20 de septiembre de 2014

OTOÑO



Recibió el otoño con una leve sonrisa. No le apetecía empezar una nueva etapa después de haberse dejado acariciar por los intensos rayos del sol de aquel verano.
Siempre comenzar algo nuevo le daba un poco de pereza, sobre todo si llevaba consigo cambios en su rutina diaria.
Aun así, la belleza de los chopos le atraía de una manera muy especial, cuando mecidos por el viento revoloteaban mirando al cielo como un tesoro de inmenso valor dorado.
Siempre vio el río y los chopos ligado a sus raíces de manera muy particular. De alguna manera sabían sus secretos, sus idas y venidas por el camino de la vida y siempre esperaban su regreso una y mil veces.
Recorrió despacio aquel lugar saboreando aquellos instantes y dejándose llevar por las emociones.


El otoño siempre le había sugerido que era como vivir un ciclo vital donde donde después de la lozanía y la madurez de los frutos, viene inexorable la muerte.
Ese desprenderse de lo viejo y caduco llevaba consigo un dolor que a veces asfixiaba sus ansias de vivir llevándole muchas veces a cerrar los ojos  a la realidad para dejarse envolver por el mundo que ella misma se había forjado.



Era una muerte bella la del otoño, con sus alegres coloridos y variadas tonalidades. Quizá como un grito de la naturaleza resistiéndose a ese viaje eterno lleno de incertidumbres por explorar.

Le angustiaba lo desconocido. Aquello que no era capaz de dominar y controlar, siempre le producía desasosiego, y de alguna manera procuraba eludir la cita y mirarlo de frente.



Algunos encuentros ineludibles le producían un enorme vértigo y siempre se apresuraba a olvidarse dejándose llevar por la belleza más inmediata.

Cada otoño era un recuerdo, un aviso, un reencuentro con lo efímero, un volver  a las raíces de su propio ser.



Muchos atardeceres necesitaba sentirse viva, y descalza sobre la tierra, hacía surcos y pisadas para dejar constancia de ella misma.

Sentía el palpitar del viento sobre su cara y le gustaba que la lluvia le besara con su pureza eterna.
Abrazaba a los árboles tratando de encontrar su alma un poco perdida.

Mientras tiene vida, ignora los otoños con sus complejidades para quedarse solo con la belleza que encierran.

El tiempo mismo se encargará de solucionar su incertidumbre.

M.Paz.