17 de diciembre de 2021

JUVENTUD

 


Regreso a casa después de compartir la tarde con unos amigos. 

La niebla lo envuelve todo.

Y también un frío húmedo que me cala los huesos.

Hay un halo de misterio en las calles y plazas cercanas.

Como si la noche guardara secretos terroríficos inconfesables, donde el miedo se atreve a cruzarse con los transeúntes y darles un buen susto al volver la esquina.

Suenan unos pasos ligeros tras de mi. Voy hacía el autobús. 

Miro a mi alrededor, temerosa, creyendo ver figuras fantasmagóricas que me acechan y me siguen de cerca. 

Mi respiración se acelera y mis pies parecen volar.

Comienzo a sentir un sudor frío.  Puedo ver el vaho que sale de mi boca intentando aliviar mi miedo.

Me tropiezo al subir a la acera y casi doy de bruces en el suelo.

A punto estoy de gritar y pedir auxilio.

Agarro mi bolso con fuerza temiendo que alguien me lo arrebate.



Luego, me cobijo al amparo de mi bufanda de colores para sentir seguridad.

Todo ha sido fruto de mi imaginación calenturienta. 

En la parada del autobús, tan solo hay dos enamorados que se besan en medio de la niebla.

Para ellos no importa el frío, la lluvia, la humedad...

Simplemente se aman. Y el amor envuelve sus cuerpos en una coraza que les aísla de cualquier elemento de la naturaleza.

Llega el autobús.

Una vez dentro, noto un calor de humanidad, aunque nuestros rostros con las mascarillas sean incapaces de mostrar sensación alguna.

Hasta llegar a casa, se me va el recuerdo a la conversación que he tenido con mis amigos acerca del miedo.

Esos miedos e inseguridades que a todos nos acechan. Miedo al dolor físico o moral, a la enfermedad, a la muerte, a que no nos quieran, a que se olviden de nosotros, a que nos juzguen con demasiada dureza, a que nos hagan daño...

Además, un miedo añadido cuando ya se tiene una edad.

Al observar el paso del tiempo, se despierta en cada uno, con enorme fuerza, ese peso del bagaje de lo que hemos vivido.

Todo.

Lo bueno y lo malo.

Y quizás nos invade una nostalgia que nos paraliza largo tiempo.

Se arremolinan pensamientos y deseos que vagan a nuestro alrededor con la fuerza de un volcán en erupción y que no podemos controlar.

Nos sobreviene entonces la idea de que ya es demasiado tarde para casi todo. Apenas nos queda tiempo.



¡Vaya, ya estoy otra vez con pensamientos trascendentales!

¡Cosas de señora mayor con mucha imaginación!

Bueno, respecto a esto; lo de ser ancianos, hay muchas teorías al respecto.

Hay ancianos tremendamente jóvenes, que vuelan en libertad, sin tener que demostrar nada a nadie, porque se han reconocido y aceptado y, eso es muy liberador.

Cuando escucho en la tele o la radio una noticia acerca de un "anciano" de 73 años, no me siento identificada para nada.

Yo, y solamente yo, tengo el poder de ser y sentirme joven, porque soy dueña y señora de mi juventud interior.

Y entonces, no me importa la apariencia que demuestra mi verdadera edad.

En honor a la verdad, jamás he sentido el rechazo por parte de la gente joven hacía mi. Siempre he visto en sus ojos admiración.

Y eso me rejuvenece un poquito más si cabe.

Conecto con ellos, porque no he perdido la curiosidad y estoy dispuesta a escucharles y aprender de cada uno.

¡Me niego a estar de vuelta de la vida!

La vida es hermosa y en ella me refugio.

¡¿Quien me podrá arrebatar mi juventud?!

¡Que se atreva alguien...!

Ese es mi poder.

Mío, y solo mío.

Si...ya se...que vendrán a visitarme de nuevo los miedos, y los dolores físicos y morales.

Pero entonces me acordaré de los jóvenes enamorados que se besaban en la noche de niebla y mi alma rejuvenecerá porque yo también amé y fui amada.

P.D. Perdón por si no están correctos los signos de puntuación. No los domino con fluidez.