29 de diciembre de 2008

Zapateria Luis


Esta tarde casi anochecido, venia de hacer fotos al escaparate ganador del concurso navideño, y al pasar por delante de la zapateria de Luis he visto los zapatos muy rebajados,como dando a entender que se vendía todo hasta final de existencias. No se, creo que van a cerrar la tienda ...

Me ha invadido la nostalgia. Esta tienda me trae recuerdos de la infancia. Recuerdo al dueño, Luis, un hombre muy afable que sonreía siempre y te atendía con una enorme paciencia. Te ayudaba una y otra vez con el calzador a probarte el modelo que necesitabas, sacaba con gran diligencia las cajas de las estanterías y el olor a goma tan peculiar llenaba la estancia. Guardo en mi memoria los olores de cada comercio como se decía entonces. Tenían no se qué de entrañable que no encuentro en nuestros grandes almacenes de ahora tan impersonales. Pero además con cada par de zapatos de la marca "Gorila", regalaban una pelota.
¿Quién no la recuerda?

Los zapatos "Gorila" los llevábamos todos los colegiales. Eran resistentes a las patadas, a las carreras de nuestros pies infantiles, al mismo tiempo discretos, y servían para cualquier uniforme de los colegios que por entonces empezaban a imponer la moda de la uniformidad.

También eran un signo de tener una familia de clase media , todavía lo de las "marcas " no proliferaba tanto como en la actualidad , pero ya se dejaba ver la diferencia de clases por la vestimenta de los individuos

Pero por lo que todos los niños de la época, queríamos tener unos zapatos "Gorila " era porque con cada par regalaban una pelota ...

No era muy grande, pero botaba con una fuerza espectacular.

Tener una pelota por entonces era tener un tesoro, no teníamos muchos juguetes ...


En las tardes en la plazuela las niñas jugábamos con nuestra pelota cantando canciones infantiles a veces como trabalenguas.

Uno de los juegos consistía en dar un bote con la mano derecha a la pelota y juntar las dos manos y recogerla al aire haciéndola pasar por el agujero que formaban  nuestros brazos juntos. Luego, volvíamos a botarla y pasábamos la pierna por encima haciendo malabares en el aire.
Ganaba la que mas veces lograba tener la pelota sin parar de dar botes ...

Juegos inocentes , alegres , donde se forjaban grandes amistades , donde el tiempo, se paraba y las sonrisas cómplices llenaban el aire.

Las tardes eran largas. No había prisa para el aprendizaje de la vida adulta ... se estaba tan a gusto jugando !!

Nuestras madres cuando ya era la hora de cenar,  nos llamaban casi a voces por nuestro diminutivo cariñoso incluso varias veces, y nosotros perezosamente dábamos por terminados nuestros juegos y risas hasta el día siguiente. Costaba decir adiós a los amigos. Se podían escuchar susurros de amores al oído, secreto e ilusiones compartidas del mañana y el paso del tiempo que todo lo desdibuja.

Con este sencillo texto, quiero honrar la memoria de Luis y su maravillosa sonrisa que guardo entre mis recuerdos infantiles de manera muy especial.
Posted by Picasa
Posted by Picasa