31 de marzo de 2016

PASOS


Caminando largo rato, divisó a lo lejos las montañas.
Después, lentamente se dejo llevar sin rumbo fijo.
Fue dando un   paso tras otro sin tener prisa por llegar a ningún lugar.  Había recorrido el mundo entero y atrás quedaba la lucha por sobrevivir.
Con la mirada puesta en la tierra parda, temió reencontrarse con sus recuerdos escritos por la esquinas.
Su pasado estaba allí, intacto, tal y como lo dejo antes de irse.
 Intento zafarse de él, haciendo ademan de huir a la velocidad que le permitían sus piernas, pero una fuerza misteriosa se adueño de su voluntad y se adentró por una calleja que solía recorrer de niño.


Y es que se decía para sus adentros:  "El pasado esta lleno de buenos y malos recuerdos y asusta un poco"
De repente se dio de bruces con la ventana de la cocina de su abuela y todo un cúmulo de sensaciones  se le vinieron encima.
Desde los olores con su particular peculiaridad, a los sabores, las texturas...

Hasta pudo sentir dos sonoros besos en las mejillas.
Intento subirse al banco de piedra que había a la puerta para husmear dentro, pero la persiana estaba bajada y no le fue posible.

Miro al horizonte y descubrió la hierba llena de flores. Sus pasos se adentraron por la pradera y le pareció escuchar a lo lejos la música de baile de una orquesta.
Regresó a sus quince años y recordó a esa niña de piel morena de la que estaba locamente enamorado en la fiesta del pueblo.

Revivió por unos instantes el roce de su piel en la suya rebosando deseo.
Una lagrima furtiva se deslizó por su rostro lleno de arrugas y añoranza.

Retomo su andadura y recorrió la orilla del río descalzo como cuando tan solo tenía diez años y le encantaba pescar renacuajos.
Sus pasos le llevaron a la puerta de la iglesia, pudiendo escuchar en su interior el voltear de campanas.
Vestidos de domingo y lazos de colores, zapatos embetunados y brillantes, trenzas recién hechas, miradas furtivas de enamorados, sermones llenos de severidad...

Ahora sus pies le llevaban a la plaza donde los mayores jugaban a los bolos.
Llegó hasta él, el bullicio de la cantina cercana llena de gente.
Un delicioso olor a pan recién hecho que salía de la hornera, le abrió el apetito.
Un poco más allá estaba la fuente de piedra.

La fuente que cubría las necesidades de las gentes del lugar de agua potable. Muchas veces, en su imaginación, pensó que de alguna manera era además la fuente de los deseos, e incluso se animó a lanzar alguna moneda para que se cumplieran los suyos.

Le despertó de sus pensamientos una voz femenina que le preguntaba mirándole a los ojos que que hacía él por allí.
De momento no la reconoció.
¡Habían pasado tantos años!

Luego, se fundieron en un abrazo eterno, como el amor que antaño se tuvieron.
El pueblo se había quedado casi vacío. Pero ella había resistido...
Los pasos nos llevan de acá para allá al unísono de nuestras decisiones en el camino de la vida.
Unas veces son firmes, ligeros. con el brío de los sueños por cumplir, y otras son lentos, dolorosos, pacíficos, serenos...



Había llegado en primavera, pero su imaginación le llevaba en aquel instante a aquella fuerte nevada del último invierno de su abuela.

Nevó tanto que casi no la pudieron enterrar después de habérsela llevado muy grave al hospital más cercano.
Aquellos pasos y huellas en la nieve, quedaron marcados para siempre en su alma infantil como algo sagrado y reverencial.

Nunca pudo olvidarse de ella.
Una enorme paz le invadía mientras una vez más sus pasos le llevaban por las veredas de sus raíces que seguían allí perennes.

27 de marzo de 2016

VIERNES SANTO












El Viernes Santo, tuvo lugar la Procesión del Santo Entierro que salio de la Iglesia de San Juan.
La lluvia no hizo aparición a lo largo del recorrido.
Este año el Club de Entibadores portaba el paso del Cristo atado a la Columna luciendo sus lamparas encendidas.




La banda de cornetas y tambores acompañaba a la Piedad. Este año había nuevos componentes muy jóvenes que desfilaban tocando el tambor con enorme ilusión.



La Banda de Música acompañaba con sus marchas el paso de la Virgen Dolorosa.








La procesión estaba presidida por la Corporación Municipal.


También presidia el cortejo,D. Jesús, el párroco de la localidad.




A las doce pudo salir la procesión del Santísimo Cristo de las Cinco Llagas, pero amenazaba agua y al caer las primeras gotas tuvo que retirarse la cofradía. El acto termino rezando una salve antes de retirarse los cofrades.

