Atardecía y el cielo teñido de rojo miraba con asombro a aquel personaje. Era un hombre alto, bien parecido, esbelto, de ojos negros y mirar profundo. Sus manos eran suaves, bien cuidadas. En su pelo oscuro se adivinaba el paso del tiempo, y unas canas recientes empezaban a aflorar en sus patillas.
Vestía con una elegancia inusual en un mendigo. Como único equipaje, una mochila al hombro con sus pocas pertenencias.
Se ha pasado el día pidiendo una limosna en la puerta de un supermercado. Avergonzado baja los ojos cuando la gente le mira con atrevimiento.
Sus ojos guardan un secreto que intenta esconder en el fondo de su alma. Es el secreto de su propia historia.
Una historia como la de los demás que por allí pasan. Una historia de amores, de traiciones, de buenos y malos momentos, de amaneceres luminosos y atardeceres teñidos de pasión.
Muchos pasan indiferentes a su dolor, no sienten empatia con su situación ni con su persona. Sencillamente le ignoran.
Algunos le miran compasivos mientras sacan unas monedas de su bolsillo y se las tiran encima de la gorra que el mismo ha puesto para ese menester.
Otros, se atreven a mirarle a los ojos e incluso esbozan una leve sonrisa, como queriendo con ese gesto penetrar en su interior y aliviar un poco su soledad y su infortunio.
Él, se sonroja, y devuelve ese gesto haciendo una mueca de complicidad con quien se atreve a profundizar en su herida.
Hay también quien huye de su presencia, fijando con desdén sus ojos en él, reprobando no se sabe que acciones malévolas.
Por fin, el día ha terminado y presuroso cruza la plaza mientras la oscuridad va llenándolo todo. Hace frío ya, hay que buscar un lugar donde pasar la noche...quizá le basten unos cartones para abrigar su soledad.
Vestía con una elegancia inusual en un mendigo. Como único equipaje, una mochila al hombro con sus pocas pertenencias.
Se ha pasado el día pidiendo una limosna en la puerta de un supermercado. Avergonzado baja los ojos cuando la gente le mira con atrevimiento.
Sus ojos guardan un secreto que intenta esconder en el fondo de su alma. Es el secreto de su propia historia.
Una historia como la de los demás que por allí pasan. Una historia de amores, de traiciones, de buenos y malos momentos, de amaneceres luminosos y atardeceres teñidos de pasión.
Muchos pasan indiferentes a su dolor, no sienten empatia con su situación ni con su persona. Sencillamente le ignoran.
Algunos le miran compasivos mientras sacan unas monedas de su bolsillo y se las tiran encima de la gorra que el mismo ha puesto para ese menester.
Otros, se atreven a mirarle a los ojos e incluso esbozan una leve sonrisa, como queriendo con ese gesto penetrar en su interior y aliviar un poco su soledad y su infortunio.
Él, se sonroja, y devuelve ese gesto haciendo una mueca de complicidad con quien se atreve a profundizar en su herida.
Hay también quien huye de su presencia, fijando con desdén sus ojos en él, reprobando no se sabe que acciones malévolas.
Por fin, el día ha terminado y presuroso cruza la plaza mientras la oscuridad va llenándolo todo. Hace frío ya, hay que buscar un lugar donde pasar la noche...quizá le basten unos cartones para abrigar su soledad.
14 comentarios:
Estas historias cada día que pasan son más comunes y sobre todo en ciudades grandes, y lo peor es que nos estamos acostumbrando a que sean de lo más normal, y ya no nos sorprenden, historias anónimas de gente anónimas pero todas con un pasado para llegar ahí, con un presente incierto y del futuro mejor no hablar, un saludo.
mm no está nada mal. Y gran foto.
Triste historia y más común de lo que pensamos.
Y con la vida que nos ha tocado vivir últimamente, la cosa no se ve con solución por ninguna parte.
Un beso Maripaz.
La soledad no se alivia con cartones. Ni siquiera con cartones de Don Simón.
Una historia muy triste y muy común en estos tiempos.
Bicos
HOLA MARIPAZ, HERMOSO POST, PARA COMPARTIR.
TE DEJO UN SALUDOOO
CHRISSSSSSSS
Esas situaciones son tan dolorosas... y nos sentimos tan indiferentes a ellas. La historia que tan bien cuentas es demasiado frecuente en todas partes, cada vez más.
Los ignoramos sin pensar que cualquier persona puede llegar a una situación igual o similar. El mundo da tantas vueltas… Biquiños,
Seguramente guarde en su interior, encerradas, muchas historias, muy cierto.
Bésix
La foto es preciosa y la historia... hay mucho detrás. De jovencillo en mi pandilla nos dedicamos a recoger a toda la gente que estaba así y llevarla a un albergue... no querían en cuánto le imponían una discplina y volvía a la calle. Pero claro, Maripaz, habrá de todo.
Es increíble...pero en general, nadie se detiene, un instante a pensar que detrás de estas personas hay historias, historias, a veces, muy dolorosas y tan valiosas como las de las "gentes" importantes.
Una historia bellamente redactada, Maripaz, donde se ponen de manifiesto muchos sentimientos escondidos entre líneas: solidaridad, dolor, desprecio, angustia, y también amor, una mirada a los ojos es amor...
Nadie sabe qué historias se esconden tras un mendigo, lo que sí sabemos es que el impacto de esas historias lo ha llevado a tocar fondo y que como seres humanos no debemos cerrar los ojos ante él.
Un beso grande.
Preciosa descripción de sentimientos la que nos has permitido compartir.
supongo que la soledad y el miedo son los únicos acompañantes de esta gente que mal vive en la calle y que cada día son más ,al menos en las grandes ciudades.
Un besazo maripaz
A ese hombre debiéramos mirarlo todos como si a un espejo nos asomaramos y nos devolviera nuestra imagen. Es él, pero podemos ser cualquiera de nosotros. Los ateos decimos que Dios es el otro y Jesucristo dijo, ama a tu prójimo como a ti mismo. Hay que amar al otro y olvidar todo lo demás.
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