8 de abril de 2022

MIRADAS EN BLANCO Y NEGRO

 


Era una mañana soleada en una playa del sur.

Disfrutaba junto con mi familia de unas vacaciones navideñas.

Tenía mi cámara al hombro, vieja amiga de aventuras.

De repente, a lo lejos divisé a una pareja caminando despacio. 

Eran dos personas con unos años a sus espaldas. Me maravilló su ternura en el trato, su delicadeza, su amor...

Al llegar a la zona de la arena, él la ayudó a sentarse y la despidió con un beso.




Después, le vi alejarse por la orilla hasta meter sus pies desnudos en el agua y sentir las caricias de las olas.

Era un día en que la mar estaba tranquila, apacible, mansa, reposada, serena, sosegada. 

Y pensé en aquel hombre y su historia al atardecer de su vida.

Se me antojaba que gozaba de una paz semejante a la del mar.



Ella, permanecía quieta con los pies descalzos en la arena. Parecía que se dejaba besar por aquel sol invernal que le había salido al encuentro.

Ambos, habían aparecido ante mis ojos y mi alma inquieta en un instante en el que yo estaba a merced de mis acompañantes. 

Cuando voy en compañía de familiares y amigos, procuro no dejarme llevar de lo que a mi me gustaría hacer, pues ellos son mi prioridad.

Si hubiese estado sola, me hubiese acercado a ellos para que me contasen su historia de amor.

Hubiese entablado con ellos una conversación interesante, como interesante seguro era su vida.

Con momentos alegres y tristes, con ilusiones y pequeños sinsabores, con instantes felices y amargos, en el bagaje de toda una vida.

Una bella ancianidad es la recompensa de una bella vida.




Al poco rato llegó él y se sentó a su lado.

Me conmovió la escena.

Ambos apoyados el uno en el otro, cimiento de su amor mutuo,  respaldo donde apoyar la propia vulnerabilidad, descanso en el camino de la vida, sustento para seguir adelante.

Así es el amor.

11 comentarios:

Franziska dijo...




Salir al encuentro de la vida nos lleva a conocer historias tan evidentes como ésta. La verdad está interpretada y es, al menos, la verdad del momento. Cuando llegamos a la vejez comprendemos muchas cosas y una de las más importantes es, lo esencial que es tener a nuestro lado a alguien que nos quiera y nos acepte como somos. Conmovedor relato. Me ha gustado mucho cómo lo has planteado.
Creo que es la primera vez que entro en este blog, perdona mi atrevimiento. Saludos muy afectuosos y cordiales.

diego dijo...

Seguro que no eran marido y mujer :D
Un beso, Maripaz.

Pedro Luso de Carvalho dijo...

Olá, Maripaz,
gostei imensamente de ter lido essa sua bela crônica. Aqui a cronista mostra a sua sensibilidade, a sua humanidade. Um casal encontrado por você na praia demonstrou
uma vida de amor e companheirismo, o que foi observado pela cronista.
Parabéns, amiga Maripaz!
Um ótimo final de semana, com saúde e paz.
Um abraço.

Tais Luso de Carvalho dijo...

Querida Maripaz, achei tão linda sua crônica! Você contou a história real de um casal que vive o amor, que são companheiros, e toda a sensibilidade da mulher que sentou na praia e ficou a observar o seu amor andar...
Suas crônicas são maravilhosas, narram o cotidiano e as pessoas, como elas são. Os fatos, a vida.
Linda, mesmo. Um lindo fim de semana pra você!
Beijinhos.

Enrique TF dijo...

Nuevamente salgo algo emocionado de la lectura de tu texto de hoy. Me encantó, creo en este mensaje, sí, el que trasladas con tus palabras ... tu sentimiento.
Gracias.
Me quedo con: "Una bella ancianidad es la recompensa de una bella vida."
Un abrazo muy fuerte.

Macondo dijo...

Qué bonita historia, llena de ternura.

CHARO dijo...

Me ha encantado esa imagen de la pareja apoyados el uno en el otro.ya estoy de regreso y te deseo una feliz Semana Santa.Besicos

Ana Mª Ferrin dijo...

Querida MariPaz.

Escribir poesía, rimar, versificar, es un don.
Pero aun lo es más el escribir una crónica de arena y mar en clave
poética, como acabas de hacer tú con esa acción de observar lo que
discurre ante tus ojos sin que tengas en ella parte alguna.
La imaginación, el recrear lo que ves, bendita tarea, amiga.
Besazosss

Luz dijo...

¡Hermoso y conmovedor!
Besos.

Lu dijo...

Hola Mari Paz!!
Vengo a husmear tu casa de letras y a devolver tu agradable visita a la mía.
Y...¿sabes? ¡Me gusta como cuentas!
He leído varias entradas y tienes esa manera de transmitir lo cotidiano, lo sencillo, las pequeñas cosas de la vida de una manera "deliciosa", simple y contundente que da gusto leer y "saborear" cada crónica.
¡Volveré por aquí no tengas dudas!
Beso

Tesa Medina dijo...

Que maravilla, Mari Paz, esa foto final es un inesperado y delicioso broche para tu relato de amor, de complicidad, de compañía...

Me ha encantado.

Abrazos,