19 de junio de 2010

EL TEMOR




Charlaban animadamente de sus cosas en una esquina compartiendo risas y recuerdos. De repente, un anciano se paró delante mirando insistentemente a uno de ellos. La risa se convirtió en una mueca dolorida, como algo inesperado que no quieres que sea real, como el recuerdo triste de la infancia que creías olvidada.
El anciano de ojos claros y penetrantes saludó secamente a su hijo. La mirada del hijo, temerosa, se cruzó con la de él. Una mirada distante, fría... intentando sofocar las emociones de aquel encuentro fortuito.
Mientras hablan los dos de cosas intrascendentes, la mirada del desconocido acompañante pudo observar al anciano recién llegado. Tenia el pelo blanco, los ojos azules, alto, bien parecido. Conservaba aún un aspecto atractivo debido a la belleza de su juventud. Solo desdecía su aspecto descuidado y sucio, su ropa con olor a pasado, sus manos agrietadas por la vida, sus zapatos llenos de polvo, su mirada que aun guardaba la intransigencia y la dureza de siempre.
Alguna vez le volvió a ver por la calle. Le observó en silencio. Iba solo, observando a las gentes en su ir y venir.
Nunca me quiso, le dijo su amigo, jamas me acarició con amor, me pegó sin piedad durante años, le tenia verdadero pánico...de alguna manera he sido huérfano de padre.
No se puede amar, cuando no te han amado.

14 comentarios:

Darío dijo...

Que terrible historia que se repite siempre. Por qué los padres dejamos sin amor a nuestros niños? Es la esencia de la vida...un abrazo.

mariajesusparadela dijo...

Los malos tratos siempre son contra los débiles.

Isabel Martínez Barquero dijo...

Maripaz, este relato tuyo demuestra que cada uno recoge lo que ha sembrado.
Un fortísimo abrazo.

Annick dijo...

Lo peor es que no estara ni arrepentido.

Un relato duro , pero muy real por desgracia.

Besos desde Málaga.

Reflexiones de Emibel dijo...

Destacaría de tu texto los calificativos tan acertadamente escritos. Ayudan a imaginar la escena.
Sí, es difícil dar lo que no has recibido, lo que no conoces. Qué triste es no saber amar, verdad?.
Como me han enseñado a dar besitos cariñosos, te mando un montón de ellos.

ARO dijo...

Siempre resulta incomprensible que un padre pueda maltratar a un hijo. Y la respuesta lógica del hijo es ese rechazo que tú cuentas.

emilio dijo...

Un hijo no puede decir eso de un padre... ¿Y el perdón? en el sentido de pena o bondad. Yo siendo un ateo confeso... creo que se debe perdonar siempre, si quien te lo pide lo hace de corazón.

En todo caso un bello y triste relato.
Un abrazo.

Lourdes dijo...

Suele pasar lo que cuentas. Si no te demuestran cariño, lo más lógico es que tú tampoco lo muestres, no?


Besos, Maripaz!

Eastriver dijo...

Creo que está muy bien escrito. Por desgracia es un episodio de vida, algo muy muy verdad.

Kashtanka dijo...

increible relato! personalmente me ha llegado hondo. Un abrazo. Maripaz.

Arantza G. dijo...

Qué pena...
Maravilloso relato.
Besos Maripaz, cuídate

Caruano dijo...

El relato, doloroso pero realista, tiene su contrapartida en el vídeo de tus espléndidas fotos de primavera (pinché sobre Picassa).
MariPaz, recibe un sincero abrazo.

P.D. Todavía no conozco Palencia (tengo muchas ganas de viajar a tu tierra) y me han hablado muy bien de la ciudad y de su catedral, grande entre las grandes.

Lectores Inquietos Poemas 웃ღ웃 dijo...

Hola entre a conocer tu blog
me gusto mucho es muy bueno
para pasar bellos ratitos te sigo.
Saludos y feliz dia

Calvarian dijo...

Hay una débil frontera entre el respeto y el miedo. El miedo acaba con el amor, en este caso a fuerza de maltrato. Sólo conozco el amor de hijo...y creo que ni siquiera soy muy bueno en eso. Ya sabes Calvo soltero sin fronteras jejeje
Bésix