1 de abril de 2014

SERES DE OTROS MUNDOS


Era una fría noche de Enero y una luna temerosa se ocultaba tras la niebla. Parecía que intuía que una fuerza venida de fuera se había concentrado allí aquella noche. El silencio lo invadía todo, tan solo el ladrido de algún perro se atrevía a romper la monotonía.
De repente, de entre los árboles surgió un pequeño personaje de enorme cabeza y cuerpo menudo, que curioso merodeaba por el lugar. Su aspecto daba lugar a opiniones contradictorias, podía pasar por un ser malvado y ruin, al mismo tiempo que su figura era capaz de trasmitir la ternura y la inocencia más absoluta.
Tenía unos ojos enormes de los cuales salia una luz cegadora, como la de los faros de un coche. Le servían de linterna para poder vagar en la noche cuando los humanos dormían y se atrevía  a salir.
Sibilinamente se colaba en los jardines de las casas intentando robar secretos a los que allí vivían. Trepaba por los tejados y se colaba por los patios y ventanas.


Una vez que estaba dentro se dedicaba a curiosear por los rincones mientras observaba como dormían sus moradores. Podía hacerlo porque era invisible a los ojos humanos cuando sigilosamente se colaba en su intimidad.
Además poseía un don con el cual a través de los objetos podía ver la historia de aquellas personas. Solía fijarse en las fotografías que lo transportaban de repente a otra época donde los ancestros familiares le contaban la verdadera historia familiar.
De sobra sabia él, como a los humanos nos gusta aparentar más de lo que realmente somos y  la mayoría de las veces reescribimos nuestra propia historia adornándola de mil florituras agazapadas en nuestro idílico mundo. No se le escapaba, como nos cuesta aceptar lo que realmente somos e intentar vivir así con nuestra propia desnudez.
Dentro de los hogares- se decía- se esconden secretos a veces inconfesables y otras veces heroicos que solo conocen los interesados, porque forman parte de su intimidad y están al resguardo de miradas curiosas y depredadoras.
Allí dentro, podía verles tal y como eran, con su auténtica manera de ser, no como la que solían mostrar cara al exterior. Y es que de puertas adentro es donde se muestra nuestra miseria y grandeza arropada por aquellos que nos aman incondicionalmente.


Quizá de donde él venia era otra galaxia muy distinta. Tal vez la luna le conocía muy bien porque de alguna manera es la reina de la noche y vigila atentamente el planeta.
Esa noche fría, la niebla la ocultaba, o la pereza le invadía, o no quería enfrentarse con aquel ser curioso que de noche en noche le hacía la competencia, o por el simple hecho de tener miedo a lo que no es como nosotros se mantenía un poco alejada.
No cabía duda de que venia de otro mundo.
Mientras, el pequeño ser de ojos llenos de luz seguía con su rutina nocturna intentado robar secretos a los humanos.

M. Paz

8 comentarios:

lurdes dijo...

Bonita historia y bonitas imagenes. Un.Un abrazo

Sara O. Durán dijo...

¡Guau! hoy nos regalas un relato muy rico, con elementos muy bellos, que me ha encantado.
Muchos besos para ti, Maripaz.

Isabel Martínez Barquero dijo...

Misteriosa y bien hilada tu historia de hoy, Maripaz. Me ha gustado especialmente ese poso de reflexión que tiene.
Un abrazo, querida amiga.

TORO SALVAJE dijo...

Los humanos.... la lacra del Universo.

Besos.

Ah, una cosa, en tu perfil donde pone "mi página web" el link está estropeado.

Rafael Humberto Lizarazo Goyeneche dijo...

Tal vez sea mejor no guardar secretos, así ese intruso ser no podrá escudriñar nuestras vidas.

Abrazos.

Cristian Cao dijo...

Me encanta la manera en la que entrelazas una historia ilustrándola con fotografías... sigo pensando que podrías hacer un libro de relatos cortos en los que mezclas historias con tus propias fotografías... ANÍMATE MUJER

Arantza G. dijo...

Que bonito relato acompañado de bellas imágenes. Besos Maripaz.

V dijo...

Imaginativo, sensual y delicioso relato...de esos que dejan pensando mientras se saborean...cada día te noto más inspirada...un abrazo