez primera y fue como un flechazo entre ella y yo.
Venia de una región muy distinta; adoraba mis paisajes rodeados de montañas y chopos junto al río, y la brisa al caer la tarde. Por eso cuando a principios de Septiembre la "caló" aprieta con fuerza en esta tierra del sur, aparecí por allí, mi organismo se sintió afectado de manera muy particular y llegué a sentirme tan mal, que pensaba que había contraído una grave enfermedad.
Una vez aclimatada a la nueva temperatura fui poco a poco descubriendo los rincones y plazas y saboreando aquella nueva tierra que me abría sus brazos generosa y alegremente.
Vivía en el mítico Barrio de Santa Cruz, en la mismísima plaza de Doña Elvira. En sus callejas empedradas podía escuchar el ir y venir de turistas que en muy variadas lenguas cantaban alabanzas de lo que veían.
La fuente cercana, con su tintineo, me acercaba cada mañana a la magia y el duende que jugaba tratando de llamar mi atención para cautivarme sabiendo que era forastera.
Alrededor de la plaza los naranjos coqueteaban conmigo y me obsequiaban cada primavera con su maravilloso olor a azahar
Al anochecer, la notas de una guitarra rompían el silencio, y las palmas y el compás salia a mi encuentro seduciendo mis sentidos.
Las noches andaluzas poseen un encanto que no he vuelto a encontrar en ningún lugar. Muchas veces en mis recorridos nocturnos me encontré frente a frente con la Giralda que conversaba con la luna. Como dos vieja damas, se miraban, sonreían, se contaban sus secretos y hasta se las podía oír suspirar al unisono.
Con el paso del tiempo me fui impregnando de su folclore, y hasta me atreví a zapatear en un tablado con la complicidad de amigos que reían divertidos.
Su tradiciones eran mis tradiciones mientras me iba empapando de su cultura y su divertida manera de expresarse.
Su río estaba siempre presente en mis paseos y sus puentes me cautivaron para siempre.
Sevilla me cobijó y yo para agradecérselo la juré amor eterno.
El destino me devolvió al lugar de mi niñez, pero la llevo metida en el fondo de mi alma.
Siempre que puedo regreso a ella que me recibe sonriente, amorosa, picarona, bulliciosa, hechicera,..como tratando de decirme que el flechazo sigue como la primera vez. Si acaso el paso del tiempo ha afianzado nuestro amor mutuo.
Esta noche que comienza la Feria con el alumbrado multicolor, sabe, que aunque lejos, estoy con ella...
( Todas las fotografias del video las he hecho yo en estos tres últimos años que no he faltado a mi cita con ella)
10 comentarios:
No me extraña nada de todo esto que describes tan bien. Estuve en Navidad y quedé prendado. Eso fue lo que más me gustó: las callejas, los rincones. Sí que tiene un color especial, e imagino que ahora, en primavera, también un olor (nunca vi tantos naranjos). Comprendo quien se enamore de Sevilla, no es para menos.
Bonito homenaje a la ciudad de Sevilla, aun no sabemos si iremos a la Feria este año...
Ha sido agradable recordar nuestro encuentro en pleno "real" del año pasado, un saludo.
Muchos colores que pueden resumirse en uno solo: Sevilla. Ya me sedujo. Un abrazo.
Sevilla si se ve con un sevillano es un maravilloso descubrimiento. Y yo tuve esa suerte.
hija, qué ganas de conocer Sevilla... qué bonita la pintas... un besito guapa...
Bueno, pues si no puedes ir, vente a la Feria de Jerez, que siendo más pequeña, aunque grande, es más bonita que la de Sevilla ea :)
Jajajaja, Alfonso. Pue me han contado que la Feria de Jerez es una maravilla. Quizá algun dia me anime y de paso conocerte.
no conozco Sevilla pero seguro que es tan especial como dices.
biquiños, y siento que este año estés lejos de ella, aunque no con el corazón.
Quién estuviera ahora en Sevilla, Maripaz, con ese ambiente tan bueno y lleno de alegría. Sí que tiene un color especial, sí.
¿Sabes? No sabía que habías vivido en Sevilla. Ya me explico de dónde te viene el salero y la gracia.
Un abrazo con un brindis de rebujito simbólico, ay.
Ah, Alfonso lleva razón: la Feria de Jerez es preciosa también. Ojo a los caballos, qué son una hermosura.
No conozco Sevilla y de verdad que me encantaría. Espero cumplirlo alguna vez.
Magnífico homenaje.
Un abrazo
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