P.D. Tengo algún vídeo más que iré colgando cuando los suba a Youtube.

24 de marzo de 2016

SEMANA SANTA







Después de un Domingo de Ramos lluvioso en el que no pudo salir la procesión de la Borriquita, el Miércoles Santo, a las 22 horas la Procesión del Prendimiento que partía de la iglesia de San Juan, pudo salir a la calle.
Hacía una noche muy fría, pero los castellanos tenemos fama de ser recios y estamos por esta zona acostumbrados a bajas temperaturas.


Os dejo un vídeo de mala calidad porque lo grabé con el móvil y porque las luces de las farolas impiden que la imagen quede nítida.


La imagen del Cristo va acompañada de los hermanos cofrades y por la guardia romana.


A lo largo del trayecto se reza porque es una estación de penitencia y las marchas procesionales acompañan al cortejo.


A pesar del frío, familias enteras esperaban ver la procesión.




Estos jóvenes tamborileros plantaron cara al frío e hicieron todo el recorrido como unos valientes.


La procesión termino en la entrada de la Iglesia de Santa Bárbara donde la Coral Boardo le canto al Cristo el Miserere compuesto por su director J. Colino.
Pensaba que iba a ser dentro de la iglesia y no me posicione para haberlo grabado. Tan solo hice desde un poco lejos y con el móvil este vídeo de mala calidad y que se escucha mal, después de un rato de haber empezado.


Muy emotivo el momento que muestra esta fotografía que me he permitido robar a ANGu, la Escuela de Música.

22 de marzo de 2016

MARÍA JESÚS.


Se cumple hoy un mes de la marcha de María Jesús, una amiga bloguera que formo parte de un grupo de amigos internautas muy queridos, y que aun sin conocerla personalmente, dejo una huella perenne en mi y en todos los que tuvimos la dicha de tratarla.
En su memoria, hoy, nos hemos dado cita en la red para rendirle nuestro particular homenaje.
Con esa foto, de ella, niña que tenía en su perfil quiero contaros como la conocí.
Acababa de emprender la aventura de escribir mis vivencias en un blog y apenas sabía muy bien como hacerlo. Tenía unos conocimientos muy rudimentarios de informática, que con el paso del tiempo logre subsanar.


Y un buen día me encontré con el blog titulado: "Paradela de Coles". Y allí estaba ella.
Era una gallega que vivía en un lugar paradisiaco rodeada de animales y con una hermosa huerta.
No dude ni un instante, de que en aquel lugar encontraría una buena amiga que me aportaría muchas cosas y le hice mi primer comentario en su blog.
A los pocos días recibí su visita en el mio, y así comenzó nuestra amistad.


María Jesús, era un espíritu libre. Mujer de carácter, segura de si misma, curiosa, apasionada lectora, maestra de profesión, con ese punto vocacional que le hacía poner alma corazón y vida en la enseñanza. Amante de su familia, de la que le gustaba rodearse y compartir exquisitas viandas y buenos vinos alrededor de una mesa.
 Tenía una manera de ser y una chispa muy particular.Siempre me hacía reír con sus comentarios irónicos unas veces, mordaces otras, divertidos siempre...
Me he permitido robar esta fotografía de ella, a mi amigo Antonio, que tuvo la suerte de conocerla personalmente. De él partió la idea de rendirle este homenaje.





Con el paso de los días, aquel rincón de Paradela, se convirtió en mi refugio. Podía seguir la vida de mi amiga a través de sus fotografías donde nos mostraba su buen hacer con la agricultura y los frutos de la huerta trasmitiendonos su sabiduría.




Era vital, amaba la tierra y sabía sacar de ella lo mejor. Trabajadora como una hormiguita, luego nos mostraba el fruto de su esfuerzo y los rincones donde lo almacenaba para el largo invierno.
Una vez nos preguntó a cada uno, el árbol que quisiéramos que plantara en nuestro honor, y lleno su huerta de árboles frutales dedicados a cada uno.




María Jesús, era un alma sensible, amante de la vida, de las gentes, de los animales...
Cuco, la va a extrañar...
En este vídeo se puede escuchar su voz con ese acento gallego tan peculiar, y el afecto que Cuco y ella se profesaban. También tenia a Chispa, hasta que falleció.




Amante de la buena mesa, nos invitó en su canal de YouTube, a descubrir el secreto de unas buenas empanadillas con la receta de su madre.



Tenía dos perros que adopto. Coro y Perdi, creo se llamaban. En este vídeo se la puede ver con la desbrozadora.



