11 de junio de 2019

CARMELA


Carmela se ha soltado el pelo, y con sus pies descalzos, comienza una danza con una música imaginaria.
Le suele ocurrir de vez en cuando, que le sale al exterior su puntito de locura en plena calle.
Es algo que no puede evitar.
Carmela camina despacio, como queriendo atrapar el tiempo.
Sus bellos ojos oscuros, escudriñan todo lo que ven a su paso, con vehemencia.
Así puede construir pequeñas historias que luego plasma en un cuaderno de pastas rojas.
Ama las letras desde su más tierna infancia y se refugia en ellas siempre que puede.
Carmela es de este mundo, pero parece de otro desconocido. 



Carmela es una flor, cuyo néctar es capaz de irradiar belleza por donde quiera que va. 
Su risa, suena a cascabeles y poemas de amor.
Carmela, ama, sufre, sueña, ríe, llora...
Lleva en su mochila remedios capaces de aliviar cualquier dolor.
Y siempre canta.
De vez en cuando le da un pronto y no hay quien la aguante...




Carmela ama la soledad, el campo, la montaña, la gente, la vida...
Le gusta contemplar los trigales al atardecer, cuando se mecen al compás del viento junto a las amapolas.
Se funde con la naturaleza para sentir los latidos de su corazón inquieto.
Carmela es una incomprendida, y se aísla para que no la hieran demasiado.
Sufre en silencio, como la mayoría de los mortales.
A veces no puede más y le parece que se va a ahogar en su dolor.




Carmela es un pajarillo perdido en el universo como tantos seres.
Sus miedos la acosan sin cesar cuando menos lo espera. 
Suspira una y otra vez al caer la tarde, cuando el sol se oculta en su belleza.
Carmela se canta una nana, para alejar viejos fantasmas.
Y una vez más, se suelta el pelo, y con sus pies descalzos comienza una danza con una música imaginaria al son de la vida.