28 de febrero de 2024

RUTAS

 


Como las musas han desaparecido, sigo con mis recuerdos de las rutas con amigos.

La primera que hice junto con ellos fue a la Ruta del Tabayón del Mongallu en Asturias.

En la foto se les puede ver. A la derecha, Chema y a la izquierda, Luis Ángel.

En aquella ocasión ya hice una bonita entrada con fotos y vídeos.


La meta era llegar a la cascada y poder disfrutar de la belleza natural del entorno. En la foto, estamos solos, Chema y yo, porque Luis Ángel se quedó un poquito atrás.


Pero aquí si que está, sonriente, con el preciado tesoro como buen micólogo.


De la entrada anterior a esta, os hablo de la Ruta del Alba. Aquí os dejo un vídeo de la zona.


Y otro del mismo día. 

Fuimos solo, Chema y yo.


Para que podáis disfrutar conmigo, ahí os dejo esta maravilla.


La magia del agua.


Las vacas en el prado. En libertad.


Belleza en estado puro.


Recuerdos inolvidables.


Aquí la cascada.


Belleza natural.


Espero hayáis disfrutado de mis recuerdos.

18 de febrero de 2024

RUTA DEL ALBA

 


De mis veranos en Guardo conservo infinidad de recuerdos que llevo en mi corazón.

Recuerdos y amigos.



Entre estos recuerdos están las rutas con mi amigo, Chema.

Como últimamente las musas me han abandonado, no me queda otra que tirar de relatos escritos al regreso de las rutas con mi amigo.


Hacia frío esta mañana cuando emprendimos el viaje a la Ruta del Alba, en Asturias, pero una vez en la carretera, se adivinaba un día con mucho sol.

Al llegar a Riaño, las montañas se desperezaban bajo una bruma que impedía ver sus formas.

Estaban allí, aletargadas, con un halo de misterio, mientras la luna asomada al pantano se despedía silenciosa.

El espectáculo era muy bello.


Al poco rato, comenzamos a dar vueltas como en un tiovivo de esos de las ferias que tanto atractivo tienen en la población infantil.

Esas carreteras de montaña, poseen el encanto de ir descubriendo paisajes maravillosos en cada rincón, pero también, ese traqueteo, produce en mi un mareo que solo puedo subsanar con una pastilla antes de ponerme en camino.

Unas veces, el horizonte se pierde en un desfiladero de enormes piedras que parece van a sepultarnos de un momento a otro.

A la curva siguiente, de nuevo los rayos del sol iluminan la mañana junto a la ilusión de llegar a la meta soñada.

Es la aventura del camino.

Una vez llegados al pueblo, donde comienza la ruta, un buen café y a estirar las piernas en el bar más próximo. 

Luego, preparar la mochila, ponerse el calzado adecuado, sombrero para el sol, bastón para apoyarse, y en marcha.


La belleza del lugar va apareciendo apenas emprendemos la marcha.
Los verdes prados de Asturias son inmensos.


En la paz del lugar, pastan vacas, caballos, ovejas...





Se respira un silencio apacible, tan solo interrumpido por el canto de algún pájaro y el murmullo de las aguas claras y cantarinas, que acompañan nuestros pasos.

Las piedras se fusionan con el agua y forman cascadas que corren veloces en libertad llevadas por la corriente.

Si miras a lo alto, los picos te sobrecogen por su inmensidad. 

Parecen magníficas catedrales erigidas sin la necesidad de la mano del hombre, incluso se adivinan rostros de belleza escultórica en ellos.



Vamos despacio, sin prisa alguna, en silencio, para poder captar la belleza en estado puro y poder respirar un aliento de vida otoñal en cada recodo del camino.




La vegetación está impregnada de gotas de rocío que brillan como perlas a nuestro paso. Una bella mariposa las besa con inmensa ternura.

Pura poesía para los sentidos.


El sol, aparece y se esconde entre los riscos.

Parece quiere jugar con nosotros al escondite.


En algún momento, la subida se hace más lenta y costosa.

Después de largo rato, se acerca la hora de la llegada a la meta.

Una vez allí, ha valido la pena el esfuerzo.



Y como premio, el refrigerio del agua fresca, una exquisita tortilla, jamón, queso, ciruelas...


Otros caminantes se unen a nosotros. Traen a sus perros con ellos. Saltan, corren, juegan...

Es mediodía y aparecen varios grupos cansados y dispuestos como nosotros a recuperar fuerzas.

Un atrevido sol, me besa la cara, mientras paladeo los ricos manjares.


Después, llega la hora del regreso.

La bajada es más fácil. 



El mismo paisaje desde otra perspectiva, hace que la magia vuelva a aparecer por los rincones.


Seis kilómetros de nuevo hasta llegar al pueblo.



Un café, un pequeño descanso y emprendemos el regreso.

La compañía, inmejorable.

Charlamos, reímos...

O mejor dicho, charlo yo por los codos...jejeje.

Anochece cuando llegamos a Guardo.

Así de noche, comenzamos la aventura.

P.D. Disculpad por la letra. No sé que ha ocurrido que ha salido de varios tamaños.

9 de febrero de 2024

MI PUNTITO DE LOCURA

 


Últimamente me ha salido mi puntito de locura a flote y no hay quien lo pare...jejeje.

¿Ridícula? ¿Infantiloide? ¿Locuela? ¿Pirada?

Podéis añadir los adjetivos que cada uno gustéis.

Pero de momento, no pienso dejar de hacer el tonto.

¡Me alivia tanto!

Desde mi más tierna infancia, he sido una teatrera de libro. Quizá hayan influido los genes maternos, mi madre, de jovencita, hacía comedias en la Valderrueda rural de su época, me contaba muy ufana.

Y además, tenía un halo misterioso y mágico para descubrir la belleza en las cosas más simples y cotidianas.

Era divertida, traviesa, rebelde...


Me defino como titiritera, que baila a la vida en cada amanecer, con el objeto de disfrutar de cada instante que ella generosamente me regala.

No tengo respeto humano alguno que me impida mostrarme así. 

Claro, que me atengo a sus consecuencias...

Puedo ser carne de cañón de mentes sesudas y serias, que les parezca, que mis actuaciones al mostrarme con ese desenfado, en esos vídeos más propios de jóvenes adolescentes, que de una señora de mi edad, rayan en el ridículo más espantoso.

Pero no puedo reprimir mi lado gamberro y apuesto por hacer lo que me vine en gana. 

Arriesgo.

El que no arriesga, no vive.


Mi madre, siempre me solía decir: "Mari, eres muy niñona" cuando me veía salirme del tiesto siendo ya una jovenzuela.



Pero no pienso renunciar a esa parte infantil que aún conservo, a pesar del paso de los años, las canas, las manchas en la piel, los dolores articulares, las arrugas, el insomnio y miles de manifestaciones de la decrepitud en que me encuentro.

De alguna manera, es lo que me mantiene viva por dentro.

La curiosidad, el afán de aprender, la alegría, la risa a borbotones, los juegos, el compañerismo, la diversión. las pequeñas desobediencias a lo establecido, la rebeldía ante lo injusto, el amor por los sueños...son el eje de mi conducta.

Por lo demás, no temo a las críticas, sobre todo si vienen de gente de mente gris. Pero estoy abierta a las críticas constructivas, porque uno nunca acaba de conocerse bien.

Hagan apuestas, señores.

¡Viva la alegría!