Cuando preparo algún regalo para un niño, mi recuerdo va a mi abuela materna, Virgilia. Una mujer que se quedó viuda muy joven, porque mi abuelo en un accidente en la mina, falleció por entrar a salvar a un compañero. Uno más de esos héroes anónimos que pueblan el universo.
Mi abuela, a raíz de su muerte, se quedó en la miseria por las circunstancias de la época con tres hijos muy jóvenes.
Mi madre me contó muchas veces que su padre le había prometido enviarla a estudiar una carrera a pesar de ser mujer y la única niña de la familia.
Su promesa se quedó prendida de su pequeño corazón y lo suplió como pudo.
Aún así, heredé de ella mi amor por las letras, pues tenía talento para escribir.
A mi abuela, la recuerdo bien, aunque era una niña de seis años cuando pude disfrutar de ella. Cada noche recorría el pueblo de punta a punta para ir a dormir con ella.
Yo, mujer cabezota e independiente desde mi más tierna infancia, me empeñaba en subir sola. Claro que mi padre, bondadoso protector, no me dejaba de su mano. Eso si, se iba escondiendo por las callejas hasta ver que mi abuela me abría la puerta, dado que yo me enfadaba muchísimo si le veía tras de mi.
Esa misma percepción la tuve siempre en mi vida de adulta mientras caminaba por la vida. Siempre estuvo detrás de mi protegiéndome y amándome.
Pero volvamos al recuerdo de mi abuela. Me han contado personas que la conocieron, que era una gran amante de los niños, y que cuando apenas tenía para ella misma y los suyos, su corral siempre estaba lleno de chiquillos a los que obsequiaba con lo poco que tenía: una manzana del árbol, unas nueces, un trozo de torta...
Por eso, cuando visito la vieja casa, puedo ver a mi abuela entre los árboles que allí había: un nogal, un manzano y un lilar, repartiendo regalos y sonrisas.
Creo que lo he heredado. En mi casa tengo una "Caja Mágica" llena de chuches para los niños de mis amigos cuando me visitan.
También me gusta prepararles pequeños detalles que envuelvo con la magia del cariño pretendiendo sorprenderles. Ahora tienen tanto de todo, que corren el peligro de acostumbrarse. Por eso me gusta jugar con su fantasía y abrirles la puerta del asombro.
Creo que los genes están ahí, no cabe duda.
En el viejo cementerio descansan sus restos.
16 comentarios:
Una gran mujer, tu abuela. Un beso
Hola Maripaz.. En el fondo me das(is) envidia sana, los que habéis podido disfrutar de los abuelos, yo no pude, a mi abuelo ni lo conocí, no tengo ni fotos, no recuerdo nada de él, a mi abuela, recuerdo que de muy pequeño mi madre me llevaba con ella a un hospital, donde estaba muy enferma y nada más.
Ya ves es como si no tuviera historia tras de mí, pero la vida te lleva por esos destinos y hay que superarlos, me alegro mucho por ti y por todos los que tenéis recuerdos e historias de vuestros abuelos..
Un abrazo..
Que suerte tuviste de disfrutar de una abuela, yo no conocí a mis abuelos y siempre he sentido esa carencia del cariño que dan a los nietos.....Ahora que soy abuela disfruto al máximo con mis nietas.Besicos
Que bonitos y entrañables recuerdos y que bien los cuentas.
Un abrazo.
:)
Qué bonito homenaje le has escrito.
Seguro que tenéis una conexión mágica.
Besos.
Entrañable y amorosa entrada plena de bellos recuerdos.
Un abrazo.
Preciosos y entrañables recuerdos, no se puede vivir sin ellos,hay que mirar hacia adelante pero sin olvidar el ayer, me ha encantado esta entrada, un fuerte abrazo.
Nuestra vida está bendecida durante el tiempo que podemos disfrutar de nuestros abuelos, que dejan en ella una huella imborrable de amor y ternura.
Besos.
Tienes un gran parecido con tus parientes, es sorprendente la foto.
Haces bien en preparar los regalos con tanto amor y recordar a tu abuela que tan bien te hizo en tu infancia.
Un abrazo.
Que bonito todo lo que nos cuenta, y que entrañable esos recuerdos de tu abuela, que por cierto, por los detalles que das de ella, me recuerda a mi abuela materna. Y de tu abuelo como bien dices otro héroe, como los mineros que están intentando dar con el cuerpo de Julen.
Y no me quiero despedir si decirte lo que te pareces a tu madre, las dos guapísimas.
Mi muy querida Maripaz, un fuerte abrazo.
¡Qué grande tu abuela Virgilia pero su nieta no se ha quedado atrás!
Besines utópicos, Irma.-
Una gran mujer, sin duda alguna :D
Cuando alguien es capaz de hundir sus dedos en la tierra y acariciar sus raíces con tanto amor. Cuando puede recordar cuando de niña, su padre se escondía por las esquinas para que su pequeña princesa pudiera vivir sus aventuras a solas, pero bien protegida, ahí se forja un carácter. Felicidades, guapa. Por el Nuevo Año y por tus recuerdos.
Me ha encantado este post en recuerdo de tu abuela, se nota tu amor y tu admiración por ella.
Me chiflan los niños y envolver los regalos con dedicación y fantasía, como los de la primera foto. Geniales. Y, siempre que puedo, contarles algo que haga mágica la contidianidad, como ayer a mi nieta Nora que le decía que yo era la que acababa el día...
...mandaba al Sol a dormir y despertaba a la Luna, y ordenaba las estrellas... y ella me dice, qué bien tener una yaya mágica, pero deberías ponerte muy guapa cuando cierres el día, yayi, con un traje de cola... como el que yo le digo que tiene la Luna de terciopelo, donde se suben todas las estrellas...
Espero que mis nietos me recuerden con el mismo amor que tú a tu abuela, Maripaz.
Un abrazo grande,
Los genes están ahí, claro que sí; y sobre todo, la sensibilidad y amor por los nuestros, que transmites con esa dulzura y honestidad, y que heredamos los que te leemos. No se heredan solo los genes, se heredan más cosas, y no sólo por la vía biológica....Y ese legado se expande, se extiende, se asimila, y todo al final tiene un sentido y una unidad.
No pasa ni un sólo día que no me acuerde también de mis abuelas, sobre todo la materna, con la que conviví. Ni uno....
Un beso enorme, Maripaz!!
Un entrañable recuerdo que, quien más quien menos, todos albergamos respecto a nuestros abuelos... Eso sí, siempre destaca alguien!
Abrazos Maripaz.
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