María Jesús, era polifacética, sabía de todo...
Pero además era una gran comunicadora y tenía un don especial para congregar en torno a si a los demás, organizando concursos literarios, fotográficos, musicales...
Era como esos viejos maestros que acogen, que arropan, que incentivan, que siempre están ahí.
En Paradela, nos reuníamos todos, aunque fuera virtualmente, cuando ella nos invitaba.
Era una mujer muy generosa.  Después de convocarnos para participar en un concurso de relatos, hizo de mecenas con nosotros regalándonos impresos en un libro el relato personal que cada uno quiso elegir.
Nos envío tantos ejemplares, que pudimos regalar a amigos y conocidos.






En estos vídeos se puede ver un montaje de fotografías con los concursantes que hizo Mariluz.



Encarnita, en secreto, nos hizo llegar la idea de regalarle un libro viajero en el que pudiéramos mostrarle nuestro agradecimiento.
Por toda la geografía española, de norte a sur, fue llegando a nuestras manos y pudimos mostrarle nuestros sentimientos .


Ella agradeció enormemente el detalle y nos dedico una entrada  mostrando las hojas del libro donde habíamos escrito.
Yo, le comentaba que siempre he valorado mucho la labor del maestro, y que al conocerla a ella se había acentuado mi amor y mi agradecimiento por ellos.
Me despedía con una foto mía junto con mi perra, Laika.



Esta es una de sus fotos en su última primavera.
Un día, dejó caer que tenía problemas de salud y que había pasado por el quirófano.
Con la mayor naturalidad nos contaba sin apenas darle importancia, que sufría una enfermedad.
Pero ella siguió mostrándonos la belleza de su día a día, aunque ya no visitaba con tanta frecuencia nuestros blogs ni publicaba en el suyo apenas.
Me solía comunicar con ella por email. Siempre contestaba muy cariñosa a los que la enviaba.
Estas últimas Navidades, no lo hizo, por lo que intuí que algo grave le ocurría.
Una noche presintiendo que se estaba despidiendo de la vida, necesité escribirle para despedirme de ella. Era una intuición muy particular, pues al día siguiente me enteré de su muerte.
Esperaba yo a unos amigos debajo de su casa y me dio por mirar el Facebook. De repente, Mariluz me daba la fatal noticia.
Me quede con el corazón encogido. Cuando llegaron mis amigos, me encontraron desolada.
Como estábamos en la calle dando un paseo, no pude vivir mi propio dolor. Pero cuando regrese a casa, rompí a llorar.
Llore con enorme congoja, como se llora y se extraña a alguien muy querido.
Cuando me hube serenado, tuve la necesidad imperiosa de irme a visitar su querido blog. Allí pase largas horas recordando viejos tiempos.
Es impresionante la cantidad de emociones y vivencias que puedes compartir con los amigos virtuales en la red.
Acaba de comenzar una nueva primavera pletórica de vida y me gusta pensar que la tengo a mi lado cuando contemplo tanta belleza recién estrenada.
 Ella, amaba la belleza y la vida misma.

¡Hasta siempre, querida amiga!

14 de marzo de 2016

HISTORIA DE UNA CATARATA


Esta es la historia de una catarata rebelde que me impedía ver con claridad las cosas bellas de la vida.
Comencé a darme cuenta de que no veía a mis amigos en la calle hasta que no les tenía casi al lado. Incluso pasaba de largo sin saludarles -cosa nada habitual en mi- pues saludo a todos aquellos a los que me encuentro.
Si me gusta vivir en un pueblo es precisamente por la cercanía con los vecinos y la vida tranquila que se respira. De ahí que suelo saludar a la gente con la que me cruzo, e incluso me paro un rato si es alguien conocido mientras le pregunto por sus cosas.
Como veía que el problema se agudizaba decidí acudir al oftalmólogo.
Nada más verme me dijo que tenía cataratas en ambos ojos y que tendría que operarme. Me aconsejó llevar lentes hasta que me pudiera operar y me regaño por no llevarlos puestos. Bien es verdad que me negaba a tapar mis lindos ojos por pura coquetería.
Así estuve durante un año hasta que volví a consultarle y me dijo que ya me podía operar.
Tengo que deciros que siempre he gozado de una excelente salud y jamás he estado enferma de nada. Alguna gripe con fiebre.
Me lo tome muy bien, porque no suelo preocuparme innecesariamente de lo relacionado con la salud ni visito al medico cada dos por tres.
Además, todo el mundo cuando se lo comentaba le quitaba importancia diciendo que era una operación muy sencilla, por lo que yo estaba tan tranquila esperando llegase el día.


