22 de diciembre de 2024

GORRIONES

 

Al igual que los gorriones van en bandadas.

Adolescentes liberados de sus responsabilidades escolares por unos días de vacaciones de Navidad.

Les observo al pasar debajo de mi ventana. 

Alegres, ruidosos, divertidos, desenfadados, irrespetuosos...

Al igual que los gorriones que vi esta mañana cerca de casa, buscan compañía y amparo.

Y comida...jejeje.

Solo, que los adolescentes lo tienen más fácil al llegar a su casa.

Y les imagino comiendo con un apetito voraz.

Sé de qué hablo, porque tengo uno en la familia.

Sin embargo, los pequeños gorriones, andaban picoteando a la entrada de la tahona por si alguien al pasar con la barra de pan se le caía alguna miguita que llevarse al pico.

Vi a un perro anciano, dormido en el felpudo, con el arnés atado al pomo de la puerta. Hacía frío y pensé que sus pobres huesos lo acusarían de manera especial. 

¡Pobrecito!

Traté de llamar su atención, e intentar acariciarle, pero no me escuchó. Debía estar sordo.

Sentí dolor en su desamparo.

Estaría mejor dentro de la casa en su cama calentita.

La ancianidad y su vulnerabilidad siempre me conmueven. Sean personas o animales.

Cada vez hay más ancianos desamparados, porque nuestra sociedad les ignora. Ignora todos aquello que no sea de utilidad.

Un anciano, poca utilidad tiene a los ojos de los que todo lo centran en poseer cada vez más.

Los ancianos no son productivos, pero poseen una riqueza interior de la que la gente de bien nos podemos beneficiar.

No sé...están hoy las letras muy atrevidas.

Se refugian en mi casa, dado que fuera la niebla lo envuelve todo y es difícil ver.

Como contraste de los jóvenes adolescentes llenos de vida y de sueños, los ancianos contemplan la vida a través de la ventana, o sentados en un banco del parque como final de su aventura.

El ciclo vital de la vida misma.

Los adolescentes, los gorriones, los ancianos...todos formamos parte de este mundo nuestro.

Espero os haya tocado la lotería. A mi no, porque no he jugado ni un décimo.

Es el día de la esperanza en un boleto que puede cambiar la vida de los más vulnerables.

¡Otra vez con los vulnerables!

Y es que en mayor o menor grado todos somos vulnerables. 

¡Pobrecito aquel que se sienta un diosecillo intocable!

El tiempo y la vida le harán ver la realidad.

Últimamente, me salen escritos con moralinas de señora mayor...jejeje.

No sé si es que empiezo yo también a acusar el paso de los años y llevo en mi bagaje la experiencia de mi propia vulnerabilidad.

En fin...que estamos a las puertas de la Nochebuena y no quiero daros más la barrila.

¡FELIZ NAVIDAD!

13 de diciembre de 2024

LOS AÑOS

 


Pasan los años y uno mira hacía atrás pensando en como le ha ido la vida.

El simple hecho de vivir ya me parece un regalo inmenso.

Amo la vida, me dejo acariciar por ella.

Agradezco me haya regalado: unos padres maravillosos, una salud estupenda, un buen humor y una alegría natural a flor de piel.

La vida te va llevando por caminos inesperados. El azar, el destino, las circunstancias, llámalo como quieras...

Uno se ve inmerso en la vorágine de los acontecimientos y va aprendiendo a sortearlos como buenamente puede.

Así se van sucediendo los días y vamos escribiendo nuestra propia historia.

Pasos en falso, decepciones, momentos felices, traiciones, penas y alegrías forman un almagama que conforma nuestro pasado.

De lo que si me arrepiento, es de haber dejado los estudios muy pronto. Así, tengo en mi haber muchas lagunas intelectuales que procuro con mi curiosidad innata zafarme al atardecer de mi vida.

O más bien al anochecer...jejeje.

Una está entrando en una edad...

Me arrepiento, porque además fue por cabezonería y falta de experiencia en mi adolescencia. 

¡Me hubiera gustado tanto ser escritora!

¡Y periodista!

¡Ah, pero he jugado a serlo!

En fin...la vida me llevó por otros caminos.

No reniego de mi pasado. Lo que viví intensamente para bien, ya nadie me lo podrá arrebatar. Lo que viví para mal, ya lo he olvidado. No quiero ser prisionera de llevar una enorme mochila a mis espaldas que me impida volar libre.

La vida es hermosa y en ella me cobijo.

Por lo demás, estoy en paz conmigo misma y con aquellos que amo.

Tan solo me queda vivir con plenitud este último tramo.

Las musas andan perezosas últimamente. Tan solo en la madrugada acuden a mi almohada, dado que padezco insomnio y no sé como pasar esos largos ratos en vela.

Soy noctámbula.

La noche y su silencio me atrapa.

Solos, ella y yo.

No hay pisadas, ni gritos, ni voces...

Ahora, las gotas de lluvia, golpean en mi ventana con un tintineo misterioso, cantarín, atrevido...

Ellas y yo.

Solas en la noche.

Mientras, vosotros dormís,  y mañana podréis leer la parrafada que yo escribí al amor de la oscuridad, pero con el corazón lleno de luz.

La luz de la vida que palpita en mi alma.

Dormir tranquilos, que yo os velo...jejeje.


