Hace unos días, en mi paseo habitual, me encontré con la belleza de las mimosas. Así, sin esperarlo.
Sin esperarlo, porque me pareció un poco pronto. Todavía falta un poco para la Primavera.
Suelo cada año visitar este pequeño arbolito, como en un ritual, cuando me regala esta explosión de vida.
Pero el año pasado no pude disfrutar de ello. El arbolito parecía estar enfermo, seco, muerto.
Fue una decepción enorme, pues mi vida se alimenta de estos pequeños placeres que la naturaleza me regala y sentí mucha pena.
Últimamente tengo la sensación de que la vida, o el tiempo, discurre con enorme velocidad.
Apenas hemos terminado la época de Navidad y ya la Primavera se asoma por los rincones.
Encontrarme con las mimosas ha sido un regalo.
A veces, en lo más simple se esconde lo bello.
Personalmente, me gusta rescatarlo a través de mis fotografías, vídeos, o relatos.
Y aunque en estos días ha vuelto el mal tiempo y la lluvia se ha adueñado de las calles y plazas, las mimosas siguen ahí como preludio de la Primavera.
Como regalo para vosotros os dejo este vídeo que grabé junto con un abrazo.