Y el día llego.
Me acompañaba mi hermana y mi cuñado. Una vez allí me introdujeron en una sala donde había varios pacientes a los que iban preparando para operarles como a mi.
El ambiente era agradable, el personal muy atento y cariñoso.
Muchas enfermeras eran veteranas y también había gente joven que comenzaba.
 Destacaba por su altura y juventud, un chico jovencito al que una monja muy divertida que se iba a operar, confundía con el médico y le instaba a hacerlo cada rato. Era una mujer mayor, muy sorda, encantadora... que a voz en grito contaba sus andanzas en Ginebra y que quería hablarnos en francés.
Gracias a ella se me hizo mas agradable la espera y pude observar la vida de los sanitarios desde adentro. Es una profesión muy importante a la que hay que añadir un toque de humanidad dado que los enfermos se quedan aislados de la familia y en sus manos.
Muchas de las personas que allí había para operarse, eran de edad avanzada y se encontraban un poco perdidas.
 Pude darme cuenta de la profesionalidad de los sanitarios que allí había, tan solo con observarles.
Hay enfermeras encantadoras que te explican lo necesario para tranquilizarte y te apoyan como si fueran de tu propia familia.
Al cabo de un rato- estuve allí un par de horas o más- ya éramos todos amigos. Por supuesto les hablé del "Baúl de Laika" y quede en escribir una crónica de aquellos momentos.
A todos ellos darles las gracias por su dedicación y su valioso trabajo.
Pero sigamos...
Llegado el momento de la verdad, me vi de repente en el quirofano tumbada en la mesa de operaciones.
Estaba muy tranquila, pues recordaba los comentarios que había escuchado de familiares y amigos: "¡Eso no es nada!" " "¡Es muy sencillo!"
¡Ingenua de mi!
Nada más tumbarme, me ponen una sábana por encima y me cubren hasta la cabeza.
En la fotografía se puede ver perfectamente.
Tengo que deciros que padezco una claustrobofia tremenda. Miedo a los espacios cerrados, ascensores, túneles...
Y ante todo, no soporto que me tapen la cabeza y la cara.
Siempre les digo a mis familiares que cuando me muera me icineren. No quiero ni pensar si me despierto dentro de una tumba y sin poder salir...
Bueno, pues el simple hecho de taparme entera ya me puso en guardia...
Pero además me sujetaron la cabeza para que no la pudiera mover.
Mi angustia se iba acentuando por minutos...
Más tarde, sentí como cortaban un trozo de la sábana para dejar afuera la parte del ojo que me iban a operar.
Me introdujeron un aparato para abrir bien el ojo y que no pudiera pestañear.
Escuché a la doctora preguntarme la edad que tenía, y al contestarle, me dijo que pensaba que era más joven.
Pero a mi ya nada me importaba...





Al instante escuche una voz masculina que me decía insistentemente que no moviera la cabeza para nada, al mismo tiempo que me instaba a mirar fijamente a una luz que tenía encima.
Buff...allí si que ya me vi en la caja de pino...
Me imaginaba muerta y resucitada pasando por esa luz que dicen se ve al final del túnel...
 Tantas veces lo había escuchado y ahora era yo la protagonista.


Además, tuve la experiencia de que me operaran el doctor y una doctora en practicas pienso yo, pues le escuchaba a él dirigirla, con la inseguridad que eso te da. "¡Cuidado, por ahí no! "¡Espera, que eso es muy blando y se puede romper!"
La operación que quizá se haga en veinte minutos, así duro casi una hora.
Mientras, yo estaba en el más allá, viendo destellos de una luz celestial bajo el sudario del miedo.


¿ O sea que no era nada, eh?
Mi experiencia ha sido tremenda, y lo malo que me tengo que operar en breve del otro ojo...
Ahora ya he perdido la inocencia...
Claro, que ha habido gente- incluso mi hermano que se acaba de operar de lo mismo- que se han reído de mi y me han llamado exagerada...
Pero yo como lo viví así os lo cuento.
Pero desde esa desagradable experiencia se ha hecho la luz en mi vida...


¿Como he podido estar sin apenas ver tanto tiempo?
Ahora veo la vida con una luz nueva, y no recuerdo para nada esa otra luz, que en mi angustia se me antojaba venia del otro mundo.
Y estoy viva y coleando dispuesta a dar mucha lata.

P. D. Muchas gracias por vuestras cariñosas muestras de afecto.

6 de marzo de 2016

¡HASTA PRONTO!


Queridos amigos blogueros: me despido por unos días de la red. Mañana tengo cita en el Hospital San Telmo en Palencia,  para operarme de cataratas en el ojo derecho.
Serán pocos días, pero os voy a extrañar mucho a cada uno.
Es impresionante los lazos afectivos que nos unen en la red. El día 22 fallecía, Maria Jesús, una amiga bloguera desde mis comienzos, a la quería mucho. Aun sin conocernos personalmente, me unía a ella un enorme cariño y he sentido mucho su gran pérdida.
Así me ocurre con cada uno de vosotros. Sin conoceros, os tengo cariño a cada uno.
Me costará no pasarme por vuestros blog y comentar vuestros escritos.
En breve, nada más mi ojo me lo permita, me pondré al día y os iré visitando uno por uno...

¡Hasta pronto!

1 de marzo de 2016

ENCARNA ( Personaje del mes)

                                                              Encarna en una foto de juventud.

Me llamo, Encarna Liébana Lozano, nací el nueve de Febrero de 1911 en Santibañez de la Peña- Palencia.
Así comienza su historia el personaje que hoy os traigo. Escrita de su puño y letra, a los noventa años, rescató retazos de su vida y los plasmo en un cuaderno que su hija conserva.
Pero sigamos...
Cuando tenía siete años, empece a ir a la escuela- si así se podía llamar...- Era en al casa del concejo que tenía el suelo de tierra. Los asientos eran un roble partido por la mitad y para escribir teníamos que hacerlo de rodillas.
Solo había cuatro meses de escuela, porque muchos de los que íbamos teníamos que trabajar.
No era gratis. Se pagaba 1,50, los que no escribían y 2 pesetas los que si lo hacían.
Cuando tenía unos diez años, vino el primer maestro nacional que era vasco y apenas sabía castellano. A veces, se  quedaba dormido  y aprovechábamos para jugar al cu-cu y a confesarnos en clase.
El mes de Mayo era el Mes de las Flores.
A mis cuatro años me cree la simpatía de todos a la hora de recitar poemas a la Virgen. Las Mayordomas me sentaban en su regazo y una vez me quede dormida. Como pudieron me despertaron y medio dormida recite los versos. Al finalizar tenía que entregar al sacerdote un ramo de flores y, en vez de dárselo eche a correr diciendo que no se lo daba porque me lo había traído mi madre de Guardo.
La gente reía de buen grado al ver mi reacción.

Los versos rezaban así:

Todos te regalan flores
yo, que te regalare
por ser la más pequeñita
mi corazón te daré.

Aunque soy pequeñita
como un cañamón
nadie me gana a decir
¡Viva la Madre de Dios!

Y después, decía: "He dicho..."

Eran tiempos malos, y mi madre me compraba lo mejor que podía. Para ofrecer las flores, me hicieron un vestido con puntillas en el cuello y le encargaron a un zapatero unas botas con botonadura. Todo un lujo para entonces...
Con el vestido se llevaban unos pololos largos con puntillas. Recuerdo que mi madre cuando íbamos a la iglesia, me estiraba los pololos para que se vieran las puntillas.

Unos años más tarde, pusimos una cantina, también con productos de alimentación y carnicería.
Cuando mi padre, por motivos obvios de otros trabajos, no estaba, mataba yo los corderos.
Mi objetivo era superarme en todo y que nada pudiera ser obstáculo para seguir soñando. Tenía muy claro, que si se pone empeño en las cosas pequeñas, podía ser la levadura para que en un tiempo no lejano pudiéramos vivir mejor toda la familia.
Otro de los recuerdos que conservo de entonces, es que hicimos unos arreglos en la casa, principalmente en la cocina. Pusimos un gran ventanal, y una cocina económica de las de aquella época que no todo el mundo se podía permitir y la encimera con azulejos, y también reformamos el comedor.

Llegó el año 1929. Un año triste que no olvidare jamas.
Unos vendedores de uvas que habían venido a vender su mercancía a la fiesta de la Virgen del Brezo, nos pidieron el favor de dejarlos dormir en el pajar.
Mi padre, hombre generoso, no lo dudo un instante.
Pero se les ocurrió subir con una vela y  provocaron un incendio horrible, pues aquel año había habido abundante cosecha.
Se nos quemo la casa entera, además del pajar. Nuestros ahorros se quedaron dentro.
No se pudo salvar nada.
Nos recogieron los que vivían en la "Casa del Jardín" -que así se llamaba- y estaba frente a la iglesia.
Todo el pueblo se volcó. Nos llevaron mantas, ropa, comida...
Hasta los del Barrio de la Estación colaboraron.
Siempre les estuve enormemente agradecida.
No hacía mucho habíamos construido un local para hacer baile con una gramola. Todo se destruyo.
Mi padre se acercó aquel fatídico día al Santuario del Brezo, por la tarde, pues pensaba poner un puesto de lechazo asado y bebidas.
Cuando volvió se encontró con la terrible noticia.
Lo único que preguntó era si estábamos todos bien. Al contarle que no había habido desgracias personales, tan solo dijo: "¡Gracias a Dios!"
Así tuvimos que empezar de cero nuestra vida.


                                            Joaquín en una foto de juventud.

Tendría quince años cuando hicimos un teatro en Guardo. En el local de Doña Petra, la farmacéutica. Se lleno de espectadores y gente importante del pueblo.
Allí se encontraba, D, Adriano, el médico, un gran profesional y muy buena persona que también ejercía de alcalde.
La obra se titulaba: "La guapa, la fea y la graciosa"

Un Domingo que paseaba con mis amigas, Teodora y Aurelia, se acerco a mi, Joaquin y se puso a mi lado.
Mis amigas me dejaron sola con él. Me acompaño a casa y me dijo que el próximo Domingo volvería  a recogerme.
Aquel Domingo estuve escondida para no encontrármelo por la calle. Era muy joven, no quería comprometerme tan pronto y así se lo hice saber. Pero estaba dispuesto a esperar y así lo hizo.


Estaba estudiando en Valladolid la carrera de Comercio .
Cuando termino, se pudo colocar en el Ayuntamiento de Valladolid de Capataz de Obras.


Cuando cumplimos 22 años decidimos casarnos. El día 3-11-1933.
Los padrinos fueron, D.Enrique García Frías y mi hermana Maturina.
En principio iba a ser mi otra hermana Carmen, pero unos días antes de la boda falleció. De nuevo el destino se cebaba con nosotros.
Después de comer nos fuimos a Valladolid con D. Enrique en su coche y allí cogimos el tren para Madrid en nuestra luna de miel.
Estuvimos ocho días en un hotel que estaba cerca del Congreso de los Diputados y pagábamos 8,50 pesetas.
Visitamos los monumentos más importantes de Madrid.

A nuestro regreso a Valladolid, nuestra vida estaba rodeada de felicidad.
Teníamos muchos amigos con los que compartíamos la vida. D.Enrique, padrino de boda, D. José, también ingeniero, Dñª Isabela, viuda del Director General de la Renfe. El Capitán de la Guardia Civil, que fue padrino de mi hijo Jesús...
No nos faltaba de nada. Joaquín era muy bueno y tenía muchos detalles para que me sintiera bien. Él, se había quedado huérfano de madre a los doce años y fue criado por unas tías en Riaño, donde nació. Aunque nunca le falto de nada, la ausencia de una madre te deja unas carencias en el tiempo. Por eso estaba feliz teniendo su propia familia.
 A lo largo de seis años que vivimos allí, fui muy feliz.
Acudíamos al teatro, y reíamos mucho.
Pero estalló la guerra...

                               Joaquin y Encarna de luto por su hermana fallecida

Esta foto la hizo Joaquín en automático y no le dio tiempo de posar.
Cuando estallo la guerra todo cambio como es natural.
La casa donde vivíamos era del Ayuntamiento y nos enviaron a otra en el Paseo de la Magdalena. La casa era nueva y estaba al lado de la cárcel. Se podía hablar con el centinela por una de las ventanas.
Un día que volvía de Correos de echar una carta para mi hermano Vicente que cumplía años, me costó trabajo llegar...
Me cogieron entre un grupo de chicos y chicas un buen trozo del camino y no me dejaban marcharme. Como pude, me metí por una callejuela y pude llegar a casa.
Pensaba en Joaquín, si le hubieran pillado por allí...
Al día siguiente habían llenado las cárceles y las naves que tenia el Ayuntamiento de presos y por el patio de nuestra casa salían los tiros por todos los lados sin poder escapar.
Como pudimos, nos metimos en un armario y las balas entraban por el suelo.
Joaquín me decía que cuando saliera a comprar no pasara por el paseo para que no viera los muertos en la calle, que me fuera por otra lugar. Pero una vez, me encontré de frente con una madre y un hijo muertos. Pude ver también, desde la ventana, como a un señor que vendía verduras de su huerto, le dieron un tiro y allí quedo muerto en el acto.
Otro de los malos momentos que pase, fue un día que me acerque a comprar un regalo para unos amigos que se casaban, y a la vuelta me sorprendieron un grupo de chicos que decían: "Vamos a por esta, que parece una señoritinga..." e intentaban quitarme el paquete. Al llegar a un portal me metí dentro como si viviera allí y espere hasta que se fueron.
Buff...aun recuerdo como me temblaban las piernas...
Un día pude contemplar una manifestación que al llegar a la cárcel querían soltar a los presos. En esos momentos llego la tropa de caballería con sus espadas y la calle se quedo vacía.

                                  La tienda en la actualidad cerrada y deteriorada

Mi suegro se llamaba D. Epifanio Baños y era propietario de varias tiendas. Una en Santibañez y otra en Guardo. También había tenido varios negocios en Riaño. Con la llegada de la jubilación nos preguntó si queríamos quedarnos con la de Guardo. Había alguien de Puente Almuhey que se quería quedar con ella.
A Joaquin le gustaba la zona y habían adjudicado a su padre hacer la carretera de Castrejón a Guardo. El proyecto le dejo en la ruina porque había contratado a un precio y hubo una subida de sueldos por parte de la Administración del Estado y tuvo que pagar más de lo estipulado.
Habíamos decidido quedarnos con la tienda y pagarla a plazos pagando una entrada.
Por entonces habían nacido mis dos hijos mayores, Joaquin y Jesús.
Estaba a punto de dar a luz a mi hija Encarnita, y como entonces viajar tenía más dificultades que en la actualidad, preferimos que naciera en Guardo. Teníamos que viajar hasta Mataporquera y allí hacer noche para coger el tren de la Robla al día siguiente hasta Guardo. Era un viaje incómodo para una criatura tan pequeña.
Llegamos el 30 de Septiembre y nació el 5 de Octubre.
El día 1 de Abril, me encontraba yo en Santibañez en la matanza del cerdo y había caído una fuerte nevada. Se la conoce con el sobrenombre de la "Nevadona"
Mi marido se puso enfermo con un ataque de apendicitis lo que por entonces se daba en llamar "Cólico Miserere".
Fueron a buscarme Agustín Loma, un pariente nuestro que vivía al lado del paso nivel en un coche que tenía D. Pedro Yarritu. Tuvieron que hacer senda de Guardo a Muñeca y así hasta Santibañez.
Eso me hace pensar lo solidarios que éramos entonces y como nos ayudábamos unos a otros.
Llegue muy nerviosa y angustiada a su lado. El médico me dijo que estaba muy grave y no se le podía trasladar en su estado al hospital más cercano. Llame a la tía Maria a León. Me dijo que enviaba a un medico, pero era demasiado tarde.
Moría en mis brazos a los 37 años.
Mis hijos tenían, cinco años, tres y cinco meses.
A pesar de mi dolor, me di cuenta que tenía que salir adelante. Tenía tres hijos muy pequeños que me necesitaban.
La tienda estaba sin pagar. Apenas habían pasado tres meses y por parte de terceros de la familia, querían que la dejara pues no podría pagar lo que aun faltaba. Gracias a mis padres que fueron mis fiadores y a mi marido que había dejado todo bien escrito, pude quedarme con la tienda.
A veces las historias se repiten...


Tuve que comenzar a hacerme cargo de los pedidos pues por entonces no venían viajantes a casa y había una enorme escasez de material por las consecuencias de la guerra.
Una vez fui a Bilbao a un almacén de ferretería y al dar el nombre de la empresa: "Vda de Joaquín Baños" me miro asombrado y me dijo: ¿Que hacen con los maridos?
"No se ofenda, pero mire la lista enorme de viudas que tengo aquí.". Había ciento ochenta viudas.
La mayoría viudas de guerra.
Mi trabajo era intenso. Me levantaba muy temprano y todas las horas del día se quedaban pequeñas para tanta faena. Por la noche hacía las cuentas.
Tengo que agradecer tanto a mis padres como a mi hermano Vicente, su incondicional ayuda. Cuando tenía que ir a las ferias o de viaje, venían a ayudarme.
Los niños se quedaban con una chica. Entonces se trabajaba de manera muy precaria. No teníamos agua en las casas y había que ir a lavar al río.
¿Horas de trabajo? Todas.
Siempre fui muy feliz trabajando. Si lo haces con ilusión y entusiasmo, el trabajo es menor. Junto con la esperanza, son el único bien para alcanzar lo deseado.
Quiero trasmitir a las nuevas generaciones la cultura del esfuerzo.
¿Diversiones?
Ir a Santibañez los Domingos. Preparaba a los niños e íbamos a coger el tren a las doce para ir a comer con mis padres. Volvíamos a las cuatro de regreso.
Cuando ya eran mayorcitos, íbamos los Domingos al cine Corcos con Nila, la mujer de Mariano Martin (el panadero). Me gustaba mucho el cine y me servia de distracción y descanso para el resto de la semana.

                             La Primera Comunión de uno de sus hijos.

                    La Primera Comunión de Encarnita, su hija.

 Jesús, uno de sus hijos pescando truchas.

                        Jesús con unos amigos.

     Encarnita, su hija.

    Encarnita y su primo Neri.

Mis hijos tuvieron que ayudarme a una edad muy temprana. Mis circunstancias así lo requerían. Por aquella época a todos los hijos les tocaba ayudar de alguna manera. Cuando salían de la Escuela, aportaban lo que podían.
La primera vez que empece a vender muebles, cuando hizo la casa "Pototo" le alquilamos un local y fue muy gratificante porque podíamos colocar las exposiciones bien preparadas y se trabajaba mejor.
Si colocábamos un comedor, le poníamos su mantel, vajilla, cristalería y un ramo de flores.
Como durante la semana, estábamos atendiendo la ferretería, aprovechábamos los domingos para montar las exposiciones de muebles. Me ayudaba mi hija, Encarnita, que tendría entonces unos doce años.
Cuando observábamos a la gente en el paseo, le decía a mi hija: "Mira, la gente esta paseando y por los bares, yo soy más feliz aquí viendo el resultado de lo que hemos hecho."


Cuando en el año 1954 hicieron los primeros pisos de Protección Oficial, aumento nuestro trabajo. Los nuevos inquilinos compraban muchos muebles nuevos. Los llevábamos a mano, no teníamos furgoneta.
Recuerdo que Encarnita y Mamerto, eran los encargados de repartir los pedidos de muebles y se encargaban de su instalación.  Ponían el colchón- era de borra- encima del somier, y uno delante y otro detrás, iban por la calle y lo subían al piso que tocase.
Había que subir los armarios pieza a pieza con sus tiradores y montarlo.
Jesús, estaba en la ferretería y Joaquín también en la oficina. Por entonces cogimos a Mamerto, un chico joven para que nos ayudara.
Pienso, que las nuevas generaciones se quejan del trabajo teniendo más comodidades. ¿ No será que se lo hemos puesto demasiado fácil?
Por supuesto que los años tienen que ir con el progreso y me alegro por todos. Lo que pasamos nosotros fue duro, pero no por ello éramos menos felices...
Recuerdo un día que llego una mujer del Barrio la Fuente y me dijo: "Sra Encarna, puede darme un somier y un colchón que mi marido esta enfermo y estamos durmiendo en el suelo?"
"Va a venir el médico y no quiero que le vea así.  Se lo pagaré poco a poco..."
En ese momento pensé en lo que le tenía que haber costado contarme aquello.
Le di el colchón el somier y también la cama.
En mi interior me decía: "Si no paga, por humanidad tenía que dárselo.




Con el paso del tiempo la tienda se quedo pequeña y nos mudamos al local de enfrente antiguo cine Montañés.



Aquí os dejo un vídeo que grabe un día de la tienda antes de restaurar la fachada.

Hasta aquí el manuscrito que conserva su hija.
Ahora me toca a mi poner el final.
Me ha conmovido su historia cuando la iba leyendo. Al llegar a la anécdota de la mujer que le pidió un colchón para su marido, rompí a llorar...
No pude dejar de sentir admiración por una mujer que se arriesga a perder el importe de los muebles, con tal de ayudar a un semejante que tenía verdadera necesidad, ejercitando la caridad de manera tan sublime, pues no le sobraba a ella nada.
Un ejemplo de humanidad que su hija corrobora, pues fueron muchas las veces que de manera desinteresada la ejercito.
Me cuenta Encarnita, que los viernes, cuando venían al mercado de los pueblos vecinos, su mesa se llenaba de personas conocidas que se les había hecho muy tarde para el regreso y las invitaba a comer en su casa.
La tienda en la actualidad la regenta la mujer de uno de sus hijos que falleció. Apenas hace unos meses que han restaurado la fachada. Quizá conserva el letrero de antaño. Aunque yo la recuerdo siempre con el nombre coloquial  "Ferretería la Viuda"
 Ahí esta como símbolo de una época y en memoria de una gran mujer.

                            Encarna y unas amigas con la Virgen del Brezo .

   Encarna, vestida da faralaes.

   Encarna, con su hermano Vicente y Maturina.


Encarna, con su esfuerzo y su cariño supo sacar adelante a una familia, que hoy conservan su recuerdo como el bien más preciado.

   Encarna y su hija, Encarnita.

Encarnita desde muy niña fue un gran apoyo para su madre y la cuido hasta el final de su vida.
Me han contado que cuando había que cobrar facturas a los morosos, nadie mejor que ella por su decisión de que cobraba nada más que lo que era suyo.


Como colofón, os dejo esta instantánea donde se la puede ver detrás del mostrador de la tienda.
Tenía ya una edad avanzada y conservaba esa sonrisa afable y esa firmeza con un halo de bondad, con la que supo enfrentarse a la vida