1 de diciembre de 2024

PASEOS POR LA CIUDAD

 


Últimamente estoy un poco perezosa para la escritura y tener mi blog al día. Incluso me cuesta un poco salir de mi zona de confort que es el sofá.

Prefiero quedarme por Zizur, cuando salgo, este rinconcito bello para vivir.

Pero de vez en cuando salgo al asfalto de la ciudad dispuesta a vivir la vida a tope. Y es ahí, donde al caminar, voy escuchando pequeños retazos de conversaciones a pie de calle, o me fijo en pequeños detalles de los viandantes, sucesos banales en apariencia, pero que son el meollo de lo que ocurre en la sociedad y el retrato del ser humano.

El primer lugar donde escuchar (aunque yo no lo quiera) las conversaciones de los demás, es en el autobús.

La gente habla de sus cosas de manera natural y a voces.

Delante de mi, van dos mujeres de mediana edad de un país lejano, hablando de su trabajo. Ambas cuidan a ancianos en el último tramo de su vida y a veces con problemas de movilidad.

Se van contando las responsabilidades diarias que tienen hacia las personas que cuidan. Higiene personal, comida, compra, paseos...

Y hablan del trato que reciben, del salario, del afecto, del desarraigo, de la nostalgia, del sacrificio, del esfuerzo...

Me conmueve el escucharlas.

Trabajo duro el suyo y no lo bastante remunerado.

Almas unidas al fin y al cabo por la necesidad.

La de los beneficiarios del servicio y la de las que atienden ese servicio.

Porque en el fondo nos necesitamos unos a otros.

Al pasar por la Avenida Carlos III escucho una conversación de una mujer que habla en tono muy alto.

Me he comprado un jersey beige, pero no se lo digáis a fulanita. Se pica mucho, y ella tiene uno igual. Me lo pondré cuando ella no esté.

Sonrío, mientras me alejo.

Un poquito más allá, otro grupo de mujeres hablan de sus cosas.

Pues yo siempre había pensado que fulanita tenía un tipo precioso, pero una vez en la playa, en bañador, se le notaban las "mollicas" como a todas...

Vuelvo a sonreír mientras camino hacia la Plaza el Castillo.

Cuando un niño llora, y llora...cuidado, eh, cuidado...

Un hombre le va diciendo a otro esta frase lapidaria.

Samanta, una chica muy joven me para con una carpeta en la mano. 

No es la primera vez que lo hace. Es de una ONG y trata de captar ayudas para paliar el hambre en el mundo, los damnificados por las guerras y desastres naturales.

Las personas pasan de largo tratando de zafarse de ella. No quieren oír desgracias y más desgracias...

Yo la escucho con atención.

Me agradece que lo haga.

Es muy poco lo que puedo hacer, pero muchos pocos hacen muchos...

Una chiquilla muy joven, besa una y otra vez a la que parece ser su abuela que está sentada en su silla de ruedas. Amor en estado puro.

Señoras y señores jubilados comprando fruta en un chino más barata que en los grandes supermercados.

En grandes montones a la puerta del establecimiento. No pone ni procedencia ni ná de ná...

Pura supervivencia a pesar de la subida de las pensiones tan cacareada por los políticos de turno.

Es que no llego a fin de mes. Además, tengo que ayudar a un hijo que se ha quedado sin trabajo (escucho al pasar)

Dos muchachos jóvenes de otro país, van hablando del problema de la regularización. 

Pequeños bebés dormidos en su silleta, ajenos a la problemática de este viejo y cansado mundo.

Un joven sentado en un poyete, con pantalones rotos, última moda, cascos, zapatillas de marca y cara de estar en el país de las maravillas. En su pequeño y agradable mundo.

Cada uno se evade de la realidad como mejor puede.

Dos amigos. Un hombre y una mujer.

-¿Qué fue lo que te ocurrió?

-Pues nada, que me desmayé y me fui al suelo.

-¡Madre mía, que susto!

-Pero bueno, estoy bien. No ha sido nada.

En una tienda se escucha una música estridente. 

Un padre y su hija bailan al son.

Un chaval a mi lado se ha tirado un pe...

¡Uf, tío, que mal huele...!

Su amigo ríe a carcajadas.

Yo me alejo cuanto antes...jejeje.

Un crío de mofletes colorados, va detrás de su madre con desgana.

¡Buf...otra vez el Corte Inglés!

El buen hacer de la cajera, Teresa. 

Da gusto acudir a esa sucursal.

La buena atención al cliente es de agradecer en los tiempos que corren. Todo lo tienes que hacer con el móvil o el cajero.

Máquinas impersonales que no hablan ni te miran a los ojos.

Ya no hay colonia infantil de la marca "Pan con chocolate" en el Corte inglés.

Con lo que a mi me gustaba...

Tres empleadas de unos grandes almacenes charlan de sus derechos. Los días que tienen para poder atender a un familiar enfermo, por lo que escucho, no son suficientes.

Pues a mi cuando...

Pues yo, cuando me ocurrió...

Es media tarde y apenas hay gente comprando.

Buenas tardes amor.

Un joven moreno, cuerpo esculpido, ojos seductores, saluda a una chica que le espera en una esquina.

Es la hora del amor.

Termina mi paseo por hoy.

Otro día